Los contrastes de Brossard

Se inauguró en la capitalina galería Villa Manuela, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), singular exposición de la creadora visual cubana Janette Brossard Duharte


Hacia dónde avanzarán las comunidades contemporáneas en medio del arrollador consumismo que tiraniza hoy al mundo, parece interpelar Janette Brossard Duharte (La Habana, 1973) con la exposición El mundo como supermercado que exhibe la galería Villa Manuela hasta finales de diciembre.

Más de 70 obras componen la selección, concebida por la creadora visual cubana en poco menos de un año. Sin duda, una muestra sugestiva que deviene pretexto ineludible para cuestionar, increpar y lanzar un clamor desaprobatorio hacia la sociedad de consumo y los perjuicios que acarrea a la especie humana y el planeta.

Las piezas son impresiones digitales de objetos empleados como embalaje en el comercio (latas, recipientes de plástico o cartón, bolsas de material sintético), sobre los que yacen dibujadas especies de animales y plantas extintas o en peligro de desaparecer, pintadas a base de acuarelas y creyón.

Considerada sobresaliente grabadora en el ámbito de las artes visuales en Cuba, Brossard Duharte se declara como una excelsa dibujante en este conjunto. Desborda coherencia en el tratamiento de un tema crucial para la humanidad; también, lucidez y consistencia expresiva para reflexionar sobre ciertos engranajes del mercado.

Sagaz y cáustica a la vez, la artista remarca posturas –en apariencia– insignificantes; a veces, hasta silenciadas por la desmesurada industrialización y los emporios del poder financiero. Sin menoscabo, polemiza en torno a aquellas posiciones que asumen a los seres vivos como piezas intercambiables en ese juego, voraz y desmedido, de reinventar y construir felicidades exaltadoras del culto al placer y a la vida confortable.

Brossard se ha apropiado del título original del libro de ensayos, del galo Michel Houellebecq; justamente para –como él– reprender y desenmascarar hábitos, costumbres, estilos de comportamiento, generalizados como resultado del sobreconsumo de bienes y servicios.

“Al tomar en préstamo el título del francés […], se confirma la certeza de que Janette sabe conducir a lo que desea mediante una depurada convicción artística. La operación subversiva de la artista debe penetrar en nuestras mentes”, ha señalado la curadora Virginia Alberdi en sus palabras al catálogo.

Egresada de la Academia de Bellas Artes San Alejandro (1996) y del Instituto Superior de Arte (2001), con título de Oro, Janette Brossard Duharte ha ejercido la docencia e impartido talleres y conferencias de la especialidad de grabado en universidades y eventos de renombre en Cuba y otras latitudes.

En el presente, es miembro de la Asociación Internacional Boston Printmakers y preside la sección de Grabado de la Uneac. Por la calidad de su obra ha recibido varios lauros y participado en diversas exposiciones nacionales e internacionales.    

El mundo como supermercado es una gran instalación que entreteje redes simbólicas de donde emergen múltiples lecturas.

En El mundo como supermercado despliega un concepto meramente instalativo que sugiere una dualidad estética y discursiva extraordinaria por la facultad de entretejer redes simbólicas de donde brotan múltiples lecturas.

Por una parte, se adentra en el imaginario de un espacio comercial, dispuesto con los elementos promocionales que lo distinguen: señalética, belleza en el acabado de los envases, elementos de marketing para alcanzar precios más competitivos.

Mientras, en ese supuesto escenario de comercio, “pone a la venta” imaginariamente especies extinguidas o que tardarán décadas en volverse a ver; junto a tan “exóticos productos”, incorpora las imágenes de habitantes de culturas originarias, casi invisibilizadas por la usurpación deliberada de sus tierras con fines netamente lucrativos.

Aquí la creadora se compromete con el universo cultural e identitario de esas comunidades, tantas veces velado por las élites de poder político y económico, los estereotipos y los calificativos excluyentes que los reconocen como “salvajes”, “guardianes de la naturaleza”, “primitivos” o “minorías”.

En tanto, reflexiona sobre la fragilidad y el carácter limitado de los recursos naturales en el orbe, los cuales al ser explotados de manera excesiva por la fabricación a gran escala de productos de bajo costo y dudosa calidad, generan irremediablemente altísimos volúmenes de residuos nocivos al ecosistema terrestre.

A través de los contenedores de las especies desaparecidas, en esas latas, envases de plástico y nylon, Brossard encuentra un asidero creativo que refuerza un sentido simbólico, relacionado con patrones y dinámicas de consumo, perjudiciales e irresponsables.

El mundo como supermercado discurre sobre el consumismo y la publicidad que lo rodea como detonantes de la contaminación medioambiental, la deforestación, la emisión de gases de efectos invernadero, los efectos del cambio climático y su consecuente impacto en la pérdida de biodiversidad.

Janette Brossard Duharte es reconocida como una notable grabadora, en este conjunto deviene excelsa dibujante.

Intenta descolonizar conciencias y orientar la mirada del espectador hacia una experiencia que involucra a los sentidos, las emociones, la memoria misma; abruma y al propio tiempo, emerge como mensaje de aliento para repensar el futuro del mundo en medio de la sobresaturación de productos y servicios que predomina en los países altamente industrializados.

Desde la creatividad del arte, Janette Brossard Duharte no duda en ofrecer claves para entender realidades que inquietan a las mayorías, justo en contextos donde prolifera la desigualdad social y el despilfarro masivo de energías y materias primas.


CRÉDITOS

Fotos. / uneac.org.cu

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