La neutralidad de Helsinki, un pilar de su sistema social, fue rota, y con ello se ve amenazada la estabilidad de una de las naciones consideradas entre las más “felices” del mundo
Finlandia lleva seis años consecutivos siendo el país más feliz del mundo, de acuerdo con el Informe Mundial de la Felicidad, publicado por la Red de Soluciones para el desarrollo Sustentable de Naciones Unidas. Es una lista polémica en sí misma, pero toma en cuenta indicadores que hablan de la protección social a la población, una política que se considera parte de la identidad en el país nórdico. Otro elemento importante en ese sentido es lo que los finlandeses llaman “sisu”, palabra que podría traducirse como firme determinación ante las dificultades y que constituye un rasgo de la cultura nacional.
Sin embargo, este año, la noticia en el país escandinavo se recibió con desconfianza, porque los finlandeses andan preocupados y ya no se sienten tan felices. Recientemente la derecha llegó al poder y amenaza el sistema de bienestar social finlandés. Ese mismo grupo político dio un brusco timonazo en la proyección exterior de Helsinki, habitualmente neutral, e impulsó la adhesión a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Esa incorporación ha sido un tema de debate durante muchos años. Finlandia, que comparte una frontera de mil 340 kilómetros con Rusia, ha mantenido una política de neutralidad desde la Segunda Guerra Mundial.
La alianza militar fue creada en 1949, con Estados Unidos a la cabeza, para proteger a los miembros de una posible agresión soviética, hecho que nunca estuvo en los planes de Moscú. Desde entonces, ha ido ampliando su membresía y actualmente cuenta con 30 integrantes, incluyendo a Finlandia. En los últimos años ha visto una expansión amenazante en Europa del Este, con el establecimiento de una presencia militar en los territorios bálticos y el aumento de efectivos y material de guerra en Polonia y Rumania.
El 10 de junio de 2021, el presidente finlandés, Sauli Niinistö, anunció que su país se uniría al bloque militar. Esta decisión ha sido criticada por Rusia, que estima la expansión hacia sus fronteras como una amenaza a su seguridad nacional. El portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov, fue uno de los funcionarios del Kremlin que reaccionaron públicamente a la oficialización de la membresía finlandesa en la OTAN y expuso que este movimiento representa una «nueva escalada» en las relaciones con la organización. Sin embargo, Peskov también aseguró que la situación en Finlandia es completamente distinta a la de Ucrania. «Finlandia nunca ha sido anti-Rusia y no ha habido litigios», agregó el funcionario al expresar que Moscú solo reaccionaría negativamente si la alianza despliega infraestructura militar cerca de su frontera con Finlandia.
Precisamente la guerra entre Rusia y Ucrania ha sido un factor determinante en la decisión de Finlandia de unirse al bloque. El hecho ha resultado ampliamente manipulado por las fuerzas defensoras de la posición belicista, las cuales señalan que desde 2014 Rusia se ha anexado Crimea y ha apoyado a los separatistas prorrusos en el este de Ucrania, lo que ha generado tensiones en la región y ha llevado a los países vecinos a buscar alianzas militares para protegerse de una posible agresión de la nación euroasiática. No obstante, medios de prensa de Helsinki y expertos europeos coinciden en que la entrada de Finlandia a la OTAN no es la solución para garantizar la paz en la región. Por el contrario, esta acción puede aumentar las tensiones y provocar una respuesta agresiva por parte de Moscú.
La decisión de unirse a la alianza está relacionada con el ascenso al poder de la derecha en ese país nórdico y gran parte de Europa. Los partidos de derecha han utilizado el miedo a Rusia como una estrategia política para ganar votos y justificar la expansión militar. Minna Alander, experta en temas de seguridad del Instituto de Asuntos Internacionales, explicó recientemente a medios alemanes que, en este punto, hay consenso entre los partidos finlandeses y opinó que la política del Gobierno con respecto a Rusia se basará cada vez más en la disuasión, en lugar de en el diálogo con Moscú, como hasta ahora.
Este hecho es considerado ahora estratégico para Washington y sus aliados. Helsinki tiene un ejército bien entrenado y equipado, que es considerado una valiosa adición a la fuerza militar del bloque bélico. El país escandinavo no suprimió nunca el servicio militar obligatorio, dispone de 24 mil soldados en activo y más de 900 mil reservistas. En caso de tener que defenderse, el Ejército, la Marina y la Aviación podrían incrementar su dotación hasta unos 280 mil efectivos.
Desde el punto de vista geoestratégico Finlandia podría ayudar a la OTAN a consolidar su control sobre el Mar Báltico y proporcionar una nueva ruta para el despliegue de refuerzos militares. Los estrategas de la Alianza consideran que el territorio escandinavo es ahora una pieza estratégica del rompecabezas y puede ayudar a defender el vulnerable flanco oriental de un posible ataque ruso. La OTAN se ha preocupado durante años por cómo proteger a sus tres miembros bálticos, Estonia, Letonia y Lituania.
No obstante, el paso constituye un golpe mortal a la estabilidad regional. Rusia ha advertido de que la decisión aumentará la tensión y que tomará medidas para proteger sus intereses. Además, la membresía del país nórdico tiene implicaciones para otros países europeos que no son miembros de la OTAN, como Suecia, que ha mantenido una política de neutralidad similar a la de Finlandia y ha expresado su preocupación por estas acciones. La postura de Estocolmo es contradictoria. Ha mantenido una política de no pertenecer a ninguna alianza militar desde 1814, pero ha estado cooperando cada vez más con la OTAN en los últimos años. En la actualidad fuerzas gubernamentales de derecha intentaron implicarse en una aventura similar a la de sus vecinos, a medida que crece la presión externa para hacer lo mismo. Ahora, la moratoria de Turquía a su ingreso al bloque militar y las protestas populares pusieron en pausa estas gestiones. Ankara demanda de Suecia la extradición de disidentes kurdos, que califica de terroristas, como condición para apoyar la adhesión de Suecia al bloque.
La integración de Finlandia a la OTAN perjudica la paz en la región. Mientras urgen soluciones pacíficas y diálogos para garantizar la estabilidad y seguridad en la región, la posición finlandesa establece un peligroso precedente que pone en peligro futuras gestiones para dar fin al actual conflicto y siembra nuevos focos de contradicciones.
Un comentario
La razón de fondo, a mi entender no es la que argumenta la articulista. La llegada de la derecha sencillamente podrá implicar un cambio geopolítico fines: posiblemente se acercará a los EEUU. Nada tiene que ver con la quita de beneficios sociales.