Una intensa carrera como director musical y cantante avalan al director general de la agrupación vocal Novel Voz. En entrevista exclusiva con BOHEMIA, el músico Roberto Carlos Cruz Rodríguez narró detalles sobre sus inicios en el arte y el secreto para imitar instrumentos musicales con la voz
Le habían preguntado qué regalo quería para su sexto cumpleaños. Cualquiera de sus amigos del caserío de Juan Martín hubiese dicho que un trompo, una carriola, una pelota. El pequeño Roberto Carlos Cruz Rodríguez ni siquiera lo pensó: ¡Un piano!
Para sus padres no fue una sorpresa. Ya habían notado que, mientras los demás niños jugaban en los alrededores de la comunidad, él se quedaba viendo los músicos en la televisión. Su hermano montaba bicicleta; él cogía un palo y hacía como si tocara la guitarra eléctrica. Era el “raro” del barrio, mas, no le importaba.
Al padre lo habían enviado a trabajar a aquel sitio donde apenas había cinco casas muy distantes una de otra, junto a la carretera central. Cada mañana debía recorrer tres kilómetros desde el caserío hasta el poblado de Alonso Rojas, donde estaba la escuela primaria.
“A veces, nos íbamos en la guagua que recogía a los trabajadores del secadero de arroz, pero cuando iba muy llena no nos paraba. Entonces teníamos que irnos a pie. Por eso, mi mamá decidió comprarnos un caballo para que mi hermano y yo llegáramos temprano a la escuela. Para nosotros, aquello era una aventura. Cuando llegaba, lo amarraba en el patio de la escuela y por la tarde regresábamos en él para la casa”, recuerda, sin ocultar la nostalgia por los amigos de entonces.
Ni siquiera cuando comenzó a descubrir el mundo de las letras y los números, dejó a un lado su afición por el arte. Tanta era su insistencia, que sus padres decidieron buscar un apoyo profesional. Como vivían a 25 kilómetros de Consolación del Sur, municipio de Pinar del Río, y allí no había manera de que estudiara música, lo enviaban hasta la ciudad cabecera cada viernes hasta la Casa de la Cultura a recibir clases con María Elena Collazo, su primera profesora de piano.
“Ella me enseñó el sentido de la música: los intervalos, las notas graves, las medias y las agudas, y me preparó para hacer las pruebas de aptitud para la Escuela Vocacional de Arte (EVA), en Pinar del Río”.
Meses después, cuando le entregaron aquel instrumento lleno de llaves, en la EVA de Pinar del Río, Roberto no tenía ni la más mínima idea de lo que debía hacer. Ni siquiera estaba claro de cómo sería su vida desde el momento justo en que tomó en sus manos el clarinete. Apenas tenía nueve años y la ilusión de tocar la guitarra eléctrica, de la cual se había enamorado desde los cuatro años. Le habían dicho que la opción era estudiar guitarra criolla y, como no le apasionó mucho, se inclinó entonces por el saxofón, pero sus dedos eran muy cortos. No le quedó más remedio que enredarse en el mundo de la boquilla, las llaves, las técnicas de soplado y la respiración.
“Para estudiar cualquier instrumento de viento, primero nos entregaban solo la boquilla. Durante dos meses, había mucho ruido en la escuela porque los estudiantes no parábamos de realizar los ejercicios de embocadura y respiración. Una vez que lo dominé, pasé a aprender la técnica de los dedos. Tuve la suerte de contar con excelentes profesores”.
Al finalizar el noveno grado, la Escuela Nacional de Arte (ENA) le abrió un nuevo mundo de posibilidades. Había logrado ingresar a la prestigiosa institución para estudiar la especialidad de clarinete y, como segunda especialidad, también el oboe. Por eso, cursó las dos carreras al mismo tiempo. En 1995 se graduó de la ENA en ambas especialidades.
Aquellos años fueron decisivos para el camino que escogería después:
“Además de estudiar mis instrumentos, allí integré el Coro de Cámara de la ENA, que dirigía la maestra Alina Orraca. Con el coro participé en dos festivales internacionales en Santiago de Cuba. Interpretábamos un repertorio muy variado de música internacional, cantos gregorianos y un arreglo de la canción Locuras, de Silvio Rodríguez, que gustó muchísimo.
“En esa época había un boom de la música vocal. María Felicia había fundado el Coro de Cámara Exaudi; Digna Guerra ya había fundado el Coro Nacional de Cuba, Alina Orraca, la Schola Cantorum Coralina; y Carmen Collado fundó el Coro Polifónico de La Habana”.
Otra de las influencias que reconoce es la Banda de Música del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, donde cumplió su servicio militar.
“Se hacían recibimientos a los presidentes de los diferentes países y entregas de Cartas Credenciales. Aprendimos el repertorio militar, los himnos nacionales y elegías a los mártires. Pero la banda también tenía un repertorio popular que incluía casi todas las canciones de Juan Almeida Bosque. Él iba a ver cómo sonaban sus temas en formato de banda”.
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Aun sin proponérselo, cada paso determinó el siguiente. Al finalizar el servicio militar, debía decidir a qué proyecto integrarse.
“Me llamaba mucho la atención el trabajo de imitación de los instrumentos del grupo Vocal Sampling. Me enteré de que se estaba formando un nuevo proyecto que se llamaba Vocal LT y me aceptaron. Entonces tuve que aprender a imitar una trompeta, un trombón e instrumentos de percusión. Fueron meses de estudio y práctica.
“A las pocas semanas, nos invitaron a un evento benéfico en Panamá llamado Teletón 20-30. Era mi primera experiencia internacional y estaba deslumbrado con las cámaras de televisión, el escenario brillante y su piso transparente debajo del cual había un bar. Asistieron artistas de varias partes del mundo, como Gilberto Santa Rosa, Cheo Feliciano, la India, Marc Anthony, Donato Poveda y Rubén Blades, quien era el anfitrión. Ese evento fue determinante para mí, porque amplió mi visión de la música y el arte en sentido general”.
En la actualidad, Roberto Carlos dirige la agrupación vocal Novel Voz, responsabilidad que asumió en 2012, luego de una intensa experiencia como su director musical. Tras una de sus presentaciones más recientes, el músico accedió a conversar con BOHEMIA sobre el arte de la imitación de instrumentos en Cuba y su valoración a nivel internacional.
–¿Cuánto demora un músico en imitar un instrumento con la voz?
–Yo demoré un año para lograr una imitación. Al principio, me decían cómo era la onomatopeya de los instrumentos de viento. La melodía del saxofón se hace con la b o con la d.
“Soy barítono tirando a tenor y, por mi tesitura, son pocos los instrumentos que puedo imitar: los trombones, las trompetas con sordina, algo de bajo y varios instrumentos de percusión. Quienes tienen la voz grave poseen mucho rango para imitar un trombón o una trompeta, porque son instrumentos de sonoridades graves y medias. Las mujeres con registro de contralto, mezzosoprano y soprano pueden imitar una guitarra, un tres, un violín y piano, por ejemplo”.
–No parece nada fácil, ¿cuál es el secreto?
–Hay que escuchar mucho cada instrumento y tratar de imitar la sonoridad de una trompeta con sordina o cómo suena un trombón. En ninguna escuela de música del mundo se estudia cómo imitarlos. Eso lleva mucho estudio y ensayo.
“De hecho, Novel Voz fue la primera agrupación vocal de música popular que actuó en el Conservatorio Tchaikovsky, en Moscú, Rusia. Allí solo se estudia música clásica, pero querían mostrarles a esos estudiantes la forma de hacer otros géneros musicales con la voz. Cantamos el Chan Chan, de Compay Segundo y otros temas musicales que nos caracterizan como nación”.
–¿Cómo fue el tránsito de intérprete en Vocal LT a director musical de Novel Voz?
–En Vocal LT estuve alrededor de seis años, hasta su desintegración. Éramos todos hombres. Cuando comencé en Novel Voz era un octeto vocal mixto: tenía mujeres y hombres, con un bajo y percusión; el resto era armonía. Poco a poco, comenzamos a incorporar la imitación de instrumentos e hicimos un cambio de sonoridad, creando un sello musical característico precisamente por ser una agrupación vocal mixta. Hoy somos un quinteto vocal.
–¿Qué distingue a Novel Voz de otros grupos vocales en el país?
–Nuestro repertorio está montado sobre la música cubana de la vieja trova. La idea de las agrupaciones vocales es demostrarle al público lo que es posible hacer con la voz. Generalmente se hacen muchos Covers, por ejemplo, se imita lo que hacía la guitarrista de Michael Jackson o el bajo de una canción del grupo Chicago.
“Cada vez que vamos a cualquier país, tratamos de montar alguna pincelada musical de ese lugar. En Argentina, un tango; y en Canadá siempre hacemos jazz. Cuando estuvimos en Rusia, hicimos una polka. Para montarla estuvimos tres meses trabajando solo en ella, por lo difícil que resulta hacerla con la voz. En la Feria de la Salsa, en Cali, Colombia, montamos un tema que es como un himno allá: el vallenato Cali pachanguero. Aquello fue furor para el público.
“Del repertorio internacional tenemos también Fly me to the moon, de Frank Sinatra; una versión de Can’t buy me Love, de los Beatles, llevado a jazz. Parece una locura total, porque ese tema es pop. También le hice el primer arreglo vocal al tema más versionado dentro de la música cubana, Son para ti, del gran Pepe Ordaz”.
–¿Qué influencias de otros músicos o agrupaciones reconoces a la hora de componer?
–Con Vocal LT participé en eventos donde había muchos grupos vocales de alta calidad, pero solamente cantaban, no hacían imitación. En un festival de jazz que se hizo en la ciudad de Pori, Finlandia, conocimos al gran maestro americano Bobby McFerrin, quien halagó nuestro trabajo.
“También intercambiamos con el grupo vocal italiano Neri per Caso, que hace trabajo de imitación de instrumentos, aunque no es su fuerte. En Estados Unidos existen muchos grupos de este tipo, pero no imitan instrumentos. En lo particular, me llama mucho la atención su concepto de cómo hacer la armonía y entrelazar las voces. Además, sigo el trabajo del grupo Pentatonix”.
–¿Y cómo cuidas tu voz?
–El mejor reposo vocal que hago es dormir porque, aunque estés en silencio o escuchando música, no descansas la voz. Hay cantantes que no toman agua fría, que les funciona tomar alguna bebida alcohólica antes de salir al escenario; otras personas mastican hielo. Cada cual conoce su instrumento, que es la voz, y tienen sus rutinas.
“Yo estoy consciente de que debo cuidarme más. Algunas veces mastico romerillo porque me aclara muchísimo la voz. Cuando tengo un gran evento programado, comienzo a hablar más bajito desde dos semanas antes y fumo menos. Es terrible llegar a un país a hacer un concierto y quedarse sin voz a causa del cambio de temperatura, como me ha sucedido. He tenido que ir a inyectarme para recuperarla y, terminando el concierto, me he quedado afónico otra vez”.
–Trabajan en un nuevo disco. ¿En qué consiste la propuesta?
-Para este último disco, en el cual aún trabajamos, nos hemos propuesto hacer un rescate de la música tradicional. Por eso incluimos un popurrí de contradanzas de Manuel Saumell e Ignacio Cervantes, y hacemos un recuento de los inicios de la música cubana hasta la actualidad. Incluye danzones, el mambo número cinco de Dámaso Pérez Prado, un danzonete, un chachachá y temas de Sindo Garay. Aún nos quedan algunos por montar para terminar el disco. Tenemos mucho entusiasmo con esta propuesta porque será una manera novedosa de presentarles a los jóvenes parte de la riqueza cultural de la música cubana”.
CRÉDITOS
Fotos. / Cortesía del entrevistado
Un comentario
Excelente Grupo, mucho sacrificio para alcanzar sus metas. Soy testigo.