Foto./ Jorge Luis Sánchez Rivera.
Foto./ Jorge Luis Sánchez Rivera.

Arte que tiende puentes

El 29º Encuentro Internacional de Academias para la Enseñanza del Ballet, dedicado a la figura del bailarín y coreógrafo Fernando Alonso, devino espacio de intercambio cultural, donde se  compartieron experiencias sobre métodos y prácticas novedosas en materia de formación danzaria


Con un homenaje al maestro de generaciones, el bailarín y coreógrafo Fernando Alonso, por el aniversario 110 de su natalicio, selló sus jornadas el 29º Encuentro Internacional de Academias para la Enseñanza del Ballet.

Representantes de unas 70 academias de América y Europa, más de 200 participantes de 14 naciones, junto a bailarines, profesores, estudiantes, críticos y seguidores, se unieron al clamor de la danza que tuvo como sedes la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso, la sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba y el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

Única de su tipo a escala global hasta el presente, la cita promovió espacios de intercambio, aprendizaje y creación, mediante un amplio programa que comprendió clases, conferencias magistrales, talleres, cursos para docentes y los esperados concursos en las categorías infantil, juvenil y de coreografía, los cuales contaron con  notables figuras en calidad de jurados.

Foto./ Jorge Luis Sánchez Rivera.
La pequeña Amanda, una de las concursantes más jóvenes, impresionó por sus cualidades histriónicas e interpretativas. / Jorge Luis Sánchez Rivera.

Flashazos de un certamen

El arte de estructurar y componer movimientos, de modo rítmico y ordenado, reunió a jóvenes artistas, profesores y públicos durante el Concurso Coreográfico, acaecido en el Teatro Nacional de Cuba.

Bailarines y coreógrafos del relieve de los maestros Lizt Alfonso (presidenta), Santiago Alfonso, Alberto Méndez, Eduardo Veitía, Alfa Rodríguez, Rosario Cárdenas y Yaday Ponce cumplieron el difícil rol de seleccionar aquellas composiciones más sobresalientes, entre competidores de amplio rango de edades.

Cautivaron a los espectadores por el altísimo rigor técnico e interpretativo las piezas concebidas por varios representantes de la nación azteca; igualmente, se ganaron ovaciones algunas de las coreografías de la cubana Grettel González Benítez, quien evidenció versatilidad y profesionalismo al crear composiciones para solistas, duetos y formatos de elencos numerosos como la obra Araña, sugerente por el despliegue de visualidad y el dinamismo con que conmovió al auditorio.

La composición Sombra, de Grettel González Benítez, agradó por la versatilidad y originalidad en el tratamiento de temáticas cotidianas. / Jorge Luis Sánchez Rivera.

En el decurso de la competición se apreció la calidad y exigencia que, desde siempre, ha caracterizado la elección de los candidatos contendientes. 

Solo perturbó a algunos la larga espera para inaugurar el siempre ansiado concurso de coreografía que empezó apenas una hora después de la prevista. Tal contratiempo, además de deslucir el espectáculo, resultó excesivo y desacertado si se considera que, en su mayoría, los competidores eran niños y adolescentes.

De cualquier modo, el encuentro devino tribuna de intercambio cultural, a partir del cual se compartieron experiencias sobre métodos y prácticas novedosas para la enseñanza; en tanto se animó y estimuló la creación danzaria para que este arte continúe tendiendo puentes de hermandad.

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