Lo que quiero es ver y escuchar historias

Acercamiento a las complejidades del medio televisual, que continuamente demanda por parte de los públicos claridad, belleza, sensibilidad, inmediatez, convencer desde los contenidos y la recreación artística


Algunas personas, o muchas, tal vez, mantienen un sentimiento tópicamente trágico de la vida. Otras prefieren el humor, pasarla bien, ser sinceros, irónicos, ¿por qué no? Incluso, contar sobre la soledad sin acudir al significado de las palabras. Solo dejan correr al silencio en libre albedrío, apenas son conscientes del valor de la imagen y de la compostura implícita en gestos, actitudes, maneras de ser y hacer.

Para ser reconocidos necesitamos contar nuestras historias, no existen identidades sin narraciones, estas son expresivas y constitutivas de lo que somos. Lo asumen guionistas, realizadores y equipos creativos de diferentes países, desde diferentes puntos de vista y estéticas.

Narrar, educar, aconsejar, prevenir lo inesperado… En fin, todo puede ocurrir, pero sin abandonar un precepto esencial: hay que entretener, de lo contrario, el programa no funciona, pierde su razón de ser.

El Canal Multivisión presenta documentales inspirados en historias de vida, anécdotas, experiencias, anotaciones, fotos, pinturas, símbolos, cartas, que propician viajar a la raíz de mitos, creencias y disímiles hechos en circunstancias dadas.

Sin embargo, dichos materiales son poco promocionados, o por lo menos, no tanto como lo merecen. Las experiencias vividas desde la ciencia, la imaginación y el intelecto son recreadas a partir del discurso visual, este se nutre de la investigación multidisciplinar, en dimensiones sociales, lingüísticas, culturales y establece la calidad artística de una narración novedosa, interesante, motivadora de búsquedas y hallazgos.

Foto. / Cortesía del Icaic

Lo evidenció el maestro Santiago Álvarez en el Noticiero Icaic Latinoamericano y en documentales. Supo ser un cineasta en revolución. Preceptos y acciones condicionaron sus resultados creativos. Para él, “la razón, si no llega en sí la emoción que debe sustentarla, se momifica”. La foto que acompaña este texto evoca al lector incansable, buscador de referencias. Construyó lo propio, lo auténtico, un estilo: lo más difícil de lograr en el arte.

Los públicos añoran ver, conocer, descubrir revelaciones al final del cuento logrado, este calificativo carece de inocencia, influye en la acción comunicativa de motivar interrogantes y forjar destrezas al pensar, ahora mismo: ¿qué palabras, imágenes, símbolos, códigos, pueden ilustrar mejor la realidad del pueblo palestino?

¿Mañana se conocerá todo lo acontecido? La interconexión de flujos de circulación que sustenta un mutuo intercambio de informaciones por la red es un reto constante, fijo, estable. Es preciso estar alertas, saber, conocer, interpretar.

Todos los días tenemos que preguntarnos el qué y el por qué, el cómo y el para quién. Imposible olvidar el paradigma expuesto por Roland Barthes al referirse a la muerte de autor. Según indicaba él, los textos dependen no de sus creadores, sino de su lectura y, por lo tanto, pertenecen a la espera de la recepción.

En el siglo XXI, la narrativa audiovisual se adecua al panorama que otorga la era de Internet y genera transformaciones condicionadas por la utilización y la disposición de los nuevos medios desde perspectivas tecnológicas, intermediales, dinámicas.

Ciertamente, además de acudir a la memoria, mediante archivos audiovisuales –algunos deteriorados, olvidados o no preservados–, hay que pensar la sintaxis, (cómo contar) al cumplir el propósito de incentivar el interés hacia lo desconocido. Se trata de establecer un diálogo permanente, participativo.

Son insuficientes algunas soluciones al uso: un presentador o presentadora, testimonios de expertos, recursos válidos e indispensables, lo habitual demanda enfrentar al espectador consigo mismo y conmoverlo.

Por doquier se produce una revolución sin precedentes en la imagen, lo cual deviene un desafío para los contenidos, la inmediatez y el lenguaje televisual. En la medida que este contribuya a crear estados de opinión, motive reflexiones, y un mejor entendimiento de los fenómenos que nos rodean, realzará su condición de espectáculo cultural y artístico.

Insisto en principios esenciales: pensar el entretenimiento desde la cultura audiovisual beneficia los procesos cognoscitivo y de información, la complacencia de las audiencias, a ellas se deben el creador y su obra.

La educación del pensamiento en tanto experiencia estética transformadora del ser humano debe ser una aspiración de guionistas, realizadores, técnicos, decisores, periodistas, comunicadores. En fin, de quienes se plantean llegar y seducir a las mayorías en un mundo condicionado por múltiples bifurcaciones de las comunidades online. Decididamente, hay que pensar y avanzar, y repensarnos a nosotros mismos en permanentes cambios.

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