Imagen de la vigilia este sábado en el Parque de la Fraternidad por las víctimas de la explosión del Hotel Saratoga. / Tomada de redes
Imagen de la vigilia este sábado en el Parque de la Fraternidad por las víctimas de la explosión del Hotel Saratoga. / Tomada de redes

Madre, nos dueles

Luto es una palabra dura y lúgubre para un día con sol que debió haber sido de reencuentros, de brindis, de abrazos… Luto por la vida que se fue de un soplo, sin tiempo para la despedida. Triste despierta este país en una jornada en la cual, tradicionalmente, se celebra a la madre, un ser que no solo da vida, sino que a veces, como hoy, llora por su pérdida.

Amanece en Cuba y el primer pensamiento es para quienes sufren, especialmente para las madres. Para la mujer que ahora mismo cierra los ojos, espantada de todo, queriendo no creer que esposo e hijo no volverán a trasponer el umbral de una casa que ya no es la misma; ni lo será jamás, aunque el sufrimiento se apacigüe, un día, si acaso es posible. Para la madre de esa madre, y todas las matronas de esa familia, el dolor es, ahora mismo, como un cordón infinito que aprieta y asfixia por dentro.

Para la que acompaña en el hospital a su muchachita adolescente, con los ojos encharcados y el agradecimiento a Dios y a los médicos, porque su hija escapó del horror. Para la madre que no puede ni hablar, que no quiere despertar después de la pesadilla, porque su niña no corrió la misma suerte. Para la que, también desde su cama de enferma, recibe los partes del estado de salud de su pequeño ingresado en terapia intensiva. Evoluciona favorablemente, le dicen, y ella se aferra a todo cuanto tiene a mano para levantarse.

¿Cómo se acompaña a quien perdió a la hija que cargaba en su vientre la promesa del futuro en el gorjeo de un bebé? ¿De qué manera se consuela a la madre de quien salió una mañana en busca de empleo y no regresó jamás? Hay mujeres que hoy mirarán de frente el desastre, rotas y exhaustas, pero aún con la esperanza de que, entre los escombros del Hotel Saratoga, los rescatistas les traigan a sus desaparecidos con vida. Terrible esperanza, que se mezcla con el temor ante la posibilidad de un cuerpo inerte apareciendo en andas o sobre una camilla.

Lo peor de la maternidad es sobrevivir a los hijos, la resignación ante la pérdida, la derrota de una mujer que no pudo proteger a su descendencia. En este día de dolor, madre, nos dueles. Hoy se levanta un país para abrazarte, con el alma a media asta, desde todos los frentes posibles.

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2 comentarios

  1. Liudmila, me has hecho llorar, porque con talento y emoción has logrado expresar en palabras transidas de sentimiento ese dolor total que nos traspasa el alma. Gracias.

  2. Liudmila, es muy triste tu artículo, pero es lo más exacto y real, con lo que se pudiera describir este sentimiento, que lamentablemente también conozco de sufrirlo. Gracias.

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