¿La sociedad pierde los estribos?

Liudmila Peña
Liudmila Peña.

Cuando creímos haber visto toda la barbarie en escena, cual plaza medieval, con el acto grotesco de enlazar un gato en medio de la Feria Internacional Agroindustrial y Alimentaria, Fiagrop 2022, un paneo de la cámara nos mostró algo tan preocupante como el hecho mismo de lastimar con alevosía al felino: la incitación, el clamor del público.

En las redes sociales se denunció el caso y las autoridades competentes respondieron informando las medidas impuestas a los infractores del Decreto-Ley No.31/2021 De Bienestar Animal y su Reglamento, el Decreto 38/2021. No ha bastado, parece insuficiente ante tamaño desprecio a la integridad y la vida de un ser vivo. Y de esos comentarios están repletas las redes sociales digitales donde participamos los cubanos. Incluso, el noticiero de televisión reflexionó acerca de las limitaciones que existen en el país para evitar tales desatinos. Creo que ha quedado claro que mucho ha de atenderse este tema que trasciende una especie, un contexto o una localidad.

Pero retorno al movimiento de la cámara que nos descubrió el disfrute y la excitación del público, como si, más allá del montaje de quienes urdieron la “presentación”, no hubiese espíritu crítico ante la violencia y la injusticia –no dudo que más de una persona se hubiera sentido incómoda frente a esa situación; sin embargo, no vi ni un solo gesto en el video que me lo demostrara–. No estuve allí, por suerte.

Cuentan quienes sí lo presenciaron que entre tanta gente grabando la escena en sus móviles, alzando sus brazos, aplaudiendo… había jóvenes, incluso menores de edad. Eso me preocupa, y muchísimo. ¿Les estamos diciendo a nuestros niños, adolescentes y jóvenes que no hay nada horrendo en maltratar, que está bien divertirse mirando cómo otros sufren, que hemos de quedarnos impasibles ante la crueldad y la injusticia?

Mal andamos, si lo tomamos como algo natural o si pensamos que se trata de una exageración alimentada por el fuego mediático de las redes digitales y las ansias de likes y comentarios. No estoy hablando solamente del desdichado gato, ni de los perros envenenados porque “ladran mucho y no dejan dormir a los vecinos”, ni de los caballos que vi azotar tantas veces en Las Tunas durante los recorridos del ferrocarril a otros sitios de la ciudad o desde las cocheras de Holguín hacia sus diferentes destinos, cuando no se encuentran mejores alternativas para el traslado de pasajeros en esos y otros territorios del país. No me lo tomen a mal, mas –si de maltrato y violencia vamos a hablar– hablemos claro: hace rato que en Cuba hemos ido naturalizando el golpe, las malas formas, el salirse de los “estribos” con animales, y también con seres humanos.

Lo digo y recuerdo a Frank, un niño de apenas dos años, que hace un par de semanas salió corriendo a montarse en uno de los tiovivos de la Finca de los Monos, tropezó y cayó justo debajo del aparato que ya comenzaba a girar. La madre, que lo miraba a lo lejos, salió a su encuentro, gritándole horrores. Lo agarró con violencia por uno de sus bracitos, lo sacudió y le vociferó, delante de todos los presentes:

–¡Eres muy falta de respeto, compadre! Eso es para que aprendas a aguantarte. ¡Qué chiquito este, Dios Padre! –le dijo agarrándolo por el pulóver sucio de tierra y luego se apartó para seguir murmurando desde una esquina.

Una niña de seis o siete años presenciaba el regaño con misericordia desde el tiovivo. Cuando la madre soltó a Frank, la muchachita detuvo el aparato, le extendió la mano al pequeño y lo ayudó a subir. Nadie más los miró, como si aquello no estuviera sucediendo o careciera de importancia.

Tengo la impresión de que observamos como normales ciertos actos de violencia, restándole trascendencia o “suavizando” determinados sucesos, como ocurrió en el más reciente capítulo de la telenovela , cuando Xiomara justificó el ataque de Julio (que envió a su hijo directo a un salón de operaciones) con el hecho de haber descubierto sus amoríos con Tomás.

Eso mismo sucede cuando un marido regresa borracho a su casa y golpea a la mujer, empuja a la madre, le vocifera a cualquiera. “Déjalo, para que se le pase la borrachera, no sabe lo que hace. Mañana ni se acuerda”, aconsejan muchísimas veces los presentes. O cuando el barrio se asoma a los balcones, mira por las ventanas, incluso sale a la calle para ver o entender mejor lo que grita una mujer que es abusada por su pareja, pero casi nunca el asunto pasa del “chisme” público o del circo de barrio, porque “entre marido y mujer…” ya ustedes saben. ¿Porque estamos acostumbrados? ¿Porque a ella le gusta? ¿Por qué no es mi problema?

¿Y cuando la bravuconería es en la cola, y se arma “la desagradable”? Cuando vemos cómo quien forma el alboroto, quien amenaza…, resuelve, es escuchado o incluso la propia multitud permite que pase adelante para librarse del conflictivo, ¿no estamos legitimando ahí la violencia? ¿No la hay en la guagua cuando el chofer debe aguantar improperios ante la burla pública o cuando es él quien intimida, quien grita que va a cerrar la puerta y que “pa’la próxima no va a parar ni coj…”?

Deberíamos preocuparnos tanto por el golpe físico como por el verbal, por la violencia explícita o por la que subyace en actos como el de una maestra que no es capaz de garantizar la disciplina del alumnado y les amenaza con no ponerle la pañoleta al que se porte mal, mientras asume como algo normal cuando un muchacho le pega a otro.

De esos actos no escapa sector alguno. Preocupa, volviendo a Fiagrop 2022 y a las redes sociales, que la violencia genera mucha más. Nótese que algunos usuarios sugerían soltarles un cocodrilo a los abusadores “para que sufran y pasen lo mismo que este pequeño angelito”.

De ese suceso queda el sabor amargo por la suerte del felino indefenso, de las medidas que no alcanzaron a aplacar el enojo colectivo por lo injusto y, sobre todo, la necesidad de revisar qué valores y qué sociedad estamos construyendo, desde el hogar, el barrio y las instancias de gobierno, para legarles a las nuevas generaciones un país más empático con el dolor ajeno y respetuoso de la integridad de los animales y de los seres humanos.

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10 comentarios

  1. Mis felicitaciones por tu artículo, plenamente de acuerdo, ese es el periodismo que se necesita, sobre todo cuando dices «la necesidad de revisar qué valores y qué sociedad estamos construyendo, desde el hogar, el barrio y las instancias de gobierno, para legarles a las nuevas generaciones un país más empático con el dolor ajeno y respetuoso de la integridad de los animales y de los seres humanos.»

  2. Gracias Liudmila. Tus reflexiones son gotas de raciocinio en el mar de barbaries que vemos a diario. Pienso que aunque sea gota a gota podemos intentar avanzar en el camino que nos conduzca a civilizar conductas humanas impensables en una sociedad con niveles supelartivos de educación. Durante años hemos descuidado cultivarnos en las aulas y tenemos en las narices que instruirnos solamente ha sido y sigue siendo insuficiente. Que estemos divulgando sanciones a los «graciosos» de la Feria, al menos, es otra gota más. Valen los intentos siempre y cuando las estructuras creadas con la nueva legislación de bienestar animal, trasciendan en acciones multidireccionales tal y como bien queda explícito en este comentario. Gracias de nuevo, Liudmila.

    1. Muy buen artículo que espero haga reflexionar y cambiar a muchos en nuestra sociedad.
      Hemos avanzado con la aprobación de la ley, con la denuncia de hechos como el que aborda el artículo. Espero que el peso de la ley y el rechazo de la sociedad caigan sobre quienes no respeten la vida de los animales.
      Gracias por el artículo, Liudmila!

  3. Muy bueno su articulo felicitaciones, ahora lo ocurrido en el Recinto Ferial Agropecuario si es algo grotesco quien les dio permiso para enlazar un gato como si fuera un animal utilizado para esos fines es abusivo quien pagara por esta acción, cuando se habla de una ley que ampara a los animales, no creo que esa acción cometida para con un indefenso animal afectivo como lo es un gato sea cosa graciosa ni nada por el estilo, muchos condenamos esa acción, incluso El Primer Secretario del Partido y Presidente de la Republica dejo claro su indignación con tan bochornoso hecho, esperamos por las medidas que hay que tomar y que hechos como esos no vuelvan a ocurrir.

  4. Excelente articulo ,especialmente su reflexión sobre la sociedad que estamos construyendo día a día.Coincido plenamente con la necesidad de revisar qué valores y qué sociedad estamos construyendo, desde el hogar, el barrio y las instancias de gobierno, para legarles a las nuevas generaciones un país más empático con el dolor ajeno y respetuoso de la integridad de los animales y de los seres humanos.”Son frecuentes los actos de violencia en multiples lugares y circunstancias.Solo podemos cambiar venciendo con el bien el mal y poniendo en practica el amor de Dios ,amando a nuestro projimo como a uno mismo e incluso amando a nuestros enemigos.el cambio real es el interior,las reformas externas no conducen al mejoramiento del ser humano,lo que hacen es disfrazar las verdares intenciones del corazón creando personalidaes falsas.Solo el amor engendra la maravilla.Un espiritu apacible y bondadoso alimenta una vida plena que no cambia el gozo bajo ninguna adversidad o carencia.

  5. Muy agradecida por su artículo, tan humano. Usted ha hecho más justicia con su artículo, que la «justicia» que se hizo por la ley.
    Hasta parece una burla esa multa, cuando arribamos al primer aniversario de haberse aprobado la Ley de Bienestar por la que votamos.
    Apuesto también por una Patria donde niños, jóvenes y adultos valoren la Vida y la humanidad por encima de carencias, materialismo y bajos modos.

  6. Magnífico tu escrito pero ese es un mal que ha ido creciendo en Cuba ante los ojos de todos y poco se hace por revertir tanta violencia, chusmeria, agresividad, vulgaridad….nuestro futuro es gris, pocos cultivan buenos valores.

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