Desde la salida de Rafael Correa de la presidencia, la derecha aupada desde Washington somete al expresidente Jorge Glas a una inaudita persecución política
Las imágenes del encargado de negocios mexicano en Ecuador, Roberto Canseco, empujado y lanzado al suelo por policías que asaltaban la embajada azteca en Quito recorrieron el mundo el pasado viernes y generaron la más fuerte ola de rechazo hacia el gobierno de Daniel Noboa desde que asumió el poder, en octubre.
El violento arresto de Jorge Glas, vicepresidente de Ecuador de 2013 a 2018, requerido por la Justicia de su país y hasta el pasado 5 de abril asilado en calidad de refugiado político en la sede diplomática, dinamitó la relación bilateral entre Ecuador y México, establecida en 1838 y, por tanto, una de las más antiguas de la región. Además, generó un fuerte rechazo en la comunidad internacional, que calificó el hecho de violación flagrante de los estatutos internacionales y de una escalada peligrosa e ilegal.
Si de algo podía presumir Noboa, era que hasta el momento gobernaba con bastante facilidad. En tres meses logró que el Congreso aprobara casi por unanimidad los cinco proyectos que envió, todos prometidos en su campaña. Los legisladores no votaron en contra ni en los más espinosos, como la ley para incrementar los impuestos a los ciudadanos.
El pacto de gobernabilidad con otros movimientos políticos le consolidó una imagen positiva en su empeño de intentar llevar el control del país más violento del momento en América Latina.
Pero todo se difuminó cuando decidió violar la Convención de Viena y quebrantar las normas nacionales como la Constitución y el Código Orgánico Integral Penal. Asimismo, hizo quebrar los nexos diplomáticos con Nicaragua y puso en peligro los vínculos con Bolivia y otras naciones.
Noboa justificó su actuar y alegó un supuesto riesgo de fuga de Glas luego de que México le otorgara horas antes el asilo político. Y para reafirmar que poco le importa la vida del exvicepresidente o las opiniones al respecto, en medio del caos viajó a Estados Unidos “por motivos personales”. ¿Habrá ido por instrucciones?
Sobre este particular alertó hace pocos días el jefe de Estado venezolano, Nicolás Maduro, cuando condenó los hechos de la capital ecuatoriana. De acuerdo con el líder bolivariano, la agresión a los intereses mexicanos y a la figura de Glas tuvo lugar en medio de la visita a la región de la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, general Laura Richardson.
La alta militar se reunió primero con Noboa, en Ecuador, luego viajó al punto argentino más al sur del continente, donde la recibió Javier Milei. Las casualidades no siempre son tan casuales.
Ni a Noboa ni a su gobierno le preocupan las consecuencias. La canciller Gabriela Sommerfeld aseguró que su país no pediría perdón a México y conseguirá que en la arena internacional respeten su versión de los hechos.
La titular de Exteriores, junto con la ministra del Interior, Mónica Palencia, y el de Defensa, Gian Carlo Loffredo, debieron rendir cuentas ante la Asamblea Nacional (Parlamento) sobre la irrupción violenta en la sede diplomática, pero -en medio de discusiones y desavenencias entre los legisladores- suspendieron la sesión.
¿Qué quieren de Jorge Glas?
El ingeniero eléctrico y político Jorge David Glas Espinel fue elegido vicepresidente en mayo de 2013 y reelegido en 2017. Desempeñó varios cargos en el gobierno de Rafael Correa, a quien lo une una estrecha amistad desde su época de estudiante. Y ese justo detalle es su principal “delito”: Glas es el Correa que no pudieron atrapar. Su cercanía y relación con el líder de la Revolución Ciudadana lo han hecho merecedor de acusaciones, vejámenes y persecuciones. En 2017 lo condenaron por delitos de asociación ilícita y en 2020 por una supuesta conexión con la trama brasileña Odebrecht: lo imputaron por cohecho agravado. Por ambos cargos lo sentenciaron a seis y ocho años de prisión, respectivamente.
Glas rechazó entonces los señalamientos y dijo tener voluntad de «apoyar todas las investigaciones necesarias para que la verdad brille y se sancione todo acto de corrupción». En noviembre de 2022 salió de prisión, después de cuatro años y medio, gracias a un recurso de hábeas corpus se le otorgó libertad provisional por cumplimiento parcial de su condena.
Enseguida, el Gobierno ecuatoriano dijo que temía una posible fuga y en diciembre de 2023 la Corte Constitucional de Ecuador le ratificó las sentencias previas. Fue entonces cuando ingresó bajo el amparo de la embajada de México y manifestó que buscaría el asilo.
Repudio global
Ni un solo aplauso internacional recibió Noboa por sus decisiones. El principal partido de la oposición, Revolución Ciudadana, pidió su renuncia como presidente, pues con este incidente demuestra que no está capacitado para el cargo. Gabinetes de izquierda y de derecha condenaron los sucesos que envuelven hoy a la nación sudamericana en un escándalo internacional y podría conllevar sanciones.
Países latinoamericanos como Brasil, Colombia, Venezuela, Chile, Argentina, Uruguay, Perú y Cuba, entre otros, repudiaron el asalto, además de Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y Reino Unido. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños condenó el hecho y llamó a un diálogo entre México y Ecuador, en aras de volver a una situación de normalidad mediante el respeto al derecho internacional.
Los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) también condenaron la intrusión y las agresiones al personal diplomático mexicano. La resolución se redactó y votó a solicitud de Bolivia y Colombia; solo contó con la abstención de El Salvador y la negativa del país transgresor.
Entretanto, México no participó, tampoco Venezuela, país que no hace actividad en la OEA desde 2017, cuando solicitó su salida del organismo. El documento del Consejo Permanente del bloque exhorta a iniciar un diálogo y tomar acciones inmediatas para resolver este grave asunto de manera constructiva. Además, deja claro que el organismo considerará otras acciones que puedan ser necesarias para atender la cuestión.
Jorge Glas representa el trofeo de quienes no pudieron contra Rafael Correa y lanzan todo tipo de imputaciones sobre corrupción sin presentar una sola prueba que lo acredite. El colmo es que una fiscal le inventó el cargo del “influjo psíquico”, pues, a su juicio, Correa “irradió enorme influencia a sus ministros para que cometieran delitos contra la fe pública y se dedicaran a asaltar a las instituciones del Estado”.
Por el momento México reiteró que acudirá a La Haya para denunciar la intervención contra su sede diplomática en Quito y a la región le corresponde velar por la vida de Jorge Glas, que ciertamente corre peligro.