Foto. / cubahora.cu
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La invasión derrotada

La victoria contra los invasores en Playa Larga y Playa Girón ocurrió en menos de 72 horas; el jefe de la Revolución tuvo un rol decisivo


La hostilidad del gobierno estadounidense hacia la Revolución Cubana nació junto con ella. El momento más tenso de los primeros tres años del poder revolucionario se dio entre el 17 y el 19 de abril de 1961, cuando tropas mercenarias, respaldadas por instituciones federales yanquis,  desembarcaron en bahía de Cochinos, Matanzas, al suroeste del archipiélago.

Los alrededor de 1 500 invasores se agrupaban en la que se conoció como Brigada 2506. Su intención era dominar un pedazo de terreno, por insignificante que fuera, y establecer un gobierno provisional que solicitara a Estados Unidos la intervención militar directa en el país para derrocar la Revolución.

La propuesta inicial de organizar una invasión como esa se elaboró durante el mandato del republicano Dwight Eisenhower, quien como general de cinco estrellas, poseía singular experiencia en estas lides, pues había protagonizado el desembarco del bando aliado en Normandía en 1944, durante la Segunda Guerra Mundial.

Su sucesor en la Casa Blanca, el demócrata John Kennedy, heredó el plan, pero atenuó el protagonismo de las agencias gubernamentales, al menos de cara a la opinión pública. Kennedy desautorizó la entrada frontal de tropas regulares estadounidenses en combate y apostó por los exiliados como rostros visibles de un proyecto sustentado, no obstante, por la maquinaria logística, diplomática, mediática y de inteligencia de su país.  

Para intentar legitimarlas, las operaciones fueron atribuidas a cubanos opuestos a la implantación de un régimen comunista en Cuba. Entre los invasores vendrían antiguos luchadores contra Fulgencio Batista, mas opuestos a la radicalización del proceso; no se debe descartar, incluso, que algunos de los expedicionarios hayan tenido verdaderas motivaciones ideológicas. Sin embargo, la Brigada 2506 se compuso predominantemente de mercenarios y elementos dispuestos a restaurar el status quo prerrevolucionario.

Avión enemigo derribado durante la invasión. / Archivo de BOHEMIA

Victoria retrasada

Un aspecto poco conocido sobre la victoria contra los invasores tiene que ver con la participación de Fidel Castro, quien durante el enfrentamiento viajó no una, sino dos veces a Matanzas, de acuerdo con un texto de la investigadora Katiuska Blanco. Después de recibir informaciones sobre el desembarco en bahía de Cochinos e impartir órdenes desde La Habana, el Comandante en Jefe marchó al frente de batalla el 17 de abril. Transitó por la ciudad de Matanzas y sucesivamente recorrió Limonar, Coliseo, Jovellanos, Jagüey Grande, hasta llegar, en la tarde de ese mismo día, al central Australia, paso obligado en el camino de Jagüey a Girón.

Los orígenes del central Australia se sitúan en la década de 1860. Al parecer, sus primeros dueños conspiraron contra el colonialismo español. Alrededor de un siglo después, el jefe de la Revolución organizó allí las acciones para derrotar la invasión mercenaria y luego avanzó al poblado de Pálpite, más próximo a las líneas enemigas.

Desde 1959, Fidel visitaba con cierta frecuencia la Ciénaga de Zapata junto a otros dirigentes revolucionarios como el capitán Antonio Núñez Jiménez, pues pensaba impulsar un proyecto de desarrollo económico –incluía la desecación de parte del territorio, la repoblación forestal y la construcción de un camino hasta la Laguna del Tesoro– en esa apartada localidad, donde la mayor porción de tierra estaba en propiedad estatal. Sus incursiones por la Ciénaga le habían permitido adquirir algún conocimiento del terreno. Por ejemplo, como han escrito los historiadores Eugenio Suárez y Acela Caner, el líder guerrillero recordaba un camino que salía a dos kilómetros al oeste de Playa Larga, una de las franjas costeras tomadas por la Brigada 2506.

Aquella ruta, poco transitada habitualmente, le vino a la mente a Fidel, quien ideó ponerse en la retaguardia enemiga de Playa Larga por esa vía. El plan sería ejecutado en horas de la madrugada del 18 de abril. Sin embargo, después de recibir reportes desde la capital de un supuesto desembarco paralelo por Bahía Honda, al occidente de La Habana, Fidel decidió regresar para ponerse al frente de la defensa de la principal urbe cubana.

En la madrugada del 18 de abril, el líder revolucionario estaba de retorno en el Vedado capitalino. Prácticamente no había tiempo para descansar. Pasó esa jornada y parte del 19 emitiendo órdenes a los oficiales que combatían en Matanzas. Lo del desembarco en Bahía Honda resultó una falsa alarma, una maniobra de distracción sin otra consecuencia que haber alejado a Fidel del teatro de operaciones.

El jefe guerrillero y el grupo de militares que permanecían con él salieron para la Atenas de Cuba el 19 de abril por segunda vez. Aunque la recóndita ruta a Playa Larga había quedado indicada, el plan de una aparición sorpresa por la retaguardia enemiga no había podido concretarse el 18 de abril por falta de conocimiento topográfico de quienes quedaron combatiendo. Ello prolongó la resistencia enemiga en esa parte de la bahía. Para Katiuska Blanco, biógrafa del Comandante en Jefe, el viaje de Fidel a La Habana retrasó la victoria contra los invasores.

Gracias al mando certero de Fidel y la valentía de miles de combatientes, el plan de tomar un pedazo de terreno cubano, para desde él solicitar la entrada de tropas regulares estadounidenses, fue derrotado. / Archivo de BOHEMIA

Nosotros no matamos a los prisioneros

Las maniobras de defensa incluían capturar la mayor cantidad posible de soldados enemigos. Mientras más grande fuera el número de arrestados, más imponente sería la victoria política de la Revolución. Además, la dirección del país razonó que tener bajo detención a la casi totalidad de la Brigada 2506 sería prueba irrefutable ante la opinión pública internacional, en caso de que desde Estados Unidos se insinuaran las movilizaciones militares de abril de 1961 como una pantomima del Gobierno Revolucionario. 

Aunque tradicionalmente se asume el 19 como día de la victoria contra los invasores, en realidad hubo pequeños combates durante las siguientes horas. A las fuerzas revolucionarias –compuestas por milicianos, voluntarios, campesinos, obreros, estudiantes, combatientes de la Policía Nacional Revolucionaria y del Ejército Rebelde– les tomó varias jornadas limpiar las zonas aledañas. Los agresores dispersos intentaban escabullirse entre los mangles y pantanos de la Ciénaga de Zapata. Ello no contradice, sin embargo, la tesis de que para el 19 de abril la invasión iniciada hacía menos de 72 horas estaba derrotada en lo fundamental. A esas alturas, el descalabro de la Brigada 2506 era irreversible.

El bando revolucionario tuvo más bajas mortales que la Brigada 2506. A los invasores apresados se les respetó la vida. / Archivo de BOHEMIA

Una vez de vuelta en Matanzas, el entonces primer ministro del Gobierno Revolucionario asumió la dirección sobre el terreno. En los últimos momentos de la batalla, avanzó de noche en un vehículo blindado hacia las arenas de Playa Girón, por una carretera rodeada de bosque espeso sobre suelo pedregoso, próxima al mar. El artefacto en que se desplazó, recordaría Fidel años después, había tomado parte en los combates “toda la tarde” y “apenas llevaba tres o a lo sumo cinco proyectiles”. Aunque, en rigor, el líder de la Revolución no estuvo en un solo tanque, sino en distintos durante “diversos momentos de aquellas acciones”, según recoge el volumen Cien horas con Fidel.  

El avance de las defensas cubanas al último reducto enemigo de importancia fue tan inexorable que, por situaciones accidentales de la guerra, el Comandante en Jefe estuvo expuesto algún rato, al igual que otros combatientes, al fuego de la artillería propia, dirigida por Pedro Miret. Con anterioridad, esta había recibido la orden de evitar con su poder de fuego el repliegue de los atacantes, virtualmente derrotados, hacia sus embarcaciones o las naves que la marina de guerra de Estados Unidos había acercado a las costas cubanas.

En el desenlace de los acontecimientos de abril de 1961, el jefe del Gobierno Revolucionario participó en la captura de varios invasores. Aunque en Cien horas…Fidel reconoció que accidentalmente, “por un descuido de algún responsable del traslado”, se produjeron “varios casos de asfixia” en una rastra cerrada; la filosofía de la Revolución fue, al igual que en la guerra de liberación, tratar con dignidad a los arrestados en combate. El hombre de La Historia me absolverá contó al periodista español Ignacio Ramonet cómo le salvó la vida a un prisionero, víctima de una úlcera sangrante, que gritaba:

–¡Mátenme!

Pero Fidel, quien lo escuchó y orientó que un jeep lo trasladara a un hospital a toda velocidad, le respondió antes de que partiera:

–Nosotros no matamos a los prisioneros.

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