Juegos Olímpicos (IV): ¡Historias de nobleza!

La belleza del Juego Limpio


El deporte nos regala historias muy hermosas. Ellas pueden ir más allá de la lógica rivalidad… De la comercialización, del sonido de las monedas, del quítate tú para ponerme yo. Sí, claro, hoy queremos hablar del Fair Play (Juego Limpio).

Ahora que se acercan los Juegos Olímpicos de París 2024, del viernes 26 de julio al domingo 11 de agosto, nos parece oportuno recordar que, desde los de Beijing 2008, se concede el Premio Fair Play Pierre de Coubertin (1863-1937).

Y casi no haría falta escribir, pero ya lo hicimos, que de estar vivo el fundador de los Juegos Olímpicos Modernos, y también del pentatlón moderno, estaría muy feliz con que ello se estimule y se premie.

Es importante recordar que el Fair Play, conocido también como espíritu deportivo, se refiere a la actitud de juego limpio, honesto y respetuoso hacia los oponentes, árbitros y espectadores.

El Comité Internacional para el Fair Play (CIFP) reconoce, desde Beijing 2008, los actos de deportividad en los Juegos Olímpicos a través de los Premios al Juego Limpio.

Es una organización reconocida por el Comité Olímpico Internacional (COI), creada en 1963 para promover los ideales del juego limpio en el ámbito deportivo y fuera de él.

Dos historias recientes

Nikki Hamblin (de Nueva Zelanda), a la izquierda, y Abbey D’Agostino (de Estados Unidos), en aquella carrera inolvidable en los Juegos Olímpicos de Río 2016.
/ abc.net.au

Vayamos a recordar ahora quienes lo ganaron en los dos Juegos Olímpicos más recientes:

Río 2016 el Premio Fair Play fue otorgado a las corredoras de 5 000 metros Abbey D’Agostino (de Estados Unidos) y Nikki Hamblin (de Nueva Zelanda), quienes se ayudaron mutuamente después de caerse durante la carrera de clasificación.

Tokio 2020, aplazados para 2021 por la pandemia del Covid, lo recibieron Johanna Hiraki (Japón) y Poppy Olsen (Australia), en nombre de otras siete patinadoras. Ellas ayudaron a la japonesa Misugu Okamoto a levantarse después de tres caídas en las finales de skateboarding, deporte que consiste en deslizarse sobre un monopatín y a la vez poder realizar diversas maniobras.

Los Juegos Olímpicos, tanto los de Verano (que nos ocupan hoy), como los de Invierno, han sido un escenario propicio para la demostración de estas cualidades, donde los atletas se esfuerzan por lograr la victoria sin comprometer la integridad del juego. Los galardonados personifican los valores que se desean transmitir.

El Fair Play es un factor fundamental en los Juegos Olímpicos, y los atletas que lo representan se convierten en inspiración para las futuras generaciones.  A través de sus actos de nobleza, respeto y espíritu deportivo, los ganadores dejan una huella perdurable en la historia olímpica.

Su legado se mantiene vivo, recordándonos la importancia de competir con honestidad y respeto, haciendo del deporte un vehículo transformador de valores universales.

Hitler molesto

A lo largo de la historia, antes y después de que surgiera el Premio Fair Play Pierre de Coubertin, se han dado momentos muy bellos.

Hay una historia que ocurrió en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, pero por su importancia no queremos dejar de recordar. Fue titulada Owens y Long: la amistad que desafió a Hitler.

Ese terrible dictador alemán de origen austriaco quería utilizar a Berlín 1936 como una plataforma para demostrar la superioridad de la llamada raza aria. En la primera jornada el afronorteamericano Jesse Owens ganó los 100 metros planos.

Luz Long, a la izquierda, y Jesse Owens: la amistad que desafió a Hitler. / eldiario.es

Pero después en la clasificatoria de salto largo… ¡cometió dos fouls! Se puso al borde de la eliminación. El alemán Luz Long, quien, en fecha reciente, había establecido record europeo, no quiso sacar ventaja. Y le aconsejó a Owens que iniciara el último y definitivo salto un poco antes. Le llegó a poner como indicador hasta un pañuelo a 20 centímetros de la tabla de despegue.

Owens aceptó la sugerencia y clasificó a la final. Al día siguiente Long se estiró hasta los 7,87 metros. Y Owens llegó a 8,06, válidos para la medalla de oro con récord olímpico. Entonces Owens, también ganador de los 200 metros y en el relevo 4×100, y Long se fundieron en un abrazo que conmovió al mundo.

Sí, el alemán corrió el peligro de ser calificado de traidor por Hitler. En varias cartas a su madre Long escribió:

“La raza y el color de piel no tienen importancia, no determinan el destino de un pueblo”.

*****

Volvamos a nuestros días:

Sí, es muy justo que los protagonistas de esta esfera, llena de tanto sacrificio, reciban justos ingresos económicos. Pero es muy alentador saber que para muchos hay algo muy humano más allá del sonido de las monedas…

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