La presencia de más de 600 actores de la economía en la Segunda Feria de Desarrollo Local, de La Habana, permitió exponer logros, intercambiar con consumidores, dialogar con ministros y estrechar vínculos entre proyectos y empresas. Espacio donde promueven la iniciativa y creación. Para pensar como país, primero hay que hacerlo desde la localidad
Texto y fotos: Ricado R. Gómez Rodríguez
Muchos convergieron, entre el 11 y 16 de julio, en los amplios stands del capitalino recinto ferial de Expocuba: aquellos hermanos que comenzaron a experimentar deshidratando frutas en el horno de la cocina de su casa durante la pandemia y hoy son líderes de una mediana empresa, otra familia que inició el cultivo de plantas en su jardín y ahora vende condimentos a mediana escala, o una entidad estatal que logró abastecerse de materias primas a partir de un encadenamiento con una micro, pequeña y mediana empresa (Mipyme).
Sin embargo, la recién finalizada Segunda Feria de Desarrollo Local de La Habana, más que todo sirvió de examen sobre cuánto más puede lograrse en diversas ramas.
La dedicatoria a los jóvenes fue una manera de mostrar que el país abre puertas a las transformaciones, esas que deben propiciar que las nuevas generaciones estén motivadas a echar raíces en su tierra y crear por ella.
La presencia de poco más de 600 actores económicos de varios sectores dista mucho de las capacidades reales de la capital del país, lugar con las mayores potencialidades para el desarrollo de la economía, servicios, ciencias, cultura y otras esferas.
Ver allí a los integrantes de unidades, empresas, cooperativas, campesinos y trabajadores por cuenta propia, detrás de un mostrador o stand, dando a conocer ofertas y promoviendo productos que salen de sus manos, deviene llamarada para desarrollar el pensamiento, la conciencia de cuánto queda por delante; es una convocatoria a fundar sinergias y a darnos cuenta de que solo podemos avanzar mediante la iniciativa, mayor calidad en las producciones y estudio minucioso de costos e ingresos.
Otra ventana que se abre es examinar cuáles son los encadenamientos capaces de conducir al crecimiento en la gestión y la eficiencia, con un pensamiento de economía circular, es decir, “lo que no te sirve a ti, me sirve a mí”, como hace el Proyecto de Desarrollo Local (PDL) La Burbuja, del municipio de Diez de Octubre, que busca materias primas mediante convenios con una Mipyme.
Pongamos otro ejemplo. La Unidad Empresarial de Base Envases de Papel y Moldeados Andrés Luján Vázquez, del municipio capitalino de Boyeros, antes entregaba a otros centros, para reciclarlos, los residuos de bobinas importadas que usan en su misión principal: la elaboración de sacos destinados al cemento y el carbón. Ahora, con esos “desechos” fabrican aquellos cartuchos que desaparecieron hace mucho tiempo de nuestras bodegas, y también elaboran jabas, capacillos, sobres.
El razonamiento de que hay que pensar y actuar diferente sale a la luz en momentos del recrudecimiento del bloqueo económico, financiero y comercial de Estados Unidos. Cada cual debe preguntarse qué más puede hacer en su entorno, aprovechando las políticas aprobadas por el país.
Es lenta la aplicación de las 43 medidas para el fortalecimiento de las empresas estatales. Su introducción es considerada por expertos como muy pausada, pero favorable, al propiciar ligero crecimiento de las ventas y utilidades en la capital, de manera global.
Cierto es que de las 114 empresas de la provincia que mostraban pérdidas a inicios de la Tarea Ordenamiento (proceso de unificación monetaria y cambiaria, así como otras correcciones económicas del país), hoy existe en La Habana menos de una decena de entidades en ese caso, la mayoría muy afectada por déficit de importaciones de piezas y componentes, como es la de transporte, según fuentes del gobierno local.
Sin embargo, en la capital solo cumplen 30 por ciento de las producciones físicas, a las cuales las autoridades del territorio dan mayor seguimiento por su impacto económico y social. Esa cifra, que abarcaba a principios de año unos 280 renglones, luego se extendió a más de 700 productos, cuestión también favorable.
Quedan cuestionamientos en el tintero. En la reciente feria de Expocuba uno de los surtidos más representados, en disímiles variantes, fue la venta de encurtidos y enlatados de frutas, hortalizas, viandas y granos. Es verdad que en la mayoría de los casos se trataba de emprendedores privados y cooperativas campesinas que trabajan a pequeña o mediana escala, con la honrosa excepción de la Empresa Agropecuaria Bacuranao, representada por su entidad comercializadora.
Sin embargo, en el Grupo Agroalimentario, la Empresa de Conservas y Vegetales tiene cuatro renglones fundamentales y los cumplimientos de los mismos están entre 10 y 80 por ciento; dígase mermeladas, envinagrados, salsas, condimentos mixtos. Citamos a entidades que para nada dependen de renglones importados, sino, principalmente, del ingenio y capacidades creativas de sus colectivos.
Esperemos que la feria ayude a prender la chispa y se diseminen ideas en beneficio de Cuba. Para pensar como país, primero hay que hacerlo desde el barrio, la localidad, el municipio.
A ello debe contribuir el certamen recién finalizado, al cual fueron convocados los ministros, quienes intercambiaron con representantes de sus ramas, y asistieron empresas exportadoras e importadoras, las que esclarecieron cómo estrechar vínculos entre ellas.
Deudas en la capital
Quedan tareas pendientes cuando se habla de economía: nadie puede explicarse cómo es posible que el salario medio de La Habana esté por debajo del promediado en otras provincias del país, a pesar de que la capital tiene prioridades en cuanto a aseguramientos de suministros. Es incomprensible que en un negocio, sea cual sea, se quieran alcanzar ganancias exageradas en poco tiempo por la reventa de mercancías, cuyo costo de producción o importación dista mucho del precio al que expenden las mercancías a los consumidores.
Si algo queda en la memoria de quienes recorrimos Expocuba, es la imagen de jóvenes como Loimary Tamayo Vasconselos y su esposo, quienes comenzaron experimentando en su domicilio haciendo juguetes para un amiguito con capacidades especiales que visitaba a su niño y ahora exhiben una gama diversa de divertimentos didácticos que producen a partir de desechos de cajas de tabaco y comercializan en el PDL Meñique, del municipio de La Lisa. Allí también instruyen a alumnos de las escuelas de oficios.
Satisfizo ver a integrantes de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR) mostrar iniciativas en la elaboración de piezas, componentes y bienes, con los que durante más de 60 años resolvieron situaciones en fábricas, centros o instituciones.
Ponderada sea la labor de Eloy Barrios Alayón y su hijo, que sacan de la esterilidad de las calles del poblado de San Francisco de Paula, en el municipio de San Miguel del Padrón, a decenas de pequeños y adolescentes para sumarlos a pintar, actuar o hacer rugir tumbadoras en el proyecto nombrado Proyectongo, que comenzó en una acera y tiene su sede hoy en el cine Lídice de la mencionada localidad.
Únanse a ellos, la calidad de enlatados de la Cooperativa de Créditos y Servicios Manolito Domínguez, o el ejemplo con el que comencé este comentario: el del joven Ricardo Fernández, director de producción de Deshidratados Habana, y su hermano, quienes experimentaron con el horno de una cocina doméstica y ahora unen a una treintena de trabajadores para usar métodos de conservación de semillas, frutas maduras, especias y cortezas de árboles que expenden en puntos de venta o a empresas.
El cubano es emprendedor, eso está demostrado. Queda ahora que la gestión de cada uno se revierta en prosperidad y bienestar comunes. El terreno es fértil para que iniciativas, como las mostradas en la Segunda Feria de Desarrollo Local, motiven, inspiren y unan voluntades.