El proceso de “traducir” a BOHEMIA a un espacio digital, manteniendo el legado histórico de la revista y explorando nuevas vías del hacer periodístico, requirió un trabajo en equipo vasto y orgánico. Este es, sin embargo, apenas el comienzo para ir a la conquista de nuestra ambición multimedios

Eran los últimos meses de 2021, a cargo de un talentoso equipo de periodistas y diseñadores visuales (Fabián Cobelo, Raúl Sánchez, Lys Bergantiño), me propuse una meta osada: repensar a BOHEMIA desde una conceptualización hipermedial y desarrollar, en tiempo récord, un nuevo sitio web -con una identidad visual propia- que colocara a nuestra revista en la avanzada del sistema de medios de comunicación cubanos.

La idea parecía simple: insuflar, con las nuevas formas de la comunicación online, un aliento renovado a la revista sin que perdiera su esencia de magazine decano sobre la realidad cubana, añadiéndole profundidad, investigación y el ímpetu profesional que históricamente nos han caracterizado.

El punto de partida era el sitio web existente desde principios de los 2000, bastante deslucido, que entendía lo digital como mera traducción de un espacio físico y no como lugar autónomo con sus propias dinámicas. Obviaba, en su diseño, la matriz fundacional con la que BOHEMIA surgió en 1908 como un semanario ilustrado. Antes de nuestra intervención, era una web de reproducción acrítica de noticias de otros medios: por tanto, al no generar contenido propio ni imprimirle a su labor nuestro sello de calidad característico, se volvía un espacio tan vacío como olvidable.

En consecuencia, innovarlo implicaba una inserción en lo digital que respetara el legado de la revista, concediera importancia a la visualidad y se constituyera como un producto nuevo, atractivo, con una concepción editorial diferente. Si antes predominaba la réplica automática de información, ahora se trataba de hacer periodismo en profundidad, de brindar a los públicos claves que desde las prácticas discursivas le permitieran evaluar, valorar e interpretar su (nuestra) realidad.

Finalmente, apostamos por el periodismo de largo aliento y una web que lo acompañara, trabajando visualmente con espacios en blanco y disminuyendo, a nivel de diseño, todas las distracciones posibles a la lectura. De ahí surgió nuestra idea visual clave: lo minimalista. Ahora faltaba encontrar el guiño a lo que fuera un semanario de elementos decorativos que acompañaban a titulares y nombres de secciones o ilustraciones a doble página para textos narrativos.

Con ese fin, entregué a Fabián Cobelo, el diseñador, un paquete de revistas digitalizadas y estudiar cómo la revista impresa siempre había competido por asumir una posición de vanguardia artística y estilística en sus páginas, ya fuera en términos visuales, periodísticos o literarios.

BOHEMIA fue durante muchos años, más que un producto comunicativo, una revista arte, en tanto objeto estéticamente curado a todos los niveles, orgánicamente, para realizarse en un producto atractivo que estuvo siempre en la puntera del periodismo en cada época.

Nos decantamos por el art decó, combinado con lo minimal. Escogimos el naranja como color principal para transmitir la idea de la temporalidad de una revista que se acercaba a los 115 años de existencia. Cobelo diseñó las secciones del sitio pensando en rescatar imágenes iconográficas de ediciones anteriores a la década de 1950. Más tarde, el desarrollador Raúl Sánchez se encargó de concretar nuestras ideas en una trama digital.

Nos surgió otro problema: los nombres de secciones en el espacio digital, y que estaban en uso en la edición impresa de la revista, respondían más a una concepción informativa del tratamiento de la realidad que a una revistaque pretende concentrarse en contenido exclusivo y trabajar la comunicación desde la personalización del periodismo para sus audiencias. De ahí que volvimos a las revistas de los años 20 al 50 y rescatamos nombres de secciones: Actualidades y Así va el mundo, por ejemplo.

Tener un espacio de lectura fácil en términos de diseño –tanto para la versión de computadoras como para teléfonos móviles– era tan solo el primer paso de una plataforma que sí servía para colocar textos de manera atractiva, pero que pretendía (pretendíamos) evolucionar hacia otro tipo de plataforma que produjera trabajos periodísticos concebidos desde la multimedialidad, ahora que el sitio web permitía tecnológicamente trabajar más libre y creativamente el maquetado de productos, con posibilidades amplias de diseño de interfaz.

Si bien en algún punto la meta real fue poder construir productos transmediales –objetivo utópico, en general, por la necesidad de recursos, tiempos de producción extendido y financiamientos que la transmedialidad exige–, el pragmatismo nos llevó a una versión aterrizada de un sueño que aún no hemos abandonado. La multimedialidad, sin embargo, ha sido posible.

Las coberturas de las explosiones en el Hotel Saratoga y de la Base de Supertanqueros de Matanzas, sobre todo, nos obligó a hacer comunicación desde la hibridación de redacciones. Obligaron a realizar una gestión editorial y tomar decisiones sobre el tratamiento de los productos informativos, a una velocidad inusual para el ritmo de trabajo cotidiano en la revista.

Todo esto fue hecho, ojo, desde la importancia de las redes sociales como plataformas de información centrales en el espacio digital. De ahí, hacer entrevistas y reportajes que incluyeran galerías de imágenes, audiogramas, trabajo de diseño y maquetado web en tiempo récord.

Ahora bien, convertir en rutina de producción el uso de lo hipermedial/investigativo para llegar, impactar y servir a nuestras audiencias desde una concepción alterna de los medios de comunicación, conseguir que ese objetivo sea parte de nuestra cotidianidad, es todavía un asunto pendiente. No solo para la revista, sino, en general, para el sistema de medios públicos cubanos.

Es precisamente ahí donde radican los retos de la revista para crecer según las potencialidades que ofrece del entorno digital. Concebir un trabajo periodístico no solo para una versión impresa, sino para cualquier formato o plataforma, así como la creación de contenidos exclusivos para plataformas específicas sin que la web sea el destino primero y único.

Asimismo, lograr que todos los editores, periodistas y creadores gráficos perfeccionen las competencias para poder moverse de un formato a otro o para concebir productos holísticamente.

Es decir, despojar la idea de que un trabajo periodístico es suficiente con un texto y una foto para comprender que también puede ser una serie de animación en Instagram donde contar historias de vida, o una webserie sobre cualquier tema importante para la agenda pública, así como micrositios para cubrir grandes eventos culturales. Una vez ahí, retomar la idea de una edición impresa como revista arte que conciba, esta vez, su salida al mercado desde una estrategia de visibilización mano a mano con el mundo online.

Eso sería, por fin, pensar nuestro medio, más que como revista, como una institución editorial, como la BOHEMIA multimedios que su audiencia merece.

Diseño de portada: Fabián Cobelo