Muchos esperaban una victoria rotunda del Partido Republicano en las elecciones estadounidenses de medio término; sin embargo, la polarización marcó los comicios.

Estados Unidos vivió una las de elecciones intermedias más inestables de la historia. Durante la jornada, las tecnologías sufrieron roturas en Texas y Arizona. Los votantes manifestaron la necesidad de nuevos referendos constitucionales y los republicanos no resultaron tan victoriosos como esperaban.

La moneda política cambió. El partido rojo recuperó la Cámara de Representantes, pero su sueño de tomar el control íntegro del Congreso no se concretó. Sus mayores pérdidas ocurrieron en aquellas candidaturas apoyadas por el expresidente Donald Trump.

Una de estas disminuciones fue en Pensilvania, el estado clave que el multimillonario capturó para ganar las votaciones de 2016. Sin embargo, ahora Doug Mastriano, el postulante respaldado por el exmandatario, perdió ante el demócrata Josh Shapiro, por 13 puntos.

En la contienda por el Senado, el vicegobernador John Fetterman venció a Mehmet Oz, quien mostró que estaba en la campaña más por aparecer en la televisión que por resolver problemas. Y ese fue su gran problema: carecía de autenticidad.

Otro ejemplo del descenso de la influencia de Trump ocurrió en Georgia, donde Herschel Walker, respaldado por el exgobernante, no superó el 50 por ciento de los votos. Ahora tendrá una segunda vuelta, en diciembre, contra el demócrata Raphael Warnock.

¿Qué pasó con la política antisistema de Trump? El multimillonario comenzó su actividad hace casi ocho años y, al parecer, ya fatiga con su retórica agresiva. Algo que, particularmente, se acentuó tras la compra de Twitter por Elon Musk. El también accionista de Tesla tal vez le hizo un flaco favor al partido rojo con su desembozado espaldarazo. Hoy se constata incluso un éxodo de usuarios habituales hacia otras plataformas digitales.

Asimismo, aunque a muchas personas no les gusta el manejo de la inflación, el crimen, la frontera, la educación por parte de la gestión de Biden, aun así votaron en contra de la política de Trump porque temen un retorno al drama presidencial.

Ahora, si bien no cristalizó la anunciada marea, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, logró la reelección y consolidó sus aspiraciones a la presidencia de 2024. ¿Con qué armas? En varias de las imágenes de la noche de los comicios aparece el funcionario con migrantes. Lo cual revela la hipocresía criminal del poderoso establishment “latino”, que disfruta de una vieja red mafiosa y gana los votos de aquellos que van a “proteger”. Entretanto, el actual mandatario, Joe Biden, apeló a su condición de mañoso político liberal. El empaquetamiento de leyes sociales-ambientales y el gasto de dinero (mucho dinero) significaron puntos en los escaños obtenidos por su partido. Habría que preguntarse si los resultados serán los mismos de cara a los comicios de 2024.