Una dama de París al sur de Cuba

Primer parte del reportaje Una Perla roja y negra


Elegante y señorial se alza la otrora villa Fernandina de Jagua en un punto al sur de la mayor de las Antillas. Todavía hace alarde de su marcado aire afrancesado y se pasea con sus palacetes, cúpulas y joyas arquitectónicas, aparentemente detenidas en la modernidad del siglo XIX.

Cienfuegos hechiza a propios y visitantes que llegan hasta el Prado para tomarse una foto con El Benny. Encanta a quienes se quedan extasiados con la serenidad de Punta Gorda y el eclecticismo de su Palacio del Valle. A quienes conectan con el ecosistema montañoso del macizo de Guamuhaya, o a quienes se llevan como mejor souvenir el cariño y la hospitalidad de su gente.

Conservar la autenticidad del ambiente urbanístico –que casualmente en julio de 2005, le valió a su centro histórico la categoría de Patrimonio Cultural de la Humanidad– no ha sido tarea fácil, máxime cuando goza de ser la única urbe iberoamericana del siglo XIX fundada por colonos franceses que ostenta dicha condición, otorgada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

La Oficina del Conservador de la Ciudad y el Centro Provincial de Patrimonio Cultural trabajan de manera articulada en la restauración y conservación de inmuebles y bienes patrimoniales, monumentos y sitios históricos.

Recursos financieros importantes se han destinado a estas labores, que incluyen remozamiento de cúpulas, pisos, paredes, rodapiés, carpintería, cornisas, vitrales, arcos, lámparas y techos.

Las sedes provinciales del Gobierno y Cultura, así como el Boulevard, el Colegio San Lorenzo, el Cementerio de Reina o el Café Paulina son algunas de las instituciones que se reaniman por estos días.

Que las instituciones patrimoniales se reconfiguren también como proyectos de desarrollo local (PDL) les permite mayor sostenibilidad y autogestión. En estos casos están lugares como el Museo Palacio Ferrer, La Fortaleza de Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua y el teatro Tomás Terry.

La directora del Centro Provincial de Patrimonio Cultural, Yanet León Cuervo, reconoce que hoy no se restaura ninguna institución patrimonial con poco dinero, de ahí que la presencia de PDL en cinco de los museos del territorio constituya un paliativo a las limitaciones del presupuesto estatal asignado. 

Las cúpulas, entre lo más característico de la arquitectura cienfueguera. / Yasset Llerena Alfonso

“Nuestra concepción es rescatar para 2030 el ciento por ciento de los museos de la provincia. Además, tenemos como prioridad la informatización de nuestras instalaciones y la actualización de los guiones museológicos y museográficos para brindarle a la población una sala novedosa”, agrega la especialista.

Otra de las labores fundamentales de la Oficina de Patrimonio es la comunicación de los valores distintivos, incidir en sus pobladores para que ellos mismos colaboren en la defensa y cuidado de ese capital.

Yanet León reconoce el compromiso de la población en general con el cuidado y la preservación de los inmuebles patrimoniales, expresión de ello son los Premios de Conservación y Restauración que durante los últimos tres años se ha otorgado a viviendas de personas naturales.

La nueva Ley General de Protección al Patrimonio Cultural y Natural de Cuba busca darle valor a la riqueza de lo inmaterial como capital importante de la sociedad y el desarrollo. Reconoce el cuidado también a los sitios naturales como testimonios de la evolución y la diversidad, con un relevante valor científico, ambiental, estético, natural y social.

En este sentido la dirección de Patrimonio en Cienfuegos también presta atención a sus Parques Naturales y Áreas Protegidas. Distinguen entre ellas la Laguna de Guanaroca-Punta Gavilán, que alberga la mayor población de flamencos rosados de la especie phoenicopterus ruber y la barrera de mangles mejor conservada del país; la cueva Martín Infierno donde se ubica la estalagmita más grande del mundo y El Nicho, en Cumanayagua, calificado por muchos como uno de los parajes más bellos de la geografía nacional.

Arte, naturaleza y recreación

Precisamente en Cumanayagua se asentó el grupo Teatro de los Elementos. Luego de un periplo itinerante por barrios marginales de La Habana, Santiago de Cuba o la Isla de la Juventud, sus integrantes encontraron en la fórmula entre arte y naturaleza su mejor forma de expresión.

Hoy llevan sus espectáculos a pueblos apartados de la serranía cienfueguera como El Mamey, Cruces o Cuatro Vientos. Al decir de su director y fundador, José Oriol González, la compañía, más que un grupo de teatro, es un proyecto que se ha convertido en el pulmón cultural de Cumanayagua.

Las 33 hectáreas de tierra que abarca su sede dan también espacio a un proyecto de desarrollo local denominado Jobero Verde, arte en el campo, que incluye cultivos de ciclo corto y reforestación a partir de prácticas agrosostenibles.

Durante 31 años el Grupo Teatro los Elementos ha transitado los caminos de la experimentación y el redescubrimiento. / 5septiembre.cu

“Nuestra relación con la naturaleza es muy fuerte. Hemos mantenido desde nuestra fundación un diálogo de respeto, de escucha, de retroalimentación y, por tanto, hemos tratado de crear una comunidad que sea referente en ese sentido”, explica Isnoel Yanes, también fundador y director artístico del grupo.

Como PDL tienen encadenamientos con los sectores del turismo y la salud. Por un lado, reciben a visitantes foráneos como parte de una ruta turística hacia El Nicho y, por otro, ofrecen sesiones de meditación y relajación a pacientes del Centro de Salud de Montaña de Crucesitas.

Mientras, la creación para Teatro de los Elementos no se detiene, ya sea sobre las tablas del Teatro Martí, las salas de la Uneac o el suelo de las comunidades montañosas del macizo Guamuhaya.

Sobre la necesidad de ejercer un diálogo social en torno a la violencia contra la mujer versa su más reciente obra, Palabras Encadenadas, una adaptación del thriller psicológico homónimo del dramaturgo español Jordi Galcerán, dirigida por el actor y director teatral Eloy Ganuza.

La puesta se incluye dentro de las ofertas culturales del Teatro Terry y otras instituciones del centro histórico para el sano esparcimiento durante el verano.

No obstante, en estos días de inmenso calor, no son pocos los que optan por un baño refrescante en la playa Rancho Luna, el principal balneario de la ciudad.

Seis unidades de comercio estatales y unos 22 kioscos arrendados a particulares ofrecen al bañista una variada oferta gastronómica con servicio de restaurante y coctelería a precios oscilantes, pero que aún son elevados en opinión de varios cienfuegueros.

Como estrategia de recreación se ofrecen también presentaciones de proyectos culturales y actividades deportivas de conjunto con el Inder, y se trabaja en el rescate de una discoteca, aseguró el director de la Unidad Básica Rancho Luna, Michael Barroso Ramírez.

A pocos kilómetros de allí se ubica uno de los complejos turísticos por excelencia de la región central de Cuba: Rancho Luna-Faro Luna. Abre sus puertas cada año a turistas nacionales e internacionales con ofertas y servicios de calidad.

La playa una vez más se consolida como espacio de esparcimiento favorito para el verano. / Yasset Llerena Alfonso

“La instalación cuenta hoy con una gran demanda de mercado nacional; recibimos clientes de Cienfuegos, también de Sancti Spíritus, Villa Clara, Matanzas y La Habana. Canadá es nuestro principal mercado emisor con un alto porcentaje de repitencia”, explica Mireli Águila Machado, subdirectora comercial.

Por su parte, el director del complejo, Oscar Morales Ojeda, refirió que en estos momentos se trabaja en una estrategia de ampliación de servicios y mejora de los estándares de calidad para recategorizar al hotel con 4 estrellas.

Uno de los principales retos para este polo turístico será quizás lograr un mayor vínculo con las comunidades que le circundan, y contribuir con el desarrollo económico y social de barrios cercanos como el propio Rancho Luna, declarado en condición de vulnerabilidad.

Con un poco de amor

El programa de transformación de barrios y comunidades vulnerables fomenta en la provincia la participación colectiva para rehabilitar o construir viviendas, consultorios, bodegas, parques, viales…

Los propios pobladores, con el apoyo del Gobierno y diversos actores económicos, rompen la inercia arraigada durante años para impulsar el sueño de mejores condiciones de vida.

Los niños y niñas del Consejo Popular Rancho Luna ya no tendrán que ensuciar sus zapatos de fango al entrar a la escuela Abel Santamaría Cuadrado, porque ya cuentan con aceras y calles asfaltadas.

Las madres dispuestas a reinsertarse al trabajo tendrán pronto un círculo infantil para el cuidado de sus pequeños y la tercera edad disfrutará de una instalación cercana donde recibir alimentos brindados por el Sistema de Atención a la Familia.

Palmira es una de las 42 comunidades vulnerables en transformación en la provincia de Cienfuegos. / Yasset Llerena Alfonso

“Unos 124 aspectos influyeron en que esta comunidad fuera declarada vulnerable, entre ellos los problemas de acueducto, alcantarillado, viales, asentamientos irregulares y bajo nivel educacional”, explica Dayamí Alarcón Rosendo, directora de la escuela primaria.

Hoy se trabaja fundamentalmente en la reparación y construcción de viviendas, labor que beneficiará a unas 20 familias, y se asignan recursos a madres con tres hijos o más.

“Se ha avanzado, pero queda mucho por hacer sobre todo desde el punto de vista cultural. Por ejemplo, los jóvenes no tienen un centro recreativo cercano para su esparcimiento. También hay que lograr la reincorporación de muchos pobladores, hombres y mujeres a las labores productivas. Faltan cosas, pero está trazado el camino”, añade.

La apuesta por el cambio tiene también mucha fuerza en el municipio de Palmira, en el que se ubica el Consejo Popular Santa Bárbara, otra de las 42 comunidades vulnerables identificadas.

Barrio adentro, Santa Bárbara simula una brigada constructiva en plena faena de trabajo. Es sábado en la tarde y aquellos hombres y mujeres continúan, pala y balde en mano, poniendo algunos bloques en una pared o haciendo mezcla de cemento y arena.

Otros sacan, entre mangueras de agua y escobas, el residuo de escombros y polvo que ha quedado del día en los portales y aceras recién pavimentadas.

Al fondo del distrito 7 un nuevo consultorio médico, custodiado por un parquecito en el cual empiezan a florecer violetas silvestres, se terminó de remozar para su inauguración el 26 de julio.

En el rostro de la mayoría de los habitantes de esa comunidad en transformación denota entusiasmo o, al menos, esperanza. Saben que el panorama descrito es lo más parecido al cambio con que soñaban desde hace mucho tiempo.

El tema de la vivienda era una de sus principales demandas, de ahí que sea atendido como prioridad en el proyecto de transformación. Fachadas, techos, pisos, baños, puertas y ventanas se transfiguran con acciones de inversión, rehabilitación o mantenimiento.

En la casa de Ana Yamisley Rodríguez Ruiz se trabajó en áreas que antes era de madera; recibió inversión para acondicionar su pequeña cocina y un baño. Sin embargo, fue prioridad terminar el cuarto de su hija, madre de una niña bajo peso, nacida con solo seis meses.

“Pésimo, esto estaba en pésimas condiciones y de no ser por este proyecto no sé cómo íbamos a comprar las cosas que nos están dando”, dice por su parte Ana Iris Ibañez, propietaria de otra vivienda en transformación en la que conviven más de ocho personas.

Alicia Abreu Suárez, trabajadora social de la circunscripción 7, Palmira Norte, explica que a este caso, además de reparar, hay que hacerle fosa, baño, meseta y otros dos cuartos.

Alicia ofrecía otros detalles del entorno cuando la saludó Kiki, uno de los asistenciados de la comunidad por su discapacidad mental. Todos en el barrio le dicen así de cariño; quizás la mayoría ni recuerde que su verdadero nombre es Michel Padilla Pérez.

Según Abreu Suárez, a Kiki se le construyó la casa, y le entregaron recursos como colchón, cama, sábanas, ropa, calzado y se le da seguimiento por el médico de la familia.

Los altos índices de alcoholismo y desvinculación laboral influyeron también en que Santa Bárbara fuera señalado como barrio vulnerable. Hoy el proyecto de transformación brinda la posibilidad de reinsertarse al trabajo en actividades constructivas, mientras que el desarrollo de proyectos culturales y deportivos ofrece a los pobladores, de todas las edades, sanas maneras de esparcimiento y recreación.

Florencia Acea Vergara, delegada de la circunscripción 6, reconoce el acompañamiento del Gobierno Municipal, la dirección de Vivienda y Planificación y los trabajadores sociales. Afirma que “sí se avanza… aunque aún están pendientes la reparación de las calles, el alumbrado público y el problema de la zanja que desde hace muchísimo tiempo vierte, sobre todo en período de lluvia”. Lo cierto es que la prosperidad ha llegado a Santa Bárbara, quizás la atrajo Shangó, dirán algunos. La imagen de un barrio rejuvenecido será otro motivo de celebración el próximo 4 de diciembre, cuando regrese el bembé al pueblo, acompañado por el repique de los tambores, el culto a los santos y el espectáculo danzante del grupo Obba Kosó.


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