La historia sigue desembarcando por Baracoa

Jóvenes avanzan con bandera cubana, reeditando desembarco Baracoa
No es difícil motivar a los jóvenes para rememorar e investigar la historia. Basta proponérnoslo bien. / Tomada de Juventud Rebelde

Bienvenido sea –y nunca será demasiado- todo cuanto se haga para conservar viva la historia, por medio de su constante transmisión generacional.

Solo que sembrarla y hacer que florezca no puede supeditarse únicamente a un aula docente, con las limitaciones que, en mayor o menor grado, puedan derivarse del espacio físico, de la preparación del profesor, de la motivación, profundidad y calidad de la clase…

Por eso los guantanameros les conceden tanto valor a eventos como el Taller Duaba, un Desembarco Necesario, que rinde tributo al arribo de Antonio Maceo, su hermano José, Flor Crombet y otros expedicionarios, por ese sureño punto del oriente cubano (1 de abril de 1895).

Como se sabe, ese encuentro culmina con una peregrinación patriótica hasta el lugar del desembarco, tradición que data desde el año 1903.

No es, sin embargo, la única arteria por donde a los baracoenses les llega savia de historia.

Redes y sitios digitales refieren por estos días la preparación de más de 40 acciones encaminadas a promover la memoria material y espiritual de la Ciudad Primada, de acuerdo con un proyecto diseñado por la Oficina del Conservador allí.

Pospuesta para más adelante por razones preventivo-sanitarias, la tercera edición del Taller de Duaba a Cajobabo: Lugares Sagrados de la Patria, promete seguir abriendo y afianzando espacio.

Para ello unen voluntad e inteligencia la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC), la Oficina del Conservador y la Sociedad Cultural José Martí, entre otros factores.

Alternativas así, no solo mantienen en acción a organizadores y pobladores de la región, sino que suelen atraer, además, a investigadores de otras partes del país, con valiosos estudios en torno a sucesos como los acaecidos durante las gestas por la independencia de Cuba durante el siglo XIX.

Es obvio, por ejemplo, que representantes de la Oficina del Historiador de La Habana, de estructuras similares en Matanzas, Sancti-Spíritus, Camagüey y Bayamo o de instituciones como la Casa Natal de Antonio Maceo y el Centro Provincial de Patrimonio en Santiago de Cuba (con intención de asistir) pueden aportar a los espacios teóricos y a los intercambios más riqueza, nuevos elementos y considerable rigor científico e investigativo.

Si un valor suman esos empeños es el modo en que promueven la participación de jóvenes, universitarios o egresados ya, motivados o inmersos en el ámbito de la historia.

De hecho, ese asunto fue certeramente abordado, como preocupación y reto, durante las actividades centrales con motivo del aniversario número 40 de la UNHIC.

No quede la más mínima duda en torno a lo apasionante que siempre resulta visitar Duaba o caminar por las chinas pelonas de Playita de Cajobabo, punto que inscribe el no menos audaz desembarco de Máximo Gómez y José Martí .

Pero ningún evento puede quedar allí, bañado o esparcido por la brisa marina. Ediciones anteriores indican que momentos así pueden multiplicarse mediante acciones generadoras del interés que por la historia nunca deben perder niños, adolescentes, jóvenes y adultos de todas las edades.

¿O acaso alguien ha olvidado por un instante la persistencia del enemigo para hacer que los cubanos subestimemos, ignoremos, sepultemos y nos desentendamos de una historia mucho más rica y digna que la de ese poderoso y avasallador imperio?

Mucho ojo. Tan obstinada y hostil idea no es por gusto.

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