Un muro de confesiones

Es atractivo apreciar dentro de una ciudad con cinco siglos de existencia esta obra que enlaza dos construcciones históricas, El Torreón de La Chorrera y El Castillo de La Punta. Un largo muro de concreto, convertido en el sitio más visitado de la capital cubana, llegó a ser símbolo de la isla identificándola en cualquier parte del mundo. De niño se torna interesante, de adulto resulta ideal para la contemplación.

Como en otros lugares volcados al mar, esta estructura de contención custodia la ancha avenida y establece un límite entre la tierra y el mar. Sirve de asiento a visitantes nacionales y extranjeros que contemplan cada día el azul del cielo y el mar, el paso de embarcaciones.  

Asisten a disfrutar de este escenario, pescadores, transeúntes y amantes, comparten un mismo espacio que se torna inagotable. Otros lo prefieren para meditar, justo allí, a la orilla del mar, se trazan metas, añoranzas, convirtiéndose por excelencia en el lugar que acumula los secretos de todos.  

La nostalgia parece estar siempre presente en cada espectador, quizás como mágica fórmula para volver al reencuentro.

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Un comentario

  1. Un gran artista ya fallecido lo llamo «El gran sofá» y es desde su fundación como el espacio entre el sueño y la realidad, la añoranza y el adiós. Llerena-el autor de este artículo- da un paso más por su fotografía plácida y segura, donde no deja escapar una luz colorida en aquel mar que no percatamos se nos viene encima en las noches habaneras, o en la soledad del abate. Pasaremos un día pero aquel muro quedará para esperar a otros soñadores como nuestro Yasset.

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