A 2 555 lunas de aquel abrazo de luz

Si hiciéramos la pregunta, a miles de personas les parecería que no han transcurrido siete años, ¿ya?, desde que, empeñado en despedirse del pueblo de Cuba entero, Fidel recorrió más de mil kilómetros, procedente de la capital del país hacia Santiago de Cuba, en un periplo que aprovecharon millones de compatriotas para darle honrosa bienvenida a la eternidad.

Dudo que alguna vez la Carretera Central haya resultado espacialmente insuficiente para acoger a tantos niños, adolescentes, jóvenes y adultos sin límite de edad, ubicados a ambos lados de la vía, muchos de ellos durante horas, a la espera del Comandante, para obsequiarle, desde el silencio, el abrazo que todo hijo le da al padre cuando viaja su cuerpo pero en casa queda intacta el alma.

Escribo estas líneas desde la “divina discrepancia” de quienes a lo largo de estas primeras 1 255 lunas sin él físicamente, jamás lo han considerado fallecido (y me incluyo).

Las imágenes que anexo corresponden al primer día de aquel triste diciembre (2016), cuando luego de haber atravesado las provincias comprendidas entre La Habana y Sancti-Spíritus, la caravana surcó territorio avileño.

Son, sin embargo, esas fotos, en esencia, las mismas que otros lentes pudieron tomar –y de hecho captaron- en toda la geografía nacional.

Miles de personas aguardaron por el paso de la caravana en toda la carretera central.
Los mismos niños que él tanto adoró, le dieron sensible bienvenida.
Un mar de pueblo en todas las ciudades.
Gracias a tu obra, el sueño de esa niña siempre estará seguro.
Imposible contener las lágrimas.
Plinio, pintor avileño, ha dibujado al Comandante y lo espera junto a su niña.
Aquí aguarda tu bandera, Comandante.
Los agradecidos te seguiremos acompañando.

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