Motosierra contra la esperanza

El nuevo presidente, Javier Milei, anunció un oscuro agujero económico, político y social para los próximos años


Un futuro inmediato de recortes, un duro ajuste fiscal, inflación y pobreza. Esas fueron las promesas del nuevo presidente, Javier Milei, para los argentinos.  

“No hay alternativa posible al ajuste. El shock impactará de modo negativo sobre la cantidad de pobres”, afirmó.

Ya recortó la cantidad de ministerios de 18 a nueve, en señal de la austeridad que quiere promover, y decretó otras 10 durísimas medidas para hacer frente a la crisis en Argentina.

Además, dejará de pagar publicidad oficial en los medios de comunicación por un año, revisará los contratos de los trabajadores del Estado y reducirá los subsidios a la energía y el transporte a partir del 1° de enero de 2024.

La imagen del abrazo de Milei y Zelenski muestra muy bien cuál será el futuro de país sudamericano./ bbc.com

La última disposición afectará a muchos ciudadanos, pues esa ayuda representa el mayor porcentaje del valor del boleto de tren, subte y autobús, y mantiene bajos los precios del combustible y las tarifas de los servicios, como luz, gas y agua.

Dos días después de la toma de posesión, su ministro de Economía, Luis Caputo, grabó un video que pasó en televisión nacional para anunciar la decena de decisiones, que hunden a sus votantes y detractores en el más absoluto agujero económico.

Eso sí: ahora nadie puede alegar que el nuevo presidente los engañó, pues nadie miente para decir que estarás peor…

Asimismo, prometió para los próximos tiempos una inflación mensual de dos dígitos, que podría situarse entre 20 y 40 por ciento.

Todos esos puntos afectarán directamente al bolsillo de los argentinos. En especial, la duplicación del valor oficial del dólar –y consiguiente devaluación del peso–, que, según la mayoría de los economistas, llevará a un aumento de la inflación, que hoy ya sobrepasa el 140 por ciento anual.

La preocupación de muchos es que ocurra otro «tarifazo», como el que llevó a cabo en 2015 el gobierno de Mauricio Macri, en el cual Caputo era ministro de Finanzas.

Sin embargo, en el paquete de recortes, la determinación de duplicar la asistencia que se da a las familias a través de la Asignación Universal por Hijo y de aumentar la tarjeta alimentaria en 50 por ciento amplía la ayuda social y contribuirá a aliviar el impacto de estos anuncios sobre los más pobres, alegó el alto funcionario.

Mano dura, durísima

A la nueva ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, correspondió anunciarle al pueblo el nuevo protocolo contra las manifestaciones callejeras.

“Vamos a ordenar el país para que la gente pueda vivir en paz. Las calles no se toman. Que sepan que, si se toman las calles, habrá consecuencias”, dejó claro Bullrich en conferencia de prensa.

Es que saben muy bien que los argentinos no se quedan en casa a la hora de darle la cara al gobierno.

El paquete de medidas comprende convocar a las cuatro fuerzas que dependen del Ministerio de Seguridad –la Policía Federal, la Gendarmería, la Prefectura Naval y la Policía de Seguridad Aeroportuaria– para disolver manifestaciones que bloqueen las rutas.

Esos efectivos, puntualizó, emplearán la potencia necesaria y suficiente, que será graduada en proporción a la resistencia, para “dejar completamente liberado el espacio de circulación”.

La ministra y excandidata presidencial de la derecha tradicional, que se alió a Milei tras ser derrotada, justificó las decisiones en supuestas quejas de sus votantes sobre que los cortes de calles generan un desorden que atentan contra la normalidad y la paz.

Las fuerzas federales tendrán la potestad de arrestar a quienes cometan delitos durante las protestas, podrán actuar en el transporte público para incautarse de material de protestas e indagar a encapuchados o a personas que se dirijan a manifestaciones intentando no ser reconocidas.

Bullrich afirmó, además, que crearán un registro de organizaciones sociales –gremios, sindicatos y asociaciones– que instiguen las protestas y los harán pagar los gastos de la represión a los responsables.

“El Estado no va a pagar por el uso de las fuerzas de Seguridad; tendrán que pagar las organizaciones con personería o los individuos”, alegó la titular, que avizoró denuncias ante la agencia de Migraciones a los extranjeros radicados en el país con un permiso temporal que participen en los actos punibles.

Milei ganó las elecciones esgrimiendo una motosierra como ícono del recorte brutal del gasto público que prometió y apenas dos días después de hospedarse en la Casa Rosada, la echó a andar y ya está cortando todo de raíz… hasta las esperanzas de quienes le dieron su voto.

En su discurso inaugural reafirmó que “no hay plata” y auguró entre 18 y 24 meses durísimos de estanflación, proclamó que quien corte una calle no cobrará un plan social y que se acabó el “siga, siga” permisivo para la delincuencia y mucho más.

Rodeado por sus “flamantes” invitados, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y el exmandatario de Brasil Jair Bolsonaro, que le dieron la bienvenida al claustro de ultraderechistas, el economista libertario osciló entre el diagnóstico atroz y la promesa algo mejor.

Aunque primero aseveró que “hay luz al final del camino” y que “será difícil, pero lo vamos a lograr”, convocó a los argentinos “a ponerse de pie, que vamos a salir”.

Cosechó aplausos. Queda por ver si este primer apoyo perdura en el tiempo. Y cuánto podrá hacer de lo que quiere hacer.

Comienza, pues, una nueva etapa en Argentina, que ingresa en terreno incierto. Serán tiempos turbulentos, que de seguro marcarán un punto de inflexión y convertirán al león –como lo apodan por su actitud y su peinado– en uno de los presidentes de Argentina que la cambiaron para peor…

Hace apenas dos años Milei llegó al Congreso con una fuerza escuálida, ascendió en las PASO, ganó en segundo lugar las generales de octubre y en noviembre triunfó en el balotaje con el 55 por ciento de los votos. Hoy lo único que ha dado a los argentinos y al mundo es una imagen demencial que repite sobre la falta de dinero, de tiempos de vacas flacas, que están quebrados y habrá más pobres, que la situación educativa y social es dramática, y que el futuro será aún más tenebroso.

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