Un Perú de cabeza y un presidente al que no dejan gobernar
Foto. / larepública.pe
Un Perú de cabeza y un presidente al que no dejan gobernar
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Un Perú de cabeza y un presidente al que no dejan gobernar

Ante situaciones desesperadas, se toman medidas desesperadas. Así hizo Pedro Castillo al pedir la intervención de la OEA en su gobierno en crisis.


La volatilidad política es una constante en Perú. Desde su llegada al poder, el 28 de julio de 2021, no han cesado los escándalos en torno al presidente Pedro Castillo, a su Gobierno, a sus funcionarios y hasta a sus familiares. Se le han fabricado con saña seis procesos judiciales y el último de los ellos llegó al punto de acusarlo de liderar una organización criminal en el seno de su Gobierno.

Pedro Castillo está siendo víctima, como él mismo calificó, de «una nueva modalidad de golpe de Estado», ejecutada por la Fiscalía y el Congreso de su país. El mandatario no deja de reiterar que todo es orquestado desde la oposición, la Fiscalía, otros organismos del Estado y, como siempre, desde los medios de comunicación, en un intento por sacarlo del poder.

Según la Fiscal General de la Nación, Patricia Benavides, una nueva investigación reveló indicios de que Castillo es el cabecilla de una red responsable de los delitos de organización criminal, tráfico de influencias y colusión.  Desde esa supuesta red «enquistada en el Gobierno con la finalidad de copar, controlar y direccionar procesos de contrataciones para obtener ganancias ilícitas», dice Benavides que se produce «una feroz obstrucción a la justicia».

 Castillo ya no sabe cómo defenderse y asegura que no hay ningún fundamento real y esas acusaciones están burdamente fabricadas. Busca cómo probar su inocencia por todos los medios, pero la Fiscalía se ensaña y quiere hurgar hasta donde no hay nada. Ya llevó a cabo varios registros en viviendas supuestamente relacionadas con la trama investigada; entre ellas, la de la hermana del presidente, donde, según la Fiscalía, se encontraron “muy graves y reveladores indicios» de la supuesta existencia de la red criminal en el Gobierno, aunque no dijo cuáles.

De las seis investigaciones preliminares abiertas a Castillo en el poco más de un año que lleva de presidente, todas están relacionadas con delitos de corrupción y tráfico de influencias, menos una, la más absurda, que lo señala como supuesto traidor a la Patria por declarar estar dispuesto a conversar con Bolivia la posibilidad de ofrecerle una salida al mar. ¿En serio?

En un entramado que llega hasta sus familiares, en mayo pasado se ordenó la búsqueda y captura de dos de sus sobrinos, quienes desde entonces continúan prófugos de la justicia, y su cuñada, Yenifer Paredes, está encarcelada desde el 31 de agosto por su supuesta pertenencia a la red liderada por Castillo.

Todo un andamiaje político antigubernamental que conduce a Perú hacia una situación más que crítica desde el mismo día en que ese mandatario de origen humilde aceptó la banda presidencial.

De inmediato, el Congreso Nacional quiso hacer valer su tradicional poderío, le puso la bota encima y no le han dejado gobernar. Al punto de que en un acto de desesperación —esperemos—, Castillo acaba hacer un pedido a la Organización de Estados Americanos (OEA) para que active en Perú su llamada Carta Democrática Interamericana. ¿Sabrá en lo que se mete?

Rauda, la OEA aceptó la “invitación”, para, dijo, “preservar la institucionalidad democrática”, y aprobó una resolución de apoyo al Gobierno peruano.

No resulta muy coherente que este antiguo profesor de primaria busque refugio en una institución que tiene una historia en la región bastante —o demasiado— poco creíble en cuanto a gobiernos democráticos se refiere.

Queremos pensar que Castillo no sabe de las complicaciones que puede traerle esa entidad al futuro de su país. ¿Se buscará la OEA algún problema con la poderosa oligarquía peruana para proteger el gobierno de este sindicalista con poca experiencia política?

Castillo pretende que esa institución al servicio de Washington propicie un diálogo con sus detractores; entre ellos, la poderosa Keiko Fujimori, quien sí viene de una casta millonaria y corrupta y no dudó en buscar cuanta artimaña fue posible para robarle las elecciones de 2021.

Un Perú de cabeza y un presidente al que no dejan gobernar
En su intento desesperado por cambiar, el mandatario dejó de usar hasta su tradicional sombrero blanco, que lo tipificaba como un hombre tradicional. / infobae.com

La OEA, dirigida por el repudiable Luis Almagro, reconoció y avaló en Venezuela el golpismo del exdiputado Juan Guaidó y declaró que en 2020 en Bolivia hubo un fraude electoral por parte de Evo Morales, seguido de un golpe de Estado militar que sacó del país al primer presidente indígena. ¿Se acordará Castillo de estos pasajes?

 Necesita Castillo apoyo y asesoría que le indique la dirección correcta para encaminar sus planes. Y es que, hasta el presidente del Congreso, José Williams, y otros legisladores, manifestaron su desacuerdo con la petición a la OEA.

Pocas metas de gobierno cumplidas

Pendiente sólo de ver cómo se quita los buitres de encima, Pedro Castillo ya completó un año y más de gobierno. Aunque objeto de  constante persecución, ha podido —en muy poca medida— cumplir con su programa de gobierno, que está dirigido a esa población marginada del campo, donde están sus verdaderos orígenes.

Se le ha imposibilitado siquiera comenzar con su pretensión de llevar a cabo lo que él llama la segunda Reforma Agraria de Perú, después de la proclamada por Juan Velazco Alvarado en 1969.

No obstante, este año ya entregó 31 mil títulos para legalizar las propiedades de cientos de familias declaradas más vulnerables y se trabaja por entregar insumos a los trabajadores rurales, entre otras decisiones.

Pero hay que ver hasta dónde este mandato puede soportar el constante aguijoneo de una oposición que no respeta la ley, y lo persigue con sus campañas de descrédito y presiones.

Cualquier conjetura en torno al futuro del Gobierno y del país pudiera resultar incierta, pero lo que si resulta seguro es que el camino de la OEA no es el correcto.

Castillo tiene hoy un índice de aprobación del 22 por ciento. La subida de precios que campea en todas partes como resultado de la crisis europea se suma a la que dejó la covid-19 y afecta a las amplias capas poblacionales, que tienen otro motivo para el desaliento.

No se vislumbra solución posible para este profesor rural que llegó al poder haciendo campaña por las lomas de Cajamarca y las zonas más pobres del Perú profundo, adonde no llegan ni la Fujimori ni la mayoría de los que ahora piden su cabeza. Cualquier cosa podría suceder, pero lo que sí es muy cierto es que con Almagro “ayudando” Castillo ya es casi historia.

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Un comentario

  1. Los art. 114 y 117 de la actual Constitución del Perú permite solicitar al Congreso, por parte de los Diputados la «suspención temporal» del Presidente en ejercicio, en éste caso con 79 votos de 150, por «permanente incapacidad moral». A decir verdad, se le han aplicado estas medidas también a PPK y a Martín Vizcarra, ambos de derecha. Así, cualquier Presidente, en cualquier tiempo y por cualquier razón está expuesto a esta sanción. Y lo peor, que, basta cualquier denuncia, de cualquier naturaleza (civil, penal, laboral, familiar, administrativa, tributaria, etc…) para someterlo a proceso judicial y sde le suspende provisionalmente. Así, no es posible gobernar.

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