La Habana que va con nosotros
Foto. / fotosdlahabana.com
La Habana que va con nosotros
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La Habana que va con nosotros

El tejido urbano de asombrosa arquitectura de esta ciudad, de “estilo sin estilo», como la describiera Alejo Carpentier, a sus 503 años de fundada todavía guarda secretos y enamora.


Nunca supe a ciencia cierta por qué un día aseguré haber visto los tranvías en La Habana. Hasta describí cómo eran, y quien dialogaba conmigo no salía de su asombro. Sabiendo que yo había nacido después de su extinción, solo podía tratarse de un sueño, me dijo, pues ya ni sombra de ellos quedaba en La Habana para ese entonces. Pero, con tal vehemencia sostuve mis argumentos que lo dejé dudando y terminé convenciéndolo de que el equivocado era él.

Ahora ya ni recuerdo quién era esa persona; si supiese le confesara mi delirio, motivado, creo, por las múltiples veces que cuando niña oí hablar de aquellos caminos de hierro, cuyas huellas hoy viven todavía en algunas calles habaneras. De la mano de mi padre solía ir a diversos sitios durante nuestros habituales paseos de domingo, y debe haberme impresionado mucho su vivencia del susodicho artefacto rodante, tanto que la asumí como propia.

Entendí lo sucedido tras caer en mis manos La Habana que va conmigo, un texto editado por Letras Cubanas, gracias al concurso de muchas personas, pero principalmente de un habanero ilustre, el Premio Nacional de Arquitectura 2001, Mario Coyula (1935-2014), cuya contribución al desarrollo urbanístico de la ciudad no se ha reconocido aún suficientemente. Y habrá quien piense que si él ya no está… Pero su memoria y su obra sí y merece revisarse por ciertas advertencias que dejó escritas y dichas.

Tanto hizo por la ciudad que quiso reunir en ese libro las vivencias de otros habaneros, quienes no solo removieron emociones y recuerdos, también es posible reconocerse en quienes aparecen en sus páginas. Cada personalidad que abrió los archivos de su memoria y su corazón acerca de La Habana, como diría Pastorita Núñez, nos aproxima a la sensación de alguien susurrándonos al oído secretos de una relación íntima con la ciudad, o con los sitios donde el rastro de cada uno ha de encontrarse.

La Habana que va con nosotros
En Cuba los tranvías se fueron extinguiendo poco a poco gracias una componenda entre las mafias que operaban en la Isla y en Estados Unidos, que terminaron cediendo a los intereses de la industria automotriz, en la década del 50 del pasado siglo. / tramz.com/cu

Más que una selección de varios conversatorios realizados durante cinco años en la Maqueta de La Habana, ubicada en 3ra y 28, en Playa —que fuera la sede del Grupo para el Desarrollo Integral de la Capital, fundado por Fidel en 1987—, la obra constituye una suerte de hallazgo, de reencuentro con esa sacudida que nos provoca La Habana, de la que es imposible prescindir, aunque a veces le reprochemos, sin razón pues no tiene culpa, más de un entuerto.

Tales charlas —reproducidas en el original tono coloquial con que discurrieron—, son el fruto de encuentros una vez al mes, con invitados diversos, frente a un público ávido de oír sus historias. En nota al lector, Coyula, también profesor y ensayista, escribe: “No esperamos de ellos una disertación erudita sobre las áreas de conocimientos en las que son expertos, sino su visión personal sobre la ciudad en la que han nacido, vivido o realizado una parte importante de su obra: esa Habana que de alguna manera los marcó, y que les acompaña”.

El intelectual y combatiente Julio García Oliveras, fue el iniciador de esos coloquios y también es el primero en aparecer en el libro, seguido por los testimonios de Natalia Bolívar, Eduardo Robreño, Rafaela Chacón, Rosita Fornés, Enrique Colina, Leonardo Padura, Pastorita y otros, quienes definen a su modo el carácter del cambiante paisaje urbano habanero, dibujan la urdimbre sonora que le es inseparable, ese que no permite distinguir entre una amable reunión familiar o un altercado temible. Todos ellos traen al presente piezas extraviadas de un rompecabezas archivado en su memoria, de tiempos agolpados en la nostalgia…

Fue precisamente Mario Coyula el último de quienes se sentaron durante ese lustro en la butaca de contar sus amores ¿ocultos? con La Habana. Tanto quedaría por decir que bien valdría imaginar otros encuentros como aquellos, inefable regalo para quienes habitamos esta ciudad y deseamos proseguir ese recorrido por espacios queridos.

¿Y mi tranvía llamado deseo? ¡Ah! Esa es una trampa de la que pocos escapan. Los ojos del tiempo advierten un vacío al llegar a las calles donde en su lugar circula un gran ajiaco de automóviles, veloces o no, y con su carga de humo, que ofrece una impronta muy diferente a la de ayer. No faltan en la remembranza esas máquinas, “un símbolo de La Habana de aquella época”, cuya desaparición “se me antoja influyó en un cambio de las costumbres de la ciudad y de la gente”, como escribió el arquitecto Coyula.

La Habana que va con nosotros
El tren Casablanca-Matanzas es una reliquia que todavía suena y resuelve. / granma.cu

Sin embargo, en aquel conversatorio, para sorpresa mía, el profesor Coyula no habló del tan mencionado aparato. Mas, casi al concluir disertó acerca del único tren de su tipo vivo en Cuba, el que circula desde Casablanca hasta Matanzas, una suerte de reliquia inmortal, tan asociado a La Habana como los tranvías.

Desde entonces mi más pública y calurosa esperanza es que dentro de 40, 60, 80 años esta urbe siga siendo objeto de deseo, musa de poetas, pintores, cineastas…, sitio para soñar, aunque no se pueda inventar nada sobre tranvías, porque otros monstruos rodantes focalizarán la atención.

La Habana será la misma coqueta que deje cautivos a lugareños y viajantes. Si acaso más lustrada, de seguro sin amenazas de guerra, ni bajo el pesar de pequeñas, medianas o grandes penurias provocadas por circunstancias del momento.

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2 comentarios

  1. Esa «pluma» tuya, sublime……. Y claro, honor a quien honor merece y coincido en que aùn Coyula no ha alcanzado el «sitial» que merece su obra.
    Hermoso homenaje a La Habana tu artìculo Lissette, felicitaciones!

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