Foto. / Yasset Llerena
Foto. / Yasset Llerena

Virtudes de quien supo ser su pueblo

Reflexiones sobre vivencias que socializa el libro Fidel es un país como parte del homenaje al líder histórico de la Revolución Cubana de notable trascendencia en el mundo


En repetidas ocasiones escuchamos que con el surgimiento de la fotografía se pudo dar forma a la Historia.

Ella, por sí misma, y luego como preámbulo del cinematógrafo, contribuyó al enriquecimiento de la cultura humana.

Considerando ambas ideas, ¿qué concepto de visualidad extraordinaria propone el libro Fidel es un país, que se presenta este 25 de noviembre, en la calle Madera, a propósito de la partida física del líder histórico de nuestra Revolución hace siete años?

Ante todo, el volumen destaca el protagonismo de un patriota que supo ser su pueblo.

Desde el proceso creativo desarrollado mediante una idea que propuso el maestro del lente Jorge Valiente, se implicó en la propuesta la prestigiosa casa editorial Verde Olivo, el lugar donde tan bien se está.

La narrativa del volumen fue pensada no para atrapar imágenes al azar, sino con el propósito de contar una historia destinada al conocimiento y al disfrute de públicos diferentes en Cuba y allende los mares.

Y en ese ejercicio lideraron las imágenes asociadas al uso de las palabras y las palabras en busca del sentido de las imágenes.

Esta es una esencia que revela, además, el estilo del maestro Jorge Valiente. Su perspectiva de saberse colocar con la mirada de editor entrenado, frente al sujeto fotográfico propicio, dejó constancia de hechos y acontecimientos protagonizados por Fidel.

Ver lo que acontecía, captar el instante de la revelación del momento, ofrece a los espectadores de hoy la tentación de haber estado allí.

En el sentido de la composición de las imágenes se patentizan motivaciones e inspiraciones. Estas dan fe de la capacidad de ver al socializar la dimensión parlante de fotos que cuentan la historia que se ha vivido.

Y en ambos sentidos están presentes los aportes creativos de la editora, la teniente coronel Ana Dayamín Montero Díaz, y el diseño interior y la realización de Claudia Gorrita Martínez.

Ambas fueron conscientes de la importancia de desplegar una amplia red de connotaciones visuales en las que reside el quehacer de Valiente.

Confluyen en el relato del volumen lo íntimo, la ternura, el gesto lúdico de Fidel que se despliega en esa imagen de cubierta de profundo sentido humanista, pues ilustra los valores de un líder de pensamiento perteneciente al devenir futuro.

Él supo educar en la senda de la virtud. Este reconocimiento quedó registrado en el capítulo A pie de obra en palabras, imágenes y visualidades.

Fidel lo patentizó: se debe enseñar conversando, de campo en campo, de casa en casa.

Es imposible contar la narrativa del libro. Hay que interpretar sus construcciones visuales donde Valiente supo ir mucho más allá de lo observado y nos ofrece una mirada otra.

No solo lo revela en el uso de la luz, el contraste de las formas o en la fuerza emocional de escenas de valor simbólico. Además, propone nuevas estrategias de conocimiento de lo social en un país en Revolución.

Su concepto de visualidad en imágenes de gran valor estético deviene un testimonio excepcional.

Nuestro José Martí nos enseñó que la belleza es siempre revolucionaria y este concepto forma parte del libro Fidel es un país. Como protagonista esencial dio la posibilidad de generar nuevos saberes para robustecer el desarrollo de la sociedad, lo cual es uno de los factores constitutivos de toda auténtica soberanía.

Supo estimular el líder los nexos entre docencia e investigación.

Y que la incorporación de habilidades en cada persona necesita de una práctica profesional concreta y esta nunca puede prescindir del acto de aprender a pensar.

Fidel nunca pidió algo que no fuera capaz de hacer. Con espíritu de colectividad supo abonar la confianza y la dedicación mediante el afán de construir. Jamás se amilanó ante los reveses y estas condiciones constituyeron para él una suerte de filosofía de vida desplegada en estas páginas.

Decía Lezama Lima que por la imagen el hombre recupera su naturaleza y que por ella, y su absoluto, la metáfora, engendra la poesía como la total libertad espiritual del ser humano.

Lo fotografiado por Valiente y la escritura que motiva la reflexión dan fe de la auténtica expresión del sentimiento hacia la vida nuestra como ejercicio sociológico y antropológico desde la visualidad.

Todos los días debemos pensarla. Recordemos una máxima sabia: la emoción que contiene una foto viene de la fuerza de la memoria, sobre todo cuando se trata de una imagen sobre la cual existe una vivencia.

Que todas las generaciones sientan el libro como una vivencia propia es un propósito de lo contado.

Ciertamente, existen otros volúmenes, exposiciones, imágenes inquietantes a la vez que atractivas, pero nos propusimos hacer de esta propuesta, un libro único y extraordinario, con un lenguaje particular que hace meditar sobre una forma de hacer arte en tanto es motivo para seguir luchando por las reivindicaciones sociales en el mundo.

Ya lo vemos. El protagonista del relato supo ser su pueblo. Y como extraordinario es, sí, en presente, Fidel es un país. Esa es su mayor virtud para todos los tiempos.

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