Foto./ Leyva Benítez.
Foto./ Leyva Benítez.

Una fiesta en grande, la del cine cubano

Anima a creadores, técnicos, directivos y públicos de todo el país durante la celebración del aniversario 65 del Icaic, la primera institución cultural fundada por la Revolución el 24 de marzo de 1959


La raigal conquista nos seduce ante el olimpo de la creación. Disfrutamos testimonios sobre épocas, técnicas, códigos y estilos en la visualidad captada por el fotógrafo a la entrada de la Sala Héctor García Mesa, en el habanero edificio del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic). El viaje motiva reencuentros con filmes, documentales, animados, cortos; en fin, parte de lo realizado durante 65 años en esta institución, la primera fundada por la Revolución el 24 de marzo de 1959.

De tanta maravilla da fe la inclusión del cartel cubano en el Programa Memoria del Mundo de la Unesco como patrimonio documental. Es preciso ver, conocer, escuchar, apreciar, pensar y repensar. Lo permite una fiesta en grande, la del cine cubano. Directivos del Icaic, presidido por Alexis Triana, abrieron accesos al pasado y al presente en atractivas jornadas; estas propician recordar caminos recorridos y al unísono ser conscientes de las vías hacia el desarrollo perenne de una manifestación que mezcla artes y técnicas.

Directivos del Icaic, presidido por Alexis Triana, informaron sobre acciones a favor de la celebración. / Leyva Benítez.

En varias salas oscuras de la capital coinciden estrenos de largometrajes y cortometrajes de producción institucional e independientes. Fue oportuna la proyección del documental Landrián, dirigido por Ernesto Daranas, y del filme Una noche con los Rolling Stones, de la realizadora Patricia Ramos. Ambas puestas integraron la representación cubana en la edición 44 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana, donde los públicos buscan lo nuestro, el enfoque de realidades-otras para conocernos y reconocernos en circunstancias disímiles.

¿Por qué la celebración hace meditar? Ante todo, coloca en el paisaje aquí y ahora obras restauradas pertenecientes al acervo de la Cinemateca de Cuba y a la historia de una filmografía auténtica, transgresora, vital, propositiva. Lo ilustran títulos del maestro Tomás Gutiérrez Alea, Titón, Memorias del subdesarrollo (1968), Una pelea cubana contra los demonios (1971) y La última cena (1976). Cálido, sensible, comprometido hondamente, él es y será un clásico imperecedero.

Otros nombres relevantes pertenecen a esa categoría: Julio García Espinosa, Humberto Solás, Manuel Octavio Gómez, Santiago Álvarez. Justamente, los distingue la diversidad en la unidad por crear, la necesidad de decir, estremecer y confirmar la voluntad de explayar lo íntimo, lo escuchado al otro ser humano, e incentivar la poética irrepetible en avances generadores de ángeles y demonios.  

Por estos días reflexionamos aún más sobre lo hecho y las perspectivas. Urge generar una cinematografía rica en formas y contenidos atractivos desde conceptos artísticos. Necesitamos espectáculos que favorezcan la capacidad interpretativa como apropiación de lo valioso, lo entretenido, lo interesante.

De ningún modo es un reclamo de mayores privilegios para una u otra especialidad, guion, fotografía, dirección de arte, puesta en pantalla. Sino ampliar múltiples visiones en el contexto general de prácticas simbólicas. Hoy el mundo es una sociedad mediática multipantalla. Esta omnipresencia influye en la ocupación del tiempo y de la vida; al parecer, compartir lo visto sin un criterio selectivo conspira contra la educación de la mirada que requiere selectividad. ¿Cómo lograrlo? Mediante el autoaprendizaje, pues es imprescindible para activar capacidades del intelecto y de la comprensión ante los entornos propensos a la saturación de los sentidos, de las mentes, del embotamiento perceptivo.

¿Interpretamos los universos recreados en el cine? Los actos de ver exigen entregas sistemáticas de teorías y prácticas encaminadas al estímulo de la recepción cultural reflexiva. En opinión de Michael Chanan: “Mientras Hollywood se expandía por todo el globo, las industrias cinematográficas locales en los países del Tercer Mundo lograban arraigarse solo cuando el mercado nacional era suficientemente amplio y a condición de que los presupuestos se mantuvieran bajos. Desde el punto de vista del imaginario estético, ese fue el momento en que el cine latinoamericano se metió de cabeza en la modernidad y, en el proceso, creó un discurso visual totalmente nuevo en el cual, un país tras otro, el continente entero, fue reconfigurado y nuevamente concebido”.

Nunca lo olvidemos, el hábito de comprender lo mejor de las cinematografías se construye. Igual ocurre con el gusto que no nace, se forma.

Actores y actrices han dado fe de ello al encarnar personajes sinceros, orgánicos. Películas de culto, cine de autor o filmes inspirados en literaturas universales, ciclos de realizadores notables continúan etapas necesarias en la promoción del séptimo arte.

El aniversario 65 del Icaic incita a comprender el arte en tanto sistema de signos, cuyas unidades articulan la intencionalidad comunicativa. Avizoran caminos para descubrir qué representa lo realizado y los lenguajes artísticos individuales y colectivos.

Tania Delgado Fernández, directora del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, significó la valía del evento y dejó abierta la convocatoria para la recepción de obras. / Leyva Benítez.

A propósito de la gran Fiesta por el Cine Cubano se estimulan espacios donde lideran encuentros entre guionistas, actores, actrices, directores de fotografía, técnicos, directivos interesados en activar el influjo cultural contentivo de vivencias, anécdotas, estéticas. Sin duda, proponen un vehículo poderoso en beneficio de actitudes positivas, análisis de comportamientos, proyecciones y sentimientos.

Cada proyecto requiere el trabajo conjunto de quienes intervienen en la acción de hacer cine. Intercambios y discusiones entre los participantes en el proceso creativo influyen en el enfoque holístico que valida el concepto dramatúrgico y la realización del todo.

De alguna manera ese conglomerado de inquietudes estará presente del 5 al 15 de diciembre durante la edición 45 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Lo manifestó Tania Delgado Fernández, directora del evento, al dejar abierta la convocatoria para la recepción de obras hasta el 15 de agosto. “Como cada año se reconocerán y difundirán las obras cinematográficas que contribuyan a la reafirmación de la identidad cultural latinoamericana y caribeña”, precisó.

Seguiremos andando sin abandonar el espíritu fundacional, las evidencias del crecimiento, el empuje y el riesgo. Nada podrá detener el destino de la creciente producción fílmica cubana. Tantas vocaciones positivas juntas lo harán posible. Pensémoslo.

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