Desde hace tiempo, en mi andar, me asaltan ante la vista tres construcciones en lo alto de una colina, en Calle Cerrada entre 13 y 14, en Lawton, municipio Diez de octubre. Los inmuebles son castillos vetustos, hermosos, y se manifiestan como quijotes arquitectónicos que batallan contra el tiempo y la amenaza del olvido.
Nadie sabe con exactitud los orígenes de tan peculiares viviendas, sin embargo, los castillos ocupan el No. 3 en el Inventario Nacional de Construcciones y Sitios, y les fue otorgado grado II de protección por la Comisión Nacional de Monumentos. No obstante, sus moradores son conscientes del deterioro de tanta maravilla y esperan su restauración.
Los vecinos más antiguos del lugar comparten disímiles leyendas, algunos sostienen que fueron terminados a principio del siglo XX, aunque los documentos de propiedad refieren fechas entre 1916 y 1930. Cuenta Mercedes López Matamoro y su compañero Raúl Rodríguez Cobas, residentes por más de 15 años en el castillo número 381, que fue una escuela y después restaurante, un sitio lleno de historias, y desean volverlo a ver con esplendor. Según otros, fueron erigidos a solicitud de Remigio Fernández, primer dueño del matadero de reses que hasta la década de 1990 funcionó y estuvo emplazado a pocos metros del lugar. Existe otra posibilidad, una compañía de construcciones de Holanda, en aras de establecerse en Cuba, los edificó como modelos estructurales. De estos formaron parte estufas, chimeneas, techos triangulares de tejas en las que puede aún leerse la marca del fabricante.
Desde épocas inmemoriales perviven y han vencido al tiempo. Entre piedra y piedra continúan latentes las esperanzas de un mejor futuro para estos imponentes museables de la arquitectura habanera.







4 comentarios
Excelente reportaje !!. Las fotografías son fantásticas y la descripción de perfecta. Muchas gracias por contribuir a la divulgación de nuestros valores
Excelente reportaje !!. Las fotografías son fantásticas y la descripción es perfecta. Muchas gracias por contribuir a la divulgación de nuestros valores
Excelente reportaje. Como siempre, el amigo Llerena nos recrea con sus historias (texto y foto) y nos invita a la búsqueda y a la reflexión.
Muy buena crónica!