¿Sequía con antifaz en Ciego de Ávila?

El manto freático empieza a sentir sed y no hay mucho que esperar del cielo hasta septiembre


Una vez más, las apariencias engañan. Usted pregunta, ahora mismo, si el territorio está afectado por la sequía y posiblemente 95 de cada 100 avileños opinen que no y hasta añadan que, por suerte, la provincia atraviesa una situación normal.

La agricultura sigue demandando altos volúmenes del preciado líquido.

Cierta presencia de pasto con algún verdor puede crear la falsa impresión de que las disponibilidades de agua aumentaron, pero la realidad es que las lluvias no han sido suficientes para que se recupere como hace falta el manto freático: principal fuente de abasto.

Esfuerzos aparte, en aras de que no se perjudique el abasto de agua a la población, lo cierto es que Ciego de Ávila vive un momento de franca sequía hidrológica, ante la cual nadie debe permanecer indiferente o impasible.

Así lo han hecho saber especialistas del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, de la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico y de Acueducto y Alcantarillado, en el contexto de un intencionado intercambio de información y de puntos de vista con medios de prensa nacionales y del territorio.

Aun cuando en abril, según pronósticos, pudiera haber algún nivel de lluvia, desde ahora hasta a agosto debe predominar una marcada sequía, incluso en meses como mayo y junio, históricamente, más proclives a precipitaciones.

El asunto está en hacer un uso correcto de ese recurso natural.

La repercusión, por tanto, no solo se va a sentir en el abasto de agua para consumo humano, sino también en la actividad agrícola que, de acuerdo con el balance para 2024, debe absorber casi el 80 por ciento del preciado líquido que se extraiga de las entrañas del suelo avileño, según explica Rafael González-Abreu Fernández, asesor técnico en la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico de Ciego de Ávila.

Si se tiene cuenta que seis de los 15 sectores hidrogeológicos presentan hoy una situación desfavorable, es obvio entonces que se impone la razonable necesidad de obrar con un sentido de austeridad en el empleo de ese recurso natural.

Estimados, probablemente muy conservadores, remontan a un 40 por ciento el agua que se fuga por grandes salideros en las redes. Sumemos el líquido que escapa en el sector residencial o institucional por llaves defectuosas, baños sanitarios y otras anomalías o descuidos. Por ello se torna estratégico mantener un permanente seguimiento sobre el sector hidrogeológico, eliminar salideros, cerrar válvulas, situar boyas en cisternas de edificios multifamiliares (entre otras alternativas), sobre todo, poner buenas zapatillas en la mentalidad de quienes derrochan a derecha e izquierda, sin interiorizar que por esa vía no solo se desangra el manto freático, el vaso de los embalses o el cauce de los ríos, sino también la deprimida economía del país.

Comparte en redes sociales:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Te Recomendamos