Gustavo Petro: un año entre turbulencias

El primer gobierno popular en la historia de Colombia cumple sus primeros 12 meses en medio de feroces críticas, diatribas, cerrados aplausos, elogios, y muchos retos de cara al futuro


El 7 de agosto de 2022 más de once millones de colombianos se decidieron por Gustavo Petro para liderar un nuevo rumbo en el único país de Latinoamérica donde, en más de 200 años de historia republicana, nunca dirigió un presidente progresista o de izquierda.

Este excombatiente del Movimiento M-19, indultado en los años 90, representante a la Cámara, senador y exalcalde de Bogotá logró la victoria en las urnas bajo una fuerte cruzada de oposición y de desprestigio basada en la construcción de una matriz de desinformación, y falsas noticias de los medios privados y de los partidos tradicionales de derecha, acostumbrados a repartirse el poder cada cuatro años.

A Gustavo Petro le quedan tres años para lograr que su mandato deje huella. / elespectador.com

Petro centró su campaña en las promesas de alcanzar la paz total, batallar por la justicia climática y la transición energética, cambiar el modelo de lucha contra el narcotráfico, empoderar a la mujer y brindarle garantías sobre igualdad y la equidad de género.

Asimismo, prometió adelantar con carácter prioritario tres grandes reformas sociales en salud, trabajo y pensiones, temas pilares de las manifestaciones populares de protesta durante los gobiernos de Juan Manuel Santos e Iván Duque.

El “primer gobierno popular en la historia de Colombia”, como le gusta definirlo al presidente, cumplió 365 días y en cada uno de ellos navegó entre turbulencias, enfrentando a élites políticas y económicas decididas a impedirle a toda costa avanzar.

Promesas de campaña

Para ejecutar la agenda de cambios sociales, Petro sabía de lo indispensable de cerrar de una vez y para siempre los círculos sin fin de la violencia en la nación sudamericana y puso en marcha su estrategia de Paz Total. En este primer año, su política al respecto exhibe una consolidada mesa de diálogos con el ELN, guerrilla con la que acaba de pactar un alto al fuego de seis meses.

Además, está anunciado el inminente comienzo de conversaciones formales de paz con una de las disidencias de las FARC aún en armas y denominada Estado Mayor Central (EMC).

Pese a sus reiterados llamados a lograr un gran acuerdo nacional, Petro ve desmoronarse las precarias alianzas construidas durante las primeras semanas de su mandato, lo cual dificulta el trámite de sus innovaciones en la rama legislativa.

La reforma al sistema de salud transita actualmente un penoso trámite en el Congreso y está empantanada por algunos interesados en que pierda su esencia. También camina entre tropiezos una reforma pensional con la cual intenta garantizar una vejez menos penosa para millones de hombres y mujeres que trabajan en la economía informal.

Por otro lado, durante estos meses la mayoría de los congresistas están concentrados en la campaña electoral para escoger mandatarios locales en todas las regiones del país, lo que reduce el ritmo de trabajo en el Parlamento y pospondrá aún más la toma de decisiones sobre las propuestas presidenciales. Pese a todo, al repasar su primer año en la Casa de Nariño, el presidente retomó sus promesas de dignificar al pueblo y esa sigue siendo su prioridad, aseguró.

Giro radical en política exterior

Luego de cuatro años de pugnas del gobierno de Iván Duque con el presidente Nicolás Maduro, Petro, sin quitarse el polvo del camino y a solo horas de llegar a la Casa de Nariño, reanudó las relaciones diplomáticas y comerciales con la vecina Venezuela y volvieron a abrirse los pasos principales de los más de 2 200 kilómetros de frontera común.

El primer presidente de izquierda llegó hasta la Casa Blanca invitado por el propio Joe Biden y, sin miramientos, le habló sobre los nuevos temas en la agenda internacional de Colombia, haciendo énfasis en los asuntos ambientales y la urgencia de una transición energética que impida el colapso del planeta.

También reactivó la membresía colombiana en el Mercosur y asumió un liderazgo regional junto con Brasil para detener la destrucción de la Amazonia.

Un culebrón mediático con aires de corrupción

En medio del poco pero importante avance que le han permitido en estos 12 meses, lo revuelven fuertes escándalos de corrupción desatados por personas muy cercanas al mismo Petro dentro de su familia y de su Gabinete. El arresto de su hijo mayor, Nicolás, y el culebrón mediático y de telenovela presentado para justificar sus confesiones ante la Fiscalía General, donde lo acusan de enriquecimiento ilícito y lavado de dinero, incrementan la crisis política.

De acuerdo con el primogénito, figuras prominentes del narcotráfico y del crimen organizado le entregaron alrededor de 270 000 dólares, parte de los cuales sirvieron para financiar supuestamente la campaña presidencial del gobernante. En una reciente entrevista con la Revista Semana, Nicolás Petro aseguró que su padre no sabía del ingreso de esos recursos. No obstante, afirmó, hay varios temas sobre la financiación de su candidatura que deberán ser aclarados por las autoridades gracias a la información aportada por él durante su proceso de colaboración con la justicia.

Los hechos empiezan a ser materia de investigación por parte de la Fiscalía General de la Nación, un ente que no brinda las garantías necesarias de imparcialidad, de acuerdo con analistas y sectores políticos. No obstante este escenario adverso, a Petro le quedan tres años para seguir forcejeando y lograr que su mandato deje huella en ese país para nada acostumbrado al progresismo y la democracia.

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Un comentario

  1. Gustavo Petro NO es el primer Presidente progresista o de izquierda en Colombia. Ya hubieron al menos 2 antes: José Hilario López (1849-53) y Alfonso López Pumarejo (1834-38 y 1942-45)

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