Sin pausas en Siguaney

No siempre escaseces y limitaciones se traducen en altos y retrocesos. Acerca de nuevos horizontes usted puede aprender un poco en la fábrica espirituana que produce cemento


Con un plan muy por debajo de su capacidad productiva actual y de los volúmenes que ese colectivo desearía poner en manos de la economía nacional (básicamente por insuficientes niveles de energía eléctrica y combustible), en la fábrica de cemento ubicada en Siguaney, provincia de Sancti Spíritus, no hay descanso ni conformidad.

Sin renunciar a hallarle solución a la rotura o al contratiempo que constantemente surge (se laboran tres turnos, todos los días del año), la entidad sigue incursionando en la búsqueda e implementación de alternativas que amplíen horizontes en los terrenos de la producción, independencia energética, soberanía alimentaria y creación de condiciones para una mejor atención a los trabajadores.

Según explica en declaraciones para BOHEMIA Saúl Rodríguez Pérez, director técnico, frente al descenso que está registrando la producción de cemento (gris y blanco), imprescindible para la actividad constructiva mediante las conocidas estructuras de hormigón (lozas, vigas…), la fábrica ha creado condiciones con las cuales producir casi una veintena de morteros, muy útiles para situar azulejos, mosaicos, bloques, ladrillos, realizar salpicado, estuque y otros usos.

En cooperación con dos Mipymes, se producen bloques y otros materiales de construcción.
La fórmula de ésta y de toda industria o empresa tiene que ser trabajar.

En cooperación mutuamente ventajosa con dos Mipymes, cuyo equipamiento posibilita fabricar cinco tipos de bloques e igual cantidad de adocretos (especie de adoquín para pisos o pavimentación), Siguaney deviene comprobable referencia acerca de cómo, usando la inteligencia y la voluntad de hacer bien las cosas, una empresa puede saltar la inercia generada por escaseces y producir materiales de construcción altamente demandados en todo el país.

Perspectivas también muy favorables abre el programa, en marcha ya, para sustituir energía eléctrica por fotovoltaica, mediante la instalación de paneles solares que abastecen determinadas áreas o instalaciones de la fábrica y, además, entregan el excedente a la red.

Esta tecnología abastece la instalación donde está y le entrega a la fábrica.
Siguaney apuesta, con hechos concretos, por este tipo de energía, incluso en sus instalaciones agropecuarias.

Independencia energética es también la quema de lodos de desecho de la generación distribuida y de la refinación del petróleo, para lo cual cuentan con dos pailas encargadas del acopio en plantas asentadas en otros puntos del archipiélago, sobre todo del centro.

Tal y como explican el propio Saúl y Gonzalo Reina Aguilar, director general de la fábrica, esa alternativa se tradujo en el ahorro de unas 400 toneladas de crudo durante el pasado año.

Similar provecho está aportando el tratamiento de neumáticos fuera de uso, experiencia que, además de evitar un problema ecológico o medioambiental, se traduce en ahorro de unas 20-30 toneladas de petróleo en el proceso de calentamiento de los hornos.

Se sigue fomentando la cría de ganado ovino.
Aquí mismo se “fabrica” el pescado.

Además de todo eso, se dispone de un área de tierra en función de necesidades alimentarias colectivas y la venta o atención a trabajadores: tributa viandas, arroz, frutas, huevos, leche, cerdo, ovejos, peces y plantas proteicas para alimentación animal, entonces es obvio que la legendaria fábrica de Siguaney no vive, ni cifra esperanza solo en un cemento cada vez más atenazado por limitaciones energéticas o financieras.

No se descuida ni un instante su razón de ser, al tiempo que la industria continúa diversificando producciones gracias a que predomina dentro de ella un pensamiento también diversificado, en correspondencia con las particularidades de este crucial momento que atraviesa el país.

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