Foto./ Ricardo R. Gómez Rodríguez.
Foto./ Ricardo R. Gómez Rodríguez.

Nelson y su Finca Bonita

A un costado de la Autopista Nacional, una hilera de cocoteros a ambos lados de un terraplén, anuncia la llegada en Sancti Spíritus a la Finca 329, llamada así por el kilómetro donde está situada, pero por la alta cultura lograda, se te antoja calificarla como Finca Bonita 


Da gusto entrar a la finca de Nelson Obel González Díaz. Lo primero que vimos fue a los trabajadores “limpiando” sobre lo limpio. Se encargaban de recoger algunas hojas secas y pencas caídas de las matas de coco, que custodian el terraplén, que nace a un lado de la carretera.    

El muchacho tiene solo 33 años y es quizás uno de los más jóvenes entre los casi 90 trabajadores que dirige en la hacienda, ubicada en el kilómetro 329 de la Autopista Nacional. De ahí su nombre: Finca 329.

Nelson recorre a diario sus cultivos. / Ricardo R. Gómez Rodríguez.

El municipio de Cabaiguán, en la provincia de Sancti Spíritus, se identifica por tener mujeres y hombres que les gusta el campo y saben atenderlo.

En esa localidad es difícil encontrar un pedacito de tierra que no esté cultivado. Así pasa con las áreas que desde hace siete años recibió Nelson en usufructo. Estaban perdidas en yerba. Hoy no, si tocas sus tierras se te desvanecen como gofio entre las manos.

Poco a poco ha ido preparando más áreas. Él exige que estén completamente limpias, incluyendo las guardarrayas, a la orilla de sembrados y casas de cultivos.

Cuando miras a todos lados, la pulcritud, esmero y alta cultura del trabajo te llevan a bautizar el lugar como Finca Bonita.

La familia del joven que está a cargo viene del campo. Dicen que la sangre de isleños corre por las venas de los habitantes de esa zona central del país. Gente laborosa, consagrada, hacendosa.

Todos los días Nelson tiene un ritual: se levanta alrededor de las cuatro de la mañana y visita diariamente cada uno de los cultivos.

“Eso me gusta. Así veo la forma de mejorarlos”, dice.

–¿Estudiaste Ciencias Militares?, eso te ayuda con los métodos y a organizar tu labor.

–Eso fortaleció mi disciplina y me enseñó a ser consagrado y que a pesar de las dificultades, hay que echar pa´alante.

El diálogo con él comenzó en un ranchón amplio y sin paredes, de esos que usan en el campo para reunirse a almorzar. Está en el medio de la propiedad. Desde allí puedes divisar un imperio creado a fuerza de voluntad.

El joven es de mediana estatura. De respuestas rápidas y me llamó la atención, que nunca lo vi con sombrero, ni siquiera cuando salimos a recorrer el campo.

–¿Cuáles son tus cultivos?

–Tengo de todo; boniato, yuca, plátano, malanga, tomate, col, calabaza,…los siembro por etapa para cosecharlos todo el año. Pero también dedico muchas áreas al tabaco tapado.

Tabaco de capa, de óptima calidad exportable obtiene Nelson González. / Ricardo R. Gómez Rodríguez.

El campesino, entrega todas sus producciones al Estado. Aporta anualmente entre 550 a 600 toneladas de cultivos varios. Ese es uno de sus grandes méritos.

Él nunca comercializa directamente con el pueblo, sin embargo es imposible tener delante a alguien así y no preguntarle a qué cree que se deben los altos precios en el mercado cubano de esos renglones.

–Los insumos están extremadamente caros y para llegar a elevadas producciones, necesitas una fuerza de trabajo grande. Todo eso encarece los precios, comenta.

–¿A qué tipo de insumos te refieres?

–Fertilizantes, pesticidas, insecticidas, combustibles y la logística que debes movilizar en función de los trabajadores. Los gastos son enormes.

Aquella tarde el aire batía con cierta nostalgia invernal. Quizás ese clima ayude en esas arduas labores, pero es imposible no cansarse. Sobre todo cuando los hombres van de un lado a otro, cargando enormes cujes o guiando bueyes.

–¿Cómo lograste crear toda esta infraestructura en tu finca?, retomamos el diálogo.

–Eso tiene un solo secreto. Mucho trabajo, poco descanso. No hay domingos, no hay días de tregua. Eso va creando un respeto, costumbres y contribuye a que la gente te apoye. Se debe a eso: mucho, mucho, mucho trabajo.

Las hojas de tabaco que obtiene son inmensas y saludables. Nelson las acaricia con delicadeza y las conserva en cámaras gigantes, capaces de regular la temperatura.

Se trata de un cultivo muy exigente, del cual él aporta al Estado, unas ocho toneladas anuales de máxima calidad, con altos índices de exportación.

–¿Cómo logras esa eficiencia?

–Sí. Es el más exigente de mis renglones. Necesita una cultura intensa.

–¿Qué quieres decir con eso?

–Hay que fertilizar las tierras antes de sembrarlas, y usar abonos verdes que le aporten nitrógeno, es importante tener las áreas bien limpias de malas hierbas a varios metros de las casas de tapado, que no haya un hueco en la tela, velar por la buenas calidad de los fertilizantes, aplicar el riego cuando lo lleva.

–¿Este tabaco tapado de óptima calidad cómo te lo valoran al final?

El joven medita. Retoma aliento.

–Siempre y cuando aportes tabaco de exportación, el pago es bueno. En eso tienes dos opciones, o tienes un excelente tabaco que te dé un gran aporte a tu economía, u obtienes uno malo que no esté listo para la exportación, que es el objetivo final. Para lograr capas exportables, se necesita tener mucha cultura en este renglón.

Nelson no se queda con los conocimientos que heredó de sus ancestros. La finca es como una especie de área experimental, un laboratorio, en el que incluso insertó cultivos que él llama exóticos, como la pera, no la cubana, sino la que se importa de otras naciones.

Para trabajar así, hay que estar enamorado de la vida y sentirse acompañado por seres queridos, de esos que te inspiran a avanzar.

Nelson siente el abrazo y apoyo de su familia. Sabe que le es imposible dedicarle el tiempo que quisiera. Tiene tres niños. Mauro, con dos años; Norle, de cinco y la mayor es Ana María, de ocho. Ellos se suman a veces a las labores en el campo, pero lo más importante es la comprensión y aportes en la escuela y la casa, a la cual Nelson llega casi siempre muy tarde.

Sumar experimentos a prácticas añejas

Cuando recorres el área, de vez en cuando tropiezas con manadas de guineos, patos, gallinas, gansos y en una pequeña cochiquera crían algunos cerdos para el consumo.

Métodos tradicionales se mezclan con nuevas experiencias. / Ricardo R. Gómez Rodríguez.

Entre las novedades que conocimos allí, está la participación de este campesino junto a otros cuatro en el país, en un proyecto de inversión sobre la cura controlada del tabaco, buscando la producción de grandes extensiones de la capa, usada en la elaboración de los famosos puros cubanos.

Para ello tiene equipos europeos de alta tecnología, de los cuales hay solo cuatro en la nación. El joven tiene mucha confianza en que esos medios aporten mucho más a la economía del país por su excelente diseño.

Del ingenio de este agricultor y sus trabajadores, nació una cámara de fermentación, en la que entras y sientes como si hubieras llegado a una sauna. El vapor es alto, casi te impide respirar, pero mantiene una temperatura idónea para la cura de la hoja. El aire esparce un pujante aroma. Allí aportan la temperatura y humedad necesarias para lograr excelencia en las capas de exportación. Todo es regido automáticamente por una computadora, la cual recibe órdenes de sensores, capaces de mantener estables el clima y humedad. Cosa de ensueño para cualquier guajiro.

Las máquinas de siembra importadas hacen el trabajo de 10 hombres. / Ricardo R. Gómez Rodríguez.

Amparo a altos productores

Al llegar a la finca, nos esperaba Alberto Roberto Reina Montiel, subdelegado del Ministerio de la Agricultura (Minagri) en la provincia.

Él comentó que en el municipio de Cabaiguán tienen 12 productores y uno en Taguasco, quienes reciben atenciones especiales con el fin de garantizar el balance provincial de alimentos a la población.

Lo que ellos obtienen, siempre va destinado a la Empresa de Acopio y de manera general entregan cada año entre todos alrededor de 100 000 quintales de viandas, hortalizas y frutales. De allí también atendemos a muchas escuelas, hospitales, hogares de ancianos, maternos y restaurantes del Sistema de Atención a las Familias, dice Reina.

Variedad de cultivos tiene la finca que aporta unas 600 toneladas anuales. / Ricardo R. Gómez Rodríguez.
Alberto Roberto Reina tiene amplia experiencia en la agricultura. / Ricardo R. Gómez Rodríguez.

A este hombre de cierta corpulencia, lo conocemos desde hace algún tiempo. Tiene experiencia en labores del campo, a partir de años dedicados a los cultivos y dirección de cooperativas agropecuarias y municipios.

Comentó que entre las estrategias del sector está el rescate del plátano. Todos los meses plantan más de una caballería de ese renglón, lo que garantiza disponibilidad todo el año.

Además, tienen como misiones elevar producciones de boniato, yuca y malanga.

El recorrido por la Finca 329, lo hicimos en uno de los tres tractores que recientemente Nelson importó de Brasil. Las gomas enormes dejaban una huella tenue en el terraplén, que se desvanecía ante la pisada de los neumáticos. Encima, en el cielo, las garzas iban y venían haciendo piruetas en forma de triángulos, embrujadas también por la belleza de estas tierras.

Gracias a sus resultados, Nelson pudo importar tres nuevos tractores brasileños. / Ricardo R. Gómez Rodríguez.

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