Visiones y otras sugerencias inquietantes

Acercamiento a la muestra colectiva Un poco de mí, que se exhibe en la galería El reino de este mundo, de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí


¿Se puede contar la historia del arte en nuestro país mediante una exposición que incluye obras de diferentes artistas, cultores de una amplia riqueza temática, estilística y filosófica?

Tal pretensión es, definitivamente, imposible. Aunque, de alguna manera, se produce una rica mirada a lo nuestro genuino, en la muestra colectiva Un poco de mí, en la galería El reino de este mundo, de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí.

De la serie Cartas de amor de Lesbia Vent Dumois, Premio Nacional de Artes Plásticas.
Esculturas y pinturas dan fe de la riqueza conceptual y estética que distingue a nombres significativos de nuestro arte.

La propuesta incluye un grupo de obras que forman parte de la colección del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, donde coinciden generaciones empeñadas en perfilar modos distintos de asumir la creación.

Para los públicos cubanos constituyen oportunas vivencias, descubrir y pensar legados de notables connotaciones sociales y culturales.

Ernesto Fernández, Premio Nacional de Artes Plásticas, y Raúl Corrales figuran entre los imprescindibles del arte fotográfico nacional.

En tal sentido descuellan los aportes de Lesbia Vent Dumois en una pieza de la serie Cartas de amor, técnica mixta, madera y tela. Su singular intuición poética se despliega poderosa, subyuga por el buen gusto, y la manera de recrear el componente expresionista en referencias simbólicas.

Esculturas de José Villa Soberón y otras obras dan fe de la riqueza metafórica que proponen varias generaciones.

Ernesto Fernández y Raúl Corrales, cada uno a partir de un entrenado ver, dotaron sus imágenes fotográficas de una narratividad sugerente, que estimula el deseo de estar allí, en el lugar donde ellos atraparon el instante de la revelación.

Emblemático es el Gallo de Mariano Rodríguez. Acrílico sobre tela. Con él inscribió una marca visual en la pintura cubana del siglo XX.

Por su parte, la siempre inquietante Zaida del Río, despliega atmósferas y un particular acercamiento al liderazgo de la mujer en facetas descritas por el personal universo mágico.

Ninguna estética se parece a otra. Sin duda, porque el mundo contemporáneo se desenvuelve en dinámicas de constantes revisiones conceptuales y búsquedas novedosas.

Disímiles recursos expresivos han sido abordados en acciones de inserción social como eje fundamental de su labor.

Seamos conscientes de que tradiciones y praxis nutren los procesos de crecimientos individuales y colectivos. Urge seguir fortaleciendo el nivel de cognición sin establecer límites o compartimentos, distancias u olvidos.

Al redescubrir significados y esencias en objetos, paisajes, técnicas, colores, se amplía un abanico de posibilidades, el cual propicia estar mucho más cerca del otro ser humano.

Emblemático es el Gallo de Mariano Rodríguez.
La pasión y la inventiva nunca se agotan en el quehacer de Zaida del Río.

Es fundamental orientar y educar a las mayorías. También para dar a conocer lo que más vale y brilla en cualquiera de las manifestaciones artísticas.

De ningún modo es un secreto que la fotografía necesita mayor socialización en publicaciones y proyectos. Estos deben trazar líneas de reconocimiento en el ámbito histórico social cultural en Cuba y otros países.

Dicha expresión artística es, ante todo, luz. Teniendo clara esta premisa invariable, el resto demanda adaptabilidad a los tiempos actuales.

Si décadas atrás, durante la etapa analógica, necesitaba del revelado y de la impresión en el cuarto oscuro haciendo uso de la química, ahora las tecnologías se imponen.

Diferentes estéticas propician acercarnos a creadores clásicos siempre contemporáneos.

Cada vez nos exigen el dominio de softwares y programas editores como Photoshop, Lightroom, Camera Raw o Nikon Capture. No se concibe mostrar las imágenes sin ser debidamente trabajadas. Entre las ventajas que ofrece descuella la forma digital, la cual se proyecta o estampa en diversos soportes mediante impresoras, las cuales ofrecen altísima calidad.

Pero nunca olvidemos un precepto básico, esencial, duradero: ninguna maniobra o soporte técnico puede sustituir los saberes y la creatividad del fotógrafo artista.

Toda curaduría es un acto creativo. Las propuestas deben tener una sólida base para transmitir mensajes.

En el siglo XXI, el escenario es propicio para que fluya el sistema promocional del arte. Resulta válido estimular una crítica cuestionadora, que remueva conciencias, haga meditar sobre propuestas concretas, oportunas, por su eticidad, y respeto hacia creadores y públicos.


CRÉDITOS

Foto. / Yasset Llerena

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