Paz de cristal

Los aires de guerra que soplan con más fuerza en Europa amenazan con desestabilizar la región de los Balcanes y abrir un nuevo frente de conflictos


Stefan y Milos, dos jóvenes de origen serbio que viven en Kosovo, nunca se imaginaron que su aventura navideña nocturna del 6 de enero de este año terminaría de la forma en que lo hizo. Mientras arrastraban un tronco de un roble viejo para utilizarlo como badnjak en las celebraciones de la navidad ortodoxa (7 de enero), un hombre de origen albanés les disparó desde un auto, provocándoles heridas y un buen susto. No sufrieron daño mayores, como después informó la Oficina para Kosovo y Metojia del Gobierno de Serbia, pero abrieron un nuevo capítulo en la escalada de tensiones en esa zona de los Balcanes, donde hace más de dos décadas se firmó una paz que nuevos aires de guerra en Europa ahora amenazan.

   El ataque a los dos jóvenes desató la indignación de los serbokosovares, quienes bloquearon carreteras exigiendo justicia y la detención del agresor albanés. Este tipo de protestas se ha vuelto común en la región desde agosto de 2022, cuando las autoridades de Kosovo anunciaron que a partir del primero de agosto los pasaportes serbios dejarían de ser válidos en el territorio de la autoproclamada república, y que se iniciaría el reempadronamiento de todas las matrículas de automóviles emitidas en Serbia central.

   Las tensiones desencadenaron negociaciones al más alto nivel, con la participación de Estados Unidos y la Unión Europea (espacio en el que Serbia aspira a ingresar), hasta que el 27 de agosto el presidente Aleksandar Vucic anunció que Belgrado reconocería los documentos albanokosovares, pero indicará en un descargo de responsabilidad que esto es puramente en interés de la libertad de circulación. Tres días después Pristina anunció la voluntad de retrasar dos meses la decisión sobre la sustitución obligatoria de las matrículas de vehículos serbios para entrar en el territorio.

   A pesar de los llamados internacionales a posponer indefinidamente esta decisión, el primero de noviembre el primer ministro de Kosovo, Albin Kurti, declaró que entraba en vigor el nuevo régimen de matrículas, lo que provocó que, en protesta, los serbios de Kosovo y Metojia se retiraran de todas las instituciones. Ello desencadenó una nueva ronda de negociaciones, que terminó sin resultados concretos. Simultáneamente el gobierno de Pristina incrementaba la presencia de sus fuerzas policiales en la región, a lo que Belgrado respondió declarando el estado de máxima alerta para su ejército.

   En este punto, con el conflicto entre Rusia y Ucrania escalando en el extremo oriental de Europa, Washington y Bruselas intervinieron para calmar los ánimos y proponer un nuevo acuerdo, esta vez impulsado por Francia y Alemania. El contenido, aunque no se ha revelado completamente, rescata muchas de las propuestas que ya se habían hecho en una iniciativa similar en 2013. Belgrado ha dicho que hay líneas rojas que no puede cruzar, como aceptar el ingreso de Kosovo en instituciones internacionales, pero está dispuesta al diálogo. Vucic ha manifestado recientemente que la presión para aceptar los términos de un nuevo acuerdo es muy fuerte y se utiliza como mecanismo el deseo de Serbia de ingresar en la Unión Europea.

   Kosovo rechaza el plan, al incluir como condición previa la creación de la autonomía para los serbokosovares, algo que  Pristina acordó en 2013 pero encuentra ahora la firme oposición del gobierno de Kurti, quien alega que no está en conformidad con la Constitución de Kosovo.

Los serbiokosovares han respondido a las que consideran agresiones del gobierno de Kosovo con el bloqueo de carreteras. / Sputnik.

   Esta realidad y la posición serbia ante las sanciones de la Unión Europea a Moscú (fue el único país de los que aspiran a entrar en el grupo de los 27 que no las secundó) complejizan la solución de una disputa que tiene además un fuerte componente de rivalidades étnicas y cabos sueltos de la guerra de los Balcanes de 1999, que condujo al desmembramiento de la República de Yugoslavia. La UE y EE.UU. no ocultan su interés por que Belgrado se sume a la cruzada contra Rusia y lo ven como un paso que aceleraría su admisión en la zona comunitaria europea. Al respecto las máximas autoridades serbias declararon que mantendrán su posición en respeto a las leyes internacionales, su soberanía y porque transigir ante Occidente implicaría aceptar también, a corto plazo, la independencia de Kosovo.

   Si introducimos sanciones, dirán que llegó la hora de un acuerdo final con Kosovo; y es un reconocimiento de facto, es decir, dejarlos entrar en la ONU, señaló Vucic al canal Pink TV. Recordó que en 2000 a Belgrado se le pidió entregar altos cargos que participaron en la Guerra de los Balcanes al Tribunal Penal Internacional de la Haya, con la promesa de que entraría en la Unión Europea, algo que finalmente no ocurrió.

   Al todas estas, Moscú, que conserva fuertes lazos económicos, militares y culturales con Serbia, señaló a través de la vocera de la cancillería, María Zajárova, que lo que sucede actualmente en Kosovo es una situación similar a lo que pasó en Georgia en 2008, cuando el entonces presidente Mijaíl Saakashvili, que esperaba el ingreso de su país en la OTAN, tras la cumbre de Bucarest, lanzó hostilidades en Osetia del Sur. Otro tanto añadió el embajador ruso en Serbia, Alexánder Botsan-Jarchenko, quien indicó a la agencia TASS que la situación y la actitud de Pristina hacia los serbios en Kosovo recuerdan, en menor escala, todo lo que sucedió y está sucediendo en Ucrania, incluyendo los mismos esquemas en el comportamiento de Occidente.

   ¿Hay un verdadero interés por solucionar el conflicto de Kosovo o se pretende ganar tiempo para utilizarlo con fines geopolíticos? Las señales siguen siendo contradictorias. Mientras Bruselas y Washington aparentemente presionan para disminuir las tensiones, Pristina anunció su interés en participar en ejercicios militares con la OTAN.

En tanto Berlín y París esgrimen un nuevo plan que se utiliza para presionar a las autoridades serbias, quedan pendientes por cumplirse la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas y el propio acuerdo de Bruselas, de 2013, documentos que en su momento ayudaron a imponer en la región una paz, que hoy, como nunca, demuestra ser de cristal.


CRÉDITO PORTADA

El presidente de Serbia, Aleksander Vucic, se ha mostrado dispuesto a concertar un acuerdo, pero que no implique el reconocimiento de Kosovo. / Sputnik. 

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Un comentario

  1. Es natural querer dominar al mundo, nada de malo hay en ello. El egoísmo enquistado en nuestro ADN aflora en su máxima expresión.

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