La calidez de Muñeca y otras provocaciones

Pensemos en ser humanos como María Luisa y Pascual, pues motivan a continuar las indagaciones antropológicas y sociológicas que continuamente nos sorprenden en la vida cotidiana


¿Quién no ha reflexionado con detenimiento en descubrir las intimidades recónditas de otros seres humanos? Sí, el secreto del otro, por lo general escondido o no revelado a simple vista, suele despertar disímiles inquietudes.

Esto no solo suele ocurrir desde la visión personal, sino también en la de las familias, los vecinos, la sociedad.

Es el aquí y el ahora de cualquier persona en Cuba y allende los mares.

Conscientes de esa necesidad, guionistas, realizadores, actores, actrices… en fin, equipos creativos técnicos y artísticos pretenden captar lo que nos ocurre y cómo nos ocurre para seducir a las mayorías mediante la producción de interacciones comunicativas mediáticas.

De ningún modo por azar esa manera de establecer relaciones produce interactividad, sobre todo entre las audiencias jóvenes. A veces, proliferan los lenguajes híbridos, más densamente expresivos que los tradicionales, al estilo de los que se usan en intercambios de redes sociales digitales y en el envío de mensajería celular. Pero cuando la emergente interactividad recae en la televisión tradicional y en la telenovela cubana El derecho de soñar crece la necesidad de entablar diálogos, compartir conocimientos, estados de ánimo y emociones.

Ocurre, justamente, durante el intento de interpretar la presencia de dos discapacitados intelectuales, María Luisa y Pascual, en un relato que rinde homenaje a la radio cubana.

¿Nos satisfacen o no? ¿Está justificada su insistente presencia al contar una trama abarcadora de conflictos, contextos, situaciones, urgencias, enclavados en un medio de comunicación centenario? ¿Los rechazamos o los aceptamos? ¿Gustan o no gustan?

Ciertamente, la condición comunicacional contemporánea está mediada más que nunca por la tecnología y el mercado como resultado de un creciente interés por la cultura y el entretenimiento.

Los invito a colocar en los diálogos y en las polémicas una idea no planteada: todo proceso cognitivo implica a la duda. Si al iniciarse la telenovela no se entendía la presencia de ambos personajes-tipos, estos fueron implicándose en una narratividad propositiva: ¿tienen ellos el derecho de la maternidad y de la paternidad? ¿Merecen respeto porque son seres humanos y lo manifiestan en sueños, pareceres, luchas por la justicia personal y social?

Yaité Ruiz y Frank Andrés Mora asumen roles complejos que invitan a pensar en nosotros mismos. / Cortesía del equipo creativo de la telenovela El derecho de soñar

El amor y la bondad expresados en el actuar de Yaité Ruiz y Frank Andrés Mora al asumir roles difíciles, complejos, remiten al análisis de intérpretes empeñados en construir histriónicamente la vida de personajes-tipos que existen en el mundo de hoy y merecen ser vistos, apreciados, escuchados.

La insistencia en el destaque de la acción subordinada –mal llamada subtrama– de ambos personajes-tipos no siempre ha estado justificada, pero, razonemos: la dura realidad, la amalgama de incomodidades que nos sorprenden por doquier supera en dureza cualquier tipo de simplificaciones o de recetas sobre la proporción participativa de una escena en determinado capítulo.

Esa Muñeca de Yaité Ruiz incita tantas provocaciones como la propia lectura ética que renuncia a la complejidad incómoda de lo real.

Especialmente exquisita fue la escena preparatoria donde se anunció el repentino malestar de María Luisa. En otro capítulo, la actriz supo modelar lo que le ocurrió durante el manejo creativo de la acción dramática.

La labor de la actriz y del actor sobre sí mismos y sobre sus personajes dibuja movimientos según una lógica que teje nuevas relaciones con las palabras sin limitarse a ilustrarlas. Sin duda, es un bien necesario, en él emergen afinidades o conexiones profundas con los otros.

Por otro lado, ninguna señal puede sustituir al placer de lo vivencial. Y, específicamente, uno de los escritores, Alberto Luberta Martínez, director general junto a Ernesto Fiallo, vio, conoció, escuchó, a personas como Pascual y María Luisa en el estudio Benny Moré de Radio Progreso allí se grabó durante cinco decenios el nunca olvidado programa Alegrías de sobremesa.

Todos los días, la TV cubana afronta múltiples retos, debe enfrentarlos con recursos tecnológicos, puestos en manos de creadores dotados de ideas y pensamientos creativos, que contribuyan a la expansión de capacidades mentales.

En la red, el receptor genera opiniones propias, participa en la contextualización de la obra que él reelabora.

Los cambios de percepciones de los públicos demandan variaciones de lenguajes y escrituras, en un universo de visualidades cada día más fragmentado, donde los artefactos, a veces sofisticados, instauran diferentes tipos de relaciones sociales.

Al pensar y valorar el sentido de las construcciones de personajes-tipos como María Luisa y Pascual pensemos no solo en el entusiasmo momentáneo, sino en la responsabilidad asumida frente a la pantalla televisual, en ella ocurren hechos, situaciones, alegrías, sinsabores, pérdidas, igual que en la vida “real”.

Apreciarlos, no en tanto meros pasatiempos, sino en su dimensión humanista puede servir de vehículo poderoso para la transmisión de valores y los análisis de comportamientos que nos invitan a seguir adelante armados de optimismo.

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