La nación sudamericana se tiñe de sangre, en medio de una crisis de seguridad sin precedentes, y cae en el más profundo hueco del sistema financiero regional

A pocos días de celebrarse unas controvertidas y súbitamente adelantadas elecciones presidenciales y legislativas, Ecuador atraviesa varias crisis en materia de seguridad, economía y política. Los aprietos más graves de su historia.

Recientemente, una cadena de acontecimientos en torno a la criminalidad puso en jaque el orden público del país. Asesinatos, motines carcelarios y terror en las calles sacuden a una nación plagada de crimen organizado, que ha cobrado más fuerza de cara a las presidenciales del 20 de agosto.

En las cárceles, los índices de violencia y muerte sobrepasan los de cualquier nación del continente y obligaron al gobierno a declarar el estado de excepción en todas las prisiones del país.

Una serie de graves disturbios tuvo su epicentro en el centro penitenciario Litoral y dejó al menos 31 muertos. Durante dos días el desorden imperó en la cárcel, hasta que el ministro del Interior, Juan Zapara, ordenó a las fuerzas militares tomar el control.

Uno de los últimos hechos sangrientos de gran impacto fue el asesinato del alcalde de la ciudad de Manta, Agustín Intriago, emboscado por criminales que lo acribillaron a balazos en la calle. A ese acto de violencia política, se suman los cientos de víctimas no identificadas que perdieron la vida desde que Ecuador se convirtió en un punto clave de la ruta de la cocaína desde Sudamérica al resto del mundo.

Los ecuatorianos están cansados de contar muertos. La tasa de homicidios por cada 100 000 habitantes subió más de 300 por ciento en los últimos siete años y la población vive con la incertidumbre sobre qué le puede deparar el destino al cruzar la puerta de su casa.

Si bien este escenario se inició bajo el mando del traidor Lenín Moreno, cuyas políticas borraron aquella imagen de prosperidad y seguridad lograda en más de 10 años de Revolución Ciudadana, la desacertada gestión de Guillermo Lasso conllevó a esta escalada de la violencia sin igual. Para contrarrestar la crisis, este decidió echarle más leña al fuego y flexibilizó totalmente el porte de armas, sacó a las calles más militares para reprimir y ofreció todas las garantías a Estados Unidos para que durante siete años entrenen a soldados y policías. Todo ello bajo el supuesto de intentar dar al traste con el narcotráfico. Un cuento que bien conocemos por esta parte del mundo.

Un sector financiero en el piso

A Lasso le queda muy poco tiempo en el poder y ya sabemos que no le interesa la seguridad de los ciudadanos, pero intenta hacer hincapié en los asuntos financieros.

A pocas semanas de salir por la puerta trasera, impuso una reforma tributaria y una reducción de impuestos a ciertos sectores, en momentos en los que el Poder Legislativo está disuelto, debido a su decisión de decretar la muerte cruzada, la cual obligó a celebrar elecciones anticipadas para presidente y Parlamento.

En medio de ese escenario, el riesgo país para Ecuador alcanzó en los últimos días 2 018 puntos y es la segunda nación latinoamericana con mayor incertidumbre económica. Esta es la cifra más alta desde septiembre de 2020, durante el gobierno de Moreno, cuando llegó a estar en 2 852 puntos.

Expertos nacionales han insistido en darle varias explicaciones a la situación. Unos se la achacan a la inseguridad generada por los próximos comicios, otros a la indecisión sobre la próxima consulta popular referida a la extracción petrolera en el Parque Nacional Yasuní. Incluso, hay quien culpa al fenómeno climático El Niño, cuyas peores consecuencias podrían sentirse en el territorio nacional a partir del último trimestre del año.

Puede que ninguno de estos factores sea erróneo, pero lo más preocupante es que el temor a impagos crece en instantes en los que el precio de referencia para el petróleo ecuatoriano está cerca de los 80 dólares por barril. Normalmente, explican especialistas, cuando sube el valor del crudo, ese índice tiende a bajar debido al aumento de los fondos para el Ejecutivo.

De acuerdo con publicaciones especializadas, la actual escalada sostenida de ese indicador comenzó a raíz de la derrota del gobierno del presidente Guillermo Lasso en el referendo constitucional del pasado 5 de febrero, cuando la ciudadanía votó contra sus propuestas y eligió a políticos progresistas para alcaldías y prefecturas.

Y mientras la nación se hunde en la violencia y la inseguridad económica, una amenazada antesala electoral envuelve a los ocho binomios que aspiran a la presidencia y hacen de estos imprescindibles temas el centro de sus campañas.