Foto./ Jorge Luis Sánchez Rivera.
Foto./ Jorge Luis Sánchez Rivera.

Danza y vida

Cada 29 de abril el mundo celebra el Día Internacional de la Danza. Para homenajear la fecha BOHEMIA te regala este fotorreportaje, donde se aprecia cómo la ciudad de Camagüey y el ballet convergen en esa terquedad con que desafían las leyes del cuerpo

Texto./ Yanetsy León González

Fotos./ Jorge Luis Sánchez Rivera


La ciudad y la danza tienen algo en común. Es el movimiento. Y Camagüey y el ballet convergen en esa terquedad con que desafían las leyes del cuerpo. Basta mirar los vericuetos de plato roto que simulan las calles para comprender esa resistencia a lo ordenado. Los bailarines clásicos desafían la gravedad para tocar el cielo.

A veces, demasiadas veces, el andar cotidiano nos priva de admirar la escena urbana, una escena que el habitante común recorre con sus conflictos, con el drama íntimo de la existencia.

Es preciso un momento para el respiro, para contemplar y encontrar un alivio, una meta, un regocijo en la realización de los demás. Por eso, el arte es sanación.

En medio del bullicio de calles populosas o en la quietud de plazas desoladas, un fotógrafo interviene la escena y logra otro punto de vista con la serie Camagüey: danza y vida.

No es la primera vez de este tipo de acción callejera. Ni siquiera Jorge Luis Sánchez Rivera ha sido el primero ni el único, pero en él estas sesiones se han vuelto una práctica obligada en cada visita.

Sacar del teatro el ballet, acercar el bailarín a la gente común como un experimento social, es un reto asumido por ambas partes. Estas no son postales para turistas, sino el milagro del sueño realizado con persistencia. Mantener la línea supone ciertas privaciones. Vivir, también.

Coincide el regreso de Jorge Luis con el Día Internacional de la Danza, por lo que su nueva mirada al Ballet de Camagüey como habitante es un regalo compartido este 29 de abril.

Andar sobre adoquines entraña siempre un riesgo, tanto como la incertidumbre de un día nuevo. Amor y dolor son ingredientes inseparables en cada proyecto, pues no duele la ausencia de lo que no se quiere.

Yanni, Sheila Patricia, Laura, Lorena, Enrique, Melissa Maura y Yolaine representan a una compañía, es cierto, pero también son el alma visible de una ciudad con alas de mariposas y con añoranzas de la costa, que es decir, con la mirada a lo infinito.

Pudiera leerse como un capricho o complacencia de un gusto individual esta reincidencia de Jorge Luis, pero desde ese impulso personal está retratando la sociedad.

Acerca a la ciudad como escenario para la vida espiritual del hombre. Desde la perspectiva de los sociólogos, el hombre crea un espacio, creándose; aunque no todos los habitantes son conscientes de eso.

La figura del bailarín protagoniza el cuadro, pero en el conjunto de elementos el fotógrafo determina una imagen de identidad de grupos humanos, desde su actuación en lugares de expresión social, de participación cívica y de identificación simbólica.

En el diálogo de los lugares elegidos, con edificios de otros siglos y las personas de hoy, es posible apreciar la evolución de la urbe. También desde varias ciencias sociales se insiste en que una ciudad es una construcción sociocultural.

A 510 años de la fundación de la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, esta se ha convertido gradualmente en ámbito de permanencia y reunión, de mestizaje cultural y de atracción demográfica.

En estas fotografías a zonas históricas y patrimoniales del Camagüey actual está la expresión, a nivel de las relaciones, de un proyecto social que intenta combinar tiempo, espacio y memoria.

El fenómeno urbano expresa el sistema de valores en curso en la cultura propia de un lugar y de una época, lo que explica que cuanto más consciente es una sociedad de lo que persigue, más tipificadas son sus ciudades.

Cada época ha hecho soplar sus vientos y ha generado ondas diferentes. Como pasa en el mar, solo en grupo la ola puede llevar su energía de una etapa a otra.

Por eso hoy, la ciudad y la danza, Camagüey y el ballet fluyen en las claves de sus misterios. Una complicidad por la belleza y el movimiento trascendente de nuestro tiempo.

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