Foto. / Yasset Llerena Alfonso
Foto. / Yasset Llerena Alfonso

Prever ya es una cuestión de supervivencia

En el contexto del Décimo Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), último de la IX Legislatura, los diputados debatieron sobre el Sistema de Gestión Integral de Mantenimiento Industrial


En la Comisión de Industria, Construcciones y Energía, media mañana ocupó la rendición de cuentas sobre el problema de la vivienda en Cuba, catalogada de “misa” por el viceprimer ministro de la República, Ramiro Valdés, debido a la falta de soluciones y novedades en ese frente (al cierre de este año, 21 229 hogares fueron terminados, lo que representa 58 por ciento del plan previsto y unas centenas más que el año pasado).

Solo después se abordaron los resultados de la implementación del Sistema de Gestión Integral del Mantenimiento Industrial (Sgimi), en vigor desde las resoluciones 66 y 67 del Ministerio de Industrias (Mindus), aprobadas en 2021.

Por supuesto, no es este un tema tan popular como el de las viviendas. Sin embargo, en un país con insuficiente explotación de sus plantas productoras y dependiente de la importación de piezas de repuestos para sus maquinarias, pudiera marcar la diferencia entre que, por ejemplo, se averíe, o no, una termoeléctrica de forma recurrente. Estas resoluciones diseñan un protocolo que normaliza el autodiagnóstico en las empresas y una cultura de la prevención a las fallas técnicas, la cual ha escaseado en la Isla desde décadas atrás.

A diferencia del debate de la vivienda, la ponencia de Yamilín González, viceministra primera del Mindus, transcurrió fugaz. Una diapositiva sucedía a la otra y cada una manejaba una cifra diferente, pero todas –al menos en el subtema del enfrentamiento a la corrupción e ilegalidades– mostraba una frase del Che: “La confianza es buena, el control es mejor”.

Una gráfica indicó la tendencia descendente de los “hechos extraordinarios” (robos, pérdidas, desvíos, corrupción u otros): de 597 casos en 2013, a 120 en 2021. Obviamente, solo se pudieron contabilizar los casos descubiertos por las autoridades, lo que pudiera suscitar el cuestionamiento de si esa disminución refleja un indicio de eficacia y mejoramiento humano o si, por el contrario, representa un empeoramiento de la capacidad de detectar tales “hechos extraordinarios”. En cualquier caso, en 2022 creció la cifra a 148 y hubo 342 personas implicadas; de ellas 44 por ciento fueron agentes de seguridad y protección.

No obstante, en la industria cubana, el robo no compite contra el alto deterioro técnico acumulado. Los problemas son vastos: déficit de recursos materiales y financieros para asegurar los programas de mantenimiento, carencia de tecnologías de fabricación y recuperación de piezas de repuesto, falta de profundidad y rigor en la aplicación de la guía de autodiagnóstico del Sgimi… Y en el reporte que hicieron los diputados se identificaron otros tantos: inestabilidad en el suministro de materias primas, aunque la empresa posea las divisas necesarias o la poderosa “carta de liquidez (CL)”… especialistas en mantenimiento al borde del retiro, sin reservas que los sustituyan… jóvenes indispuestos debido a los bajos salarios… etcétera, etcétera.

Diputada Belkis López Vázquez, representante por el municipio de Santa Clara. / Jorge Luis Sánchez Rivera

Pero el conflicto del mantenimiento engorda cuando trasciende a la propia gestión de la empresa, como señaló la diputada Belkis López Vázquez, en representación del municipio de Santa Clara.

En entrevista a BOHEMIA, ella dijo que en un recorrido por varias fábricas de su territorio (como parte de sus labores de diputada) notó que estas empresas, aunque tienen planes y presupuesto destinados al mantenimiento industrial, hay actividades específicas que dependen de terceras empresas especializadas y certificadas, como sucede con los sistemas de pararrayos y aterramiento (según sus acreditaciones, la Empresa de Servicios de Seguridad Integral S.A. sería la encargada de esto), o los cilindros de gas: ambos fenómenos presentan deterioro en casi todas las plantas visitadas por ella.

Las entidades encargadas de tales diagnósticos –dijo López– a veces realizan los dictámenes sin las herramientas necesarias para realizar mediciones más certeras. “Lo hacen visual”, dijo. En otras ocasiones, identifican las fallas pero no poseen los recursos para solucionarlas.

“Esta política (la del Sgimi) tiene que velar porque esas entidades especializadas incluyan, como parte de sus prioridades, el mantenimiento industrial. No solamente pueden direccionarse a las inversiones, que es lo que pasa en Cuba generalmente –señaló. Esto es un tema importante para el país”.

En efecto, es una discusión que atañe la seguridad laboral y material, nada menos que la vida de las personas. Desde la catastrófica explosión en el Hotel Saratoga y el incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas, todos en Cuba deberíamos recordar el precio a pagar por un descuido o por no prever lo suficiente en cuestiones de seguridad.

Después que varios diputados debatieran sobre diversos temas, algunos relacionados con la carencia de aceites o la capacitación de los trabajadores, López también se paró, se acercó al micrófono y expuso su preocupación. Fue una intervención rápida. Precisa. Ni siquiera superó los dos minutos. Sin recibir ninguna reacción ni pregunta al respecto, regresó sobre sus pasos y se sentó.

La Comisión pasó al siguiente tema del día.

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