Gilma Pérez es la segunda mujer cubana que, tras un volante, desafía prejuicios. Chofer de la Empresa de Ómnibus Nacionales, comparte con orgullo que el amor a este oficio le viene por su padre
Desde que tiene uso de razón, Gilma Pérez Pérez anhela estar tras un volante. Su afición prematura por este oficio se la debe a su padre, chofer profesional que “conducía cualquier cosa y nunca tuvo un accidente”. A él le debe no solo el amor por esta profesión, sino también el desempeñarla sin temor alguno.
Con apenas 20 años, justo después de dar a luz su primer hijo, obtuvo la licencia de conducción; y hoy exhibe con todo orgullo la categoría de “chofer A” de la Empresa de Ómnibus Nacionales (EON).
Para Gilma, el camino que abrió su compañera y colega, Idania Perea León, primera mujer en desempeñarse en esta actividad, marcaría un “después” en su vida: “Antes de que ella marcara ese precedente y se hiciera popular en las redes sociales, no había podido conseguir empleo en mi provincia, aún con los papeles en regla y la categoría de licencia de conducción requerida. Lo veían como algo absurdo. Una vez que Idania dio ese paso sirvió para que muchos tomaran conciencia y abrieran su mente, y es ahí cuando comienzo a laborar en la transportación urbana de pasajeros. Luego solicito el curso para capacitarme en la EON y, el resto, ya es historia”.
Se convertía esta holguinera en la segunda mujer que tras un timón desafiaba estereotipos en la mayor empresa de transportación interprovincial de pasajeros del país: “Recuerdo con mucho cariño cuando fui aceptada en la escuela de capacitación, junto a 18 compañeros”, comenta Gilma.
Anteriormente “me desempeñé como vestuarista de un grupo de modelaje muy reconocido, llamado Modelos Mailen, además, fui auxiliar general en la cadena de tiendas TRD, y luego en la Empresa Constructora de Obras de Ingeniería ECOI #17”, comparte con BOHEMIA.
“Muchos no tienen idea de lo que sentimos cuando no nos creen capaces de desempeñar una labor, solo por el simple hecho de ser mujer. Es muy duro, más aún cuando es un anhelo de toda la vida, y los prejuicios que existen al respecto te lo impiden cumplir”.
La relación con sus compañeros dentro de la empresa no ha sido del todo fácil, pues todavía hay algunos que les cuesta aceptarla: “Todos salimos de un vientre y es algo que cada persona, antes de menospreciar, subvalorar y discriminar a una mujer, deberían detenerse a analizar”.
De su vínculo con los pasajeros puede decir todo lo contrario. “Es fabuloso”, asegura. “Aunque he pasado momentos difíciles por algún que otro mal educado, incluso con algunas mujeres; pero eso no me detiene. Por lo general no es la norma, la inmensa mayoría me respeta, se alegra y me felicita por lo que he logrado”.
Para Gilma, existen todavía algunas barreras que impiden el acceso a esta profesión de otras como ella. Una, es el miedo, y la otra es la poca posibilidad que existe para acceder a un ómnibus, hacer las prácticas, examinar y obtener la categoría.
El mensaje de esta holguinera que, imponiéndose a las adversidades cumple sus sueños, es que no se detengan: “Ignoren el qué dirán y cuanta manifestación de discriminación hallen a su paso. Inspírense en el ejemplo de nuestras heroínas: Mariana, Celia, Vilma, Melba y Haydee, quienes fueron capaces de librar más de una batalla en escenarios complejos. Así nada ni nadie las podrá detener”.
Su historia deja al descubierto que aún queda mucho camino por andar. Mientras, Gilma anda tras el timón abriéndose paso y, como diría ese gran trovador cubano, apartando piedras de aquí y haciendo labor, porque “eso de manejar lo llevo en la sangre”.
CRÉDITOS
Fotos. / Cortesía de la entrevistada