El Pabellón Cuba acogió, entre el 27 y el 29 de febrero del presente año, la decimoquinta edición del Taller Internacional sobre Paradigmas Emancipatorios, un espacio que convoca a líderes de todo el país e invitados internacionales para dialogar en torno a luchas populares en el actual orden global
¿Qué es un paradigma? ¿Cuál es su papel en el escenario actual de las luchas populares? ¿Cree usted que esta Revolución socialista puede derrumbarse?…. Tras cada pregunta una pausa para la reflexión…, y luego las respuestas.
Respuestas de voces diversas, de aquí y de allá: voces de líderes, de jóvenes, de activistas, de mujeres, voces de identidades múltiples que durante tres días se reunieron en La Habana para participar en la decimoquinta edición del Taller Internacional sobre Paradigmas Emancipatorios.
Dialogar sobre resistencias solidarias y colectivas, generar ideas y acciones de transformación e impulsar una propuesta de pensamiento hacia la defensa de las luchas populares han sido algunos de los propósitos de este evento que, cada dos años, convocan el grupo América Latina: Filosofía Social y Axiología (Galfisa) y el Instituto de Filosofía de Cuba, de conjunto con el Centro Memorial Martin Luther King Jr., el proyecto Nuestra América, la revista digital La Tizza y la Articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA, entre otras organizaciones.
Al igual que cada uno de estos grupos coordinadores, quienes forman parte de Paradigmas, abogan por la construcción de lo político en el movimiento popular desde el anticapitalismo, el antipatriarcado y al anticolonialismo. De igual forma, ellos defienden la emancipación humana, la vida digna y la justicia social. Es por ello que, esta vez, el Taller inició con un grito en favor de Palestina y exigiendo el cese al genocidio que ha provocado allí la muerte a más 30 000 habitantes.
¿Cómo puede lograrse la paz? Continuaban las preguntas. Un árbol situado en una esquina del escenario se llenó entonces de póst-its con ideas; y más que con ideas, con deseos y mensajes de esperanza: consensos, diálogo, respeto, valores. Ese sentir por el pueblo palestino estuvo presente durante la sesión de apertura y luego en todos los momentos del evento.
En lo adelante, no faltó la mística como recibimiento en el escenario central del Pabellón Cuba, para luego acceder al trabajo grupal en talleres que abordaron temas relacionados con el escenario geopolítico regional, saberes y prácticas emancipatorias, dominación imperialista y disputa hegemónica e identidad del movimiento social popular, entre otros.
El camino hacia los 15
El primer Taller Internacional sobre Paradigmas Emancipatorios se realizó en el 1995. Desde entonces, el evento se celebra cada dos años. La metodología de trabajo empleada en los talleres y grupos de trabajo es participativa, basada en los principios Educación Popular.
En cada una de sus ediciones ha contado con cientos de participantes de todas las provincias del país e invitados extranjeros, en su mayoría, provenientes de la región de América Latina y el Caribe.
Importantes personalidades, entre ellas, la líder indígena, feminista y activista hondureña Berta Cáceres, la filósofa argentina Diana Maffía o el sociólogo, político y escritor panameño Raúl Leis, también han prestigiado con su presencia el Taller.
Debido a la pandemia de covid-19, en el año 2021, el encuentro se realizó por primera vez en modalidad online, mas esa propia experiencia propició que la presente edición haya sido organizada de forma presencial y virtual.
El profesor Gilberto Valdés Gutiérrez, coordinador del Grupo de Estudios de Galfisa, se refirió por videoconferencia a la motivación inicial para realizar el primer Paradigmas, en un contexto marcado por la ola neoliberal y el llamado “fin de la historia”.
“Nos querían cazar con la peor de todas las utopías, que es la utopía de no tener utopía. Pero ¿qué sucedió en ese entonces? Pues el gobierno español, con otros aliados, quiso celebrar el quinto centenario de lo que místicamente llaman descubrimiento y eso provocó una ola de resistencia indígena, afrodescendiente y popular que condujo a la articulación de todas las luchas y resistencias acumuladas en nuestra mente. Eso nos motivó a convocar este encuentro, como espacio de articulación de las luchas de entonces; y que ahora es de resistencia”, recordó.
No existieron requisitos para participar, más bien una condición; y era que cada organización, movimiento o colectivo que se integrara al Taller trajera su particularidad, su sexualidad, su etnia, sus identidades de género: en términos filosóficos, sus propios epitelios. Porque Paradigmas Emancipatorios apuesta por esa epistemología, por la pluralidad de saberes y por escuchar a los otros.
“Con esa perspectiva se construyeron encuentros bianuales y llegamos al momento actual en que el escenario ha ido cambiando. Hoy tenemos un panorama en el que se nos sigue imponiendo el neoliberalismo conservador, pero con una característica novedosa, con rasgos neofascistas. Son nuevos escenarios que en primer lugar nos convocan a estudiar y entender las estrategias de dominio y subversión para saber enfrentarlas, además de aprender a capturar el centro de gravedad política de la región y; en función de eso, orientar nuestra lucha y resistencia”, advirtió Valdés.
El paradigma emancipador, en tanto medio para reflexionar y criticar al poder ejercido tradicionalmente, propone medidas de participación social y justicia, arraigadas en importantes vestigios éticos del accionar humano. Es esa la esencia primera de un evento que ha cumplido 15 años de sesiones bianuales ininterrumpidas y que, este año, tuvo por sede física al Pabellón Cuba.
Activar la ruta entre talleres
Cada jornada de Paradigmas, en este 2024, fue organizada en subgrupos para resignificar los sentidos y los códigos que nos movilizan hacia una conciencia colectiva, más crítica y, además, colocar desafíos sustantivos para la gestión ciudadana.
De esos intercambios, emanaron ideas centrales como la necesidad de crear un horizonte común y colectivo, establecer espacios de formación y convivencia donde se establezcan afectos y confianzas, construir canales de información en red para servir de apoyo a otros movimientos sociales y continuar construyendo caminos emancipatorios en América Latina y en el mundo.
Se debatió de igual forma acerca de los modos de lograr una formación consciente de transformación, de buscar una pedagogía que responda a la idea de liberación y beber de experiencias prácticas para enriquecer la teoría. Se llegó a la conclusión de que no existen verdades súbitas, sino verdades subjetivas y que hay que defender, en tanto sean nuestras. Asimismo, se propusieron cambios para el fortalecimiento de los movimientos populares, incluidos la reivindicación de derechos, el diseño y puesta en práctica de políticas públicas efectivas, la construcción de alianzas, la solidaridad, la defensa del derecho a la vida y el trabajo digno.
El espacio fue propicio para reflexionar sobre las contradicciones que ponen en riesgo la continuidad del proyecto socialista cubano, y sobre el compromiso y la responsabilidad que tienen en ello el pueblo y sus dirigentes.
De forma colateral se realizó un Encuentro de Juventudes en el Salón de Mayo; allí se rindió homenaje a intelectuales que construyeron caminos liberadores, entre ellos, Franz Hinkelammert, Enrique Dussel, Nalu Faria y Wim Dierckxsens; y se habló sobre sincretismo religioso, emigración y racismo, con la puesta en escena y desmontaje de la obra teatral Mar Nuestro, presentada en la Sala Adolfo Llauradó, en el contexto del Encuentro de Mujeres.
Cuba con rostros de mujeres
En una de las sesiones finales del Taller Internacional sobre Paradigmas Emancipatorios de 1999, una mujer indígena ecuatoriana tomó la palabra para decir: “cuando aprendí a hablar español me regalaron un libro de Marx. Me fue difícil entender muchas ideas, pero aprendí una que cambió mi manera de ver las cosas. Aprendí que el capitalismo era incompatible con la vida y hace más pobre a los pobres […] Las mujeres tenemos que vernos y sentirnos parte porque nuestras demandas son objetivo de lucha impostergable. No somos la esposa, la madre, la hija: somos la otra mitad que completa la Revolución de los desposeídos”.
Desde entonces, como recoge el libro Ni santas, ni brujas, solo mujeres, del grupo Galfisa, se acordó que en cada Taller de Paradigmas se abriera un espacio permanente de reflexión e intercambio de experiencias sobre los sentidos éticos y políticos de las luchas y resistencias del movimiento de las mujeres y feministas en América Latina y Cuba.
“La concreción de ese acuerdo ha permitido profundizar en las experiencias de los movimientos sociales desde la perspectiva feminista e incorporar al debate temas como patriarcado, feminismo y socialismo, identidad y diversidad, vida cotidiana y sexualidad, producción y sostenibilidad de la vida”, fundamenta el documento.
Es cierto que la Revolución Cubana, desde sus inicios, brindó la posibilidad a la mujer de incorporarse en todos los ámbitos de la vida y no son pocos los ejemplos que ilustrarían cómo se materializó poco a poco dicha intención. Pero ha de reconocerse que en la misma vorágine revolucionaria fueron quedando temas pendientes, y hay otros que hoy requieren nuevas y urgentes miradas.
Por eso el XV Taller convocó nuevamente a mujeres cubanas, profesionales, artistas, campesinas, académicas… a compartir sus testimonios e historias de vida sobre sus conquistas, asimismo sobre los numerosos obstáculos que han debido superar para alcanzar su realización personal o profesional y lograr el reconocimiento social a sus aportes.
En el espacio, que introdujo la directora del Instituto de Filosofía, Georgina González, conocimos historias como la de Mercedes Alfonso, por ejemplo, licenciada en Ciencias Penales. Mercedes se abría camino “en un mundo militar muy fuerte para las mujeres”, sino también por ser una mujer negra.
Su trayectoria la llevó por tribunales y otras responsabilidades la llevaron un día a la cárcel de mujeres de su ciudad natal, Bayamo, en este lugar fue directora durante años y puso fin a su trayectoria laboral.
“Luego de la jubilación, llegó un período de melancolía para mí: me vi sola en casa y con mis hijos en otras latitudes, hasta que hace cinco años la Red de Educadoras y Educadores Populares llegó a mi vida y me incorporó a su grupo de trabajo”, relata Mercedes.
Violeta Puldón Padrón, por su parte, ingeniera agrónoma y actualmente la vicepresidenta de la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales (Actaf), quiso narrar su historia. Muchos no entendieron un día, cuando ella, una joven nacida en el Vedado habanero, expresó su interés por estudiar algo relacionado con la tierra. Hoy lleva con pleno orgullo su profesión; dirige un colectivo de hombres y mujeres que confían en su trabajo y le agradecen por poner siempre una mezcla de rigor, entusiasmo y nobleza en cada tarea.
Violeta afirma que, si hay algo que ha aportado a su perfil, es la de incluir la perspectiva nutricional en la agricultura; y que seguirá apostando porque la producción de alimentos sea vista también desde la cultura, la sostenibilidad y la nutrición.
Idania Taureaux Tito es trabajadora de la Actaf, santiaguera y licenciada en Contabilidad y Finanzas. Recuerda que una vez graduada muchos pensaron que trabajaría en una gran empresa, con todas las condiciones, pero ella decidió laborar en la agricultura. Pertenecer a la Actaf desde el año 2019 significó un cambio en su vida.
“No dejé de ser economista, pero choqué con la realidad de muchas mujeres productoras que estaban en las montañas de Santiago de Cuba y que no estaban identificadas. A través de la organización, logramos que esas mujeres se reconocieran y que se relacionaran con productoras como ellas de otras regiones del país. Establecimos una red de apoyo para las que pensaban que no podrían salir adelante, por el hecho de tener hijos pequeños”, dijo Idania.
Hoy Taureaux Tito cuenta ya con un proyecto que incluye a mujeres con patios y parcelas; recogen parte del alimento que ellas mismas producen y lo aportan a la Sala de Oncología del Hospital Pediátrico de la provincia.
En el Taller se oyó la voz de Yudisbel Guevara, de la provincia de Santiago de Cuba, municipio Tercer Frente. Pasó de ser abogada y trabajar 15 años en Fiscalía a identificarse como campesina.
“Siendo madre de familia, llegó un momento en que me correspondió tomar decisiones. Siempre me vi con la toga puesta, pero tuve que pensar en la sostenibilidad de la vida. Así me hice campesina y encaminé una finca integral agropecuaria”, dijo entre versos.
Yolexis Hernández, en tanto, es una campesina de Campo Florido (La Habana) que debió asumir la finca de su familia hace muy poco. Reconoce que se sintió incapaz de aceptar la misión, sobre todo porque desde el mismo contexto del hogar le hicieron creer que esa no era tarea para ella.
“Me costó muchísimo dar el paso; pensé incluso en vender la finca, pero el arraigo a la raíz fue más fuerte. Participé en un taller de género que impartieron en la cooperativa y ese fue el que me salvó de darle la espalda a mi gente y a decirme a mí misma: yo sí puedo”.
Otros testimonios fueron los de Arianna Cruz Pérez y Náyade Duany Palacio; la primera, instructora de arte, hoy delegada de la circunscripción 134 del Consejo Popular 4 del municipio Las Tunas y diputada de la Asamblea Nacional del Poder Popular; la segunda, presidenta de la Asociación Hermanos Saíz en la provincia de Granma, artista, percusionista y orgullosa de ser una mujer negra que defiende sus raíces desde la música afrocubana.
Fueron todas historias muy particulares, que invitaron a reflexionar en torno a cuánto se ha avanzado y sobre cuánto aún queda pendiente para alcanzar la total equidad y justicia de género en Cuba, lo que nos fortalecería como Estado y sociedad.
Con esa máxima de igualdad y otras tantas de respeto mutuo, de luchas emancipatorias, de búsquedas de paradigmas y posibles utopías concluyó el evento, no sin antes encender otra luz; por todos los atacados y desposeídos, por Palestina y los millones que se someten a genocidios en el mundo; esos que nos enseñan que luchar por la paz es duro, difícil, pero que es algo a lo que tenemos la obligación de aferrarnos.
El Taller Internacional Paradigmas Emancipatorios demostró una vez más ser espacio para el diálogo y la articulación de nuestras luchas, saberes y perspectivas liberadas. Fue y seguirá siendo, en voz de sus propios protagonistas, “un espacio que nos llama a cultivar la rebeldía, como una necesidad, por la cantidad de voces que no pueden hacerlo, secuestradas, opacadas, discriminadas, silenciadas, voces que necesitan una sociedad de derechos. Con la idea de la empatía y sentir en las mejillas propias los golpes a los otros, la rebeldía es eso, ver al otro, el sufrimiento de otro, es el legado de nuestros padres y nuestros ancestros, es tener consideración y valores, es resignificar la vida, para construirnos”.