La televisión es cara, hay que aprovecharla

Es preciso implicar a creadores, instituciones y directivos en la estetización de la calidad de vida, los valores artísticos, las ideas y los pensamientos propositivos en provecho de la sociedad


Como industria, el importante medio de comunicación audiovisual, responde a un sistema productivo que incide en el resultado creativo. En otras etapas, incluso en la más compleja del período especial de los años 90, se mantuvieron en el aire programas de notable calidad artística procedentes de televisoras cubanas y extranjeras.

Ahora, suelen faltar, entre otros elementos, guiones sugerentes, niveles actorales, visualidades de naturaleza estética con una amplia connotación social. Pensemos, lo que se ve, se escucha, se percibe en la televisión entra en los hogares, las discusiones familiares, las acciones de reflexionar sobre el día a día.

Todo esto demuestra la repercusión de los elementos de naturaleza estética en nuestra existencia. Hace mucho, quedó en el pasado su imagen elitista como filosofía del arte y de la belleza, la herencia de subestimación, centrada en su supuesta incapacidad de enrolarse en asuntos que trasciendan el discurso del arte y de los artistas.

En gran medida lo expresó a BOHEMIA la renombrada creadora Zaida del Río, galardonada con el Premio Nacional de Artes Plásticas 2023, un reconocimiento que se ha entregado, en su mayoría, a los hombres. Place escucharle: “Concibo mis poemas, obras pictóricas, dibujos, para enriquecer la vida de las personas sin distinciones de edades o sexos. Compartirla en los medios de comunicación y otros espacios es una manera de llegar al alma y a la conciencia de muchos humanos sin límites o fronteras”.

La destacada artista Zaida del Río defiende los saberes y la espiritualidad de los públicos con un estilo propio. / Yasset Llerena.

Junto a la literatura, el cine, y disímiles formas de narración, buscan relaciones de esclarecimiento y tratan de involucrarse con lo “real” para decirnos: lo que sucede interesa a cada persona.

Nunca lo ignoremos: en la llamada pequeña pantalla, desde la idea se comienzan a privilegiar el cauce creativo, las nuevas apropiaciones del lenguaje audiovisual y el hábito establecido en horarios de transmisión. Cada proyecto demanda el trabajo conjunto de una tríada indispensable: guionista, asesor, director o directora. Aunque éste último eslabón del concepto dramatúrgico y artístico es el máximo responsable del resultado, la comunión entre ellos exige concretarse en la práctica.

La televisión es cara, hay que aprovecharla. En un mundo interconectado, se borran las fronteras entre los géneros dramáticos, la ficción suele tener una activa presencia documental, realizadores y públicos –activos sujetos participativos– requieren de saberes para interpretar experiencias y visualidades en textos lingüísticos e icónicos presentados en spots, filmes, series, telenovelas.

Lo trascendente en dichas narrativas no es la anécdota per se, su valor reside en cómo permite transmitirle vida propia a personajes o tipos mediante la labor de actores y actrices sin que se esfuercen por extraer el sentido interior de esa construcción, pero sí lo logren pensando en la orgánica ejecución del acto físico dadas las circunstancias de cada puesta.

Con independencia del desarrollo tecnológico, los medios de comunicación aceleran una dinámica en la manera de contar y adiestran a los espectadores mediante la comprensión de las estructuras narrativas. Toda situación humana o actitud tiene un marco convencional en relatos inspirados en la construcción de la realidad, en tanto espectáculos que enfrentan al destinatario consigo mismo, pues lo inmiscuyen en una realidad-otra, la cual adquiere disímiles significaciones y debe conmoverlo.

En Cuba, hay que repensar la TV en su condición de medio infiltrado por los otros –así lo llama el ensayista mexicano García Canclini–, ya se habla de la postelevisión en tanto medio hibridizante y mixtificador, pues logró subsumir al cine, que ya no está confinado a la sala oscura; ahora la ubicuidad y la transterritorialidad del medio posibilita la difusión del arte cinematográfico mediante la computadora, a la cual se accede por decisión propia.

Sin duda, esta apertura de accesos e intercambios permite conocer producciones que se realizan y consumen en Estados Unidos y también las más recientes de Corea del Sur o China; el imperio de Hollywood en cierta manera ha sido desplazado, sus productores acuden a los mejores guionistas y realizadores latinoamericanos, los seducen, activan la fuga de cerebros, con el propósito de rescatar el poderío perdido.

Tampoco es posible desarrollar la cultura contemporánea sin los públicos masivos. Muchas puestas responden a convenciones del melodrama, en ellas las tramas comienzan con una ruptura  de la armonía familiar o personal, a la que siguen disímiles acontecimientos: separaciones prolongadas, accidentes y enfermedades.

Dichas fabulaciones trascienden la primaria identificación emocional, pues el melodrama es un espectáculo en el cual se busca mucho más que el placer de llorar. En él, lo común, lo aparentemente trivial, las rutinas cotidianas de las personas, contribuyen a la creación de historias ancladas en preocupaciones, filosofías, actitudes ante la vida.

El mundo de la lectura y de la escritura puede significar modos de creatividad social, por esto es indispensable descifrar la estética de propuestas diversas para comprender la valía de voces propias en el gran barullo de imágenes y palabras que dicen lo mismo, no incentivan el talento de los públicos, ansiosos por ver en la pantalla de nuestra TV, lo mejor del arte.

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