¿Qué pasó en el despacho de Batista?

¿Dónde se hallaba el tirano Fulgencio Batista al comienzo del ataque de los revolucionarios? / Autor no identificado
¿Dónde se hallaba el tirano Fulgencio Batista al comienzo del ataque de los revolucionarios? / Autor no identificado

Por RAFAEL RAMÍREZ GARCÍA*

En diversas publicaciones acerca del ataque al Palacio Presidencial se afirma que la acción fracasó debido a que Fulgencio Batista huyó hacia el tercer piso por la escalera secreta existente en su despacho. ¿Estaba el tirano en el segundo piso y se escabulló cuando comenzó la acción? ¿O se encontraba en su oficina privada del nivel superior?

En sus memorias, él refiere: “Estuvo mal calculado el ataque dirigido a mi persona; mal porque de haberme encontrado en aquel lugar, a esa hora, los servicios de vigilancia eran mayores”.

En el segundo piso radicaba el despacho oficial, pero no el privado. Esto ubica al sátrapa en el tercer nivel, si consideramos la distribución del Palacio como planta baja, segundo piso, tercer piso y azotea. Uno de los reporteros lo narró de otra forma: “La fuerza invasora dominó a la guardia y llegó hasta el primer piso donde Batista tiene sus oficinas. El presidente se hallaba en sus oficinas del segundo piso terminando un almuerzo con dos de los miembros del Gabinete”.

José Arroyo Maldonado, de la Asociated Press, crea cierta confusión con su nota: “Batista se encontraba en el segundo piso esperando la hora del almuerzo para el que había invitado a algunos de sus ministros”. Sin embargo, el párrafo siguiente despeja las dudas: “Inmediatamente se situó en su despacho privado, al lado de las habitaciones, desde donde dirigió la defensa de la mansión ejecutiva”.

El periodista Enrique de la Osa señalaría años más tarde que Batista, luego de haber almorzado con el ministro de Defensa, Santiago Verdeja, despachó con Andrés Domingo Morales del Castillo, secretario de la presidencia, y que, poco después de las 3:00 p.m., “subió al tercer piso para ver al más pequeño de sus hijos, que se encontraba enfermo y para sustituir su ropa deportiva por otra más severa”.

Por último, el coronel® José Luis Padrón en carta a Max Lesnik, reseña: “Batista en el momento del ataque se disponía a almorzar con Marta, su esposa, en el tercer piso donde vivía”.

La presencia de Batista en este último nivel es confirmada por diversos oficiales, entre ellos, el que se hallaba de guardia y los ayudantes del dictador. El primero de ellos, teniente Ricardo García Gómez, planteó a la Comisión investigadora para la entrega de la condecoración Cruz Antonio Maceo que, cuando el comandante Sixto Sierra Albo llegó a Palacio, le informó que “el Señor Presidente se encontraba en el tercer piso con sus ayudantes y su familia”.

En cuanto a los ayudantes: comandantes Cosme A. Varas y Alfredo Rams, señalan la presencia de Batista en el tercer piso al comenzar el ataque, así como haber recibido instrucciones de él. Varas se encontraba en aquel instante –según declaró posteriormente– en el Cuarto de los Ayudantes en el tercer piso con el comandante Rams y al oír los disparos se acercó a Batista, quien le ordenó hacerse cargo de la planta de radio y transmitir que estaban atacando Palacio y debían tomarse las medidas de seguridad necesarias. Rams refirió que era el ayudante de guardia del presidente y que al comenzar el fuego estaba en la puerta de la habitación de Batista.

Acerca de los sucesos de ese día, Batista dijo en las referidas memorias: «Cuando el primer disparo, me cambié el traje de calle por el más cómodo». Si lo hizo, de seguro no fue en su despacho oficial sino en las habitaciones privadas del tercer piso; pero ello no significa que, al comenzar las acciones, estuviese allí. El análisis conjunto de todas estas versiones indica que, al iniciarse el ataque a Palacio, Batista se encontraba en el tercer piso y no en el segundo como se ha afirmado. Por tanto, no huyó por la escalera secreta.

Los revolucionarios en el segundo nivel

Referente a los sucesos acaecidos allí, específicamente en el despacho presidencial, la información es contradictoria, aunque con puntos coincidentes. Prensa Libre reseñó que ocho asaltantes llegaron al piso, quienes “lanzaron tres granadas de mano contra ese local y abrieron fuego de ametralladora. En el interior de la mansión ejecutiva se generalizó un intenso tiroteo entre miembros de la escolta y los atacantes”.

En realidad, si bien hasta ese nivel subieron varios combatientes, solo cuatro alcanzaron el despacho presidencial: Carlos Gutiérrez Menoyo, José Luis Gómez Wangüemert, Luis Goicoechea y José Castellanos.

Al oír voces dentro del despacho presidencial del segundo piso, Carlos Gutiérrez Menoyo gritó: “¡Salgan con las manos arriba!”. / Autor no identificado)
Al oír voces dentro del despacho presidencial del segundo piso, Carlos Gutiérrez Menoyo gritó: “¡Salgan con las manos arriba!”. / Autor no identificado

De ellos, Goicochea –el único que no murió en combate durante el ataque–, narró después de enero de 1959 al periodista Vicente Cubillas, del diario Revolución, que cuando arribaron a la puerta de la antesala escucharon “voces excitadas dentro. [Carlos] Gutiérrez gritó: ‘¡Salgan con las manos arriba!’. La respuesta fue un disparo de pistola […] Carlos preparó una granada y la lanzó por el hueco de los cristales rotos. No estalló. Probó con otra y ocurrió lo mismo. Las granadas estaban defectuosas. La tercera, igual. A la cuarta, se sintió la explosión. Instantáneamente, franqueamos la entrada disparando nuestras armas. En el suelo había dos hombres muertos […] Tratamos de hallar un pasadizo secreto que, según nos habían informado, unía el despacho de Batista con sus habitaciones del tercer piso. Imposible lograrlo”.

Según otra fuente, en el despacho habían estado el teniente Modesto Elías Fernández, el sargento Francisco Ramos, el cabo Bernal de la Policía Secreta, el agente del servicio secreto Domingo Luis Simeón y el cabo Higinio Valladares, de guardia en el local. Sus declaraciones coinciden en parte con la narración de Goicoechea.

Elías relataría después que junto a otros militares asumió posiciones defensivas en el despacho de Batista y el Salón del Consejo de Ministros. Hasta allí llegó el sargento Ramos procedente del primer piso, armado con una subametralladora Thompson. En las declaraciones tomadas a Elías se consigna: “en ese momento se acercaban [los asaltantes] a la puerta donde ellos estaban, amenazándolos de palabra y entonces los repelieron a tiros donde ellos contestaron y lanzaron, además, tres granadas de mano explotando una de ellas y retirándose hacia otro lugar para cubrirse del fuego que les hacíamos. En ese momento el declarante observó que el sargento Ramos había sido herido en un brazo en el tiroteo, procediendo en ese momento a retirarse por la escalera secreta hacia el tercer piso donde se encontraba el Señor Presidente”.

El cabo Higinio Valladares Mesa y el sargento Francisco Ramos relataron que hubo dos heridos leves: Elías en la muñeca derecha y Ramos en el antebrazo y pierna derecha, sin afectaciones para seguir combatiendo. Agregan estos que después se presentó el ministro de la Presidencia, Andrés Domingo Morales del Castillo, con tres damas, a los que condujeron hasta el despacho de Batista. Luego todos, con la excepción del ministro, subieron al tercer piso por la escalera secreta.

En su libro sobre la mansión de Refugio No. 1, Julio A. Martí, expone una versión distinta de los hechos, aunque sin referenciar la fuente: “Próximos a la puerta cerrada de un pasillo interior del ala norte sintieron voces del otro lado. Gutiérrez Menoyo dio el alto y la respuesta fue una andanada de tiros a través de la madera. La réplica revolucionaria no se hizo esperar. Algunas ráfagas de Thompson y el estallido de una granada hicieron saltar la puerta en astillas y se precipitaron al interior. Sobre el piso los cuerpos de dos soldados se desangraban. Sin embargo, vivían y fueron respetados”.

Coincidentes o no, los testimonios expuestos confirman que se produjo el lanzamiento de tres o cuatro granadas por los asaltantes e intercambio de disparos y palabras entre estos y los defensores. La última granada explotó hacia afuera al chocar contra una mampara de madera existente en el lugar. La diferencia está en que los asaltantes hablan de dos muertos y los guardias de dos heridos.

Si se tiene en cuenta que ese día la dictadura tuvo cinco bajas mortales, tres de las cuales fueron en la puerta de acceso de la calle Colón y las otras dos en el exterior, coincidentes con la llegada de los tanques por la calle Monserrate (esto último confirmado por las declaraciones de los tanquistas y las tripulaciones de los carros del Servicio de Inteligencia Militar), se puede afirmar que en el despacho de Batista, además del intercambio de palabras, disparos y el lanzamiento de granadas de mano, no hubo bajas mortales, solo dos heridos de la guarnición.

Menelao Mora, veterano combatiente de la Revolución del 30, ofrendó su vida en el asalto a Palacio. / Autor no identificado)
Menelao Mora, veterano combatiente de la Revolución del 30, ofrendó su vida en el asalto a Palacio. / Autor no identificado

Un último elemento por precisar sobre lo acaecido en el segundo piso: ¿Menelao Mora murió allí o en el parque Zayas (al fondo del Palacio), como afirmó la dictadura? Todo indica que ocurrió en este último lugar, pues el cuerpo fue recogido por una ambulancia y conducido al Primer Centro de Socorro. De haber estado dentro, el cadáver hubiese sido conducido al Necrocomio, junto al resto de los asaltantes caídos en la acción. Reafirma esta tesis el testimonio de Tomás Bretón Pérez, quien contaría que otro compañero logró sacar a Menelao, moribundo, del Palacio y llevarlo hasta el parque Zayas, “donde, al colocarlo agonizante en un banco del mismo, muere por sus ideales”.

Un año y nueve meses después, Batista huía de Cuba. Con la entrada en La Habana de las fuerzas rebeldes, el Palacio Presidencial pasó a ser la sede del gobierno revolucionario.

El antiguo Palacio Presidencial, hoy sede del Museo de la Revolución. / cubadebate.cu
El antiguo Palacio Presidencial, hoy sede del Museo de la Revolución. / cubadebate.cu

*Doctor en Ciencias Históricas, Profesor Titular de la Academia de las FAR General Máximo Gómez

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Fuentes consultadas

Los libros Respuesta, de Fulgencio Batista; Refugio No. 1. De Palacio Presidencial a Museo de la Revolución, de Julio A. Martí; y Archivos confidenciales de Cuba. Textos periodísticos publicados en el Diario de la Marina (14 y 17 de marzo de 1957), Prensa Libre (15 de marzo de ese año) y Revolución (13 de marzo de 1963). Documentos localizados en el Archivo del Instituto de Historia de Cuba.

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