Había que verla en el escenario o escucharla por la radio. Ella era, sencillamente, una artista íntegra. Innumerables personajes nutrieron su creatividad. Le resultaba difícil escoger algunos, pero sin duda la Etelvina de Alegrías de sobremesa, el ameno espacio de Radio Progreso, influyó en la popularidad sostenida por la primera actriz Aurora Basnuevo durante varias décadas.
En una oportunidad comentó a BOHEMIA: “Siempre agradeceré al genial escritor Alberto Luberta Noy la creación de una “mulatísima” sincera, dicharachera, espontánea. Cada bocadillo y cada nueva situación me permitieron desarrollar la riqueza de esta cubana entregada por entero a su profesión”.
Actuó en colectivos teatrales y en disímiles programas de la televisión nacional, incluido el muy recordado San Nicolás del Peladero. Igualmente, en una docena de filmes; los primeros, realizados en los años 60; los últimos en los 2000.
Disciplinada, consciente de su responsabilidad, nunca abandonó los estudios. “Le recomiendo a los jóvenes que sean humildes, perseverantes. Deben ir paso a paso, nunca confiarse y pensar: ‘Hemos llegado’”.
Mereció los Premios Nacionales de Radio y Humorismo, supo brillar con luz propia en todos los medios audiovisuales. Fue versátil, exquisita, culta.
Quizás no tuvo noción de la grandeza expresada mediante pocas palabras: “En nuestro hogar hemos vivido para el arte. Junto al primer actor Mario Limonta, mi compañero, y a nuestro hijo Mayito siempre pendiente de nosotros, he compartido alegrías, tristezas. La unión familiar ha sido esencial en lo que hemos logrado”.
Imposible decirle adiós a una primera actriz de larga estadía en el corazón del pueblo. Su legado queda en grabaciones radiales y programas televisuales donde las futuras generaciones reconocerán la excelencia artística perdurable para todos los tiempos.