A los 73 ¿visualidades renovadas?

Este aniversario de la Televisión Cubana motiva a reflexionar sobre contenidos y riquezas expresivas, que deberían prevalecer en este medio de comunicación audiovisual indispensable para cada familia en nuestro país y de creciente recepción allende los mares


De ningún modo es un secreto, hoy las tecnologías influyen en la construcción de un nuevo sujeto digital, pues se transforman cada día los modos de participación ciudadana asumida mediante las apropiaciones de diferentes productos comunicativos.

Nuestra televisión cumplió 73 años el pasado 24 de octubre. Junto a México y Brasil integra la trilogía fundadora en América Latina, donde mantienen liderazgo las producciones de telenovelas, series y documentales. Como mecanismo indicador de esta prevalencia funciona la red digital, a la que acuden personas interesadas en amplios y diversos registros temáticos locales y universales.

¿Repercute este panorama en los canales televisuales de la mayor de las Antillas?

Sin duda, el universo mediático incentiva a guionistas, realizadores y equipos creativos a proponer, diseñar y asumir conceptos, puntos de vista, sugerentes proyecciones, en dependencia de los saberes académicos y los asumidos durante el quehacer cotidiano.

En ocasiones, todo lo que se aprende no puede ser aplicado de inmediato. Limitaciones impuestas por la burocracia, el pago retardado, las deficientes condiciones técnicas, suelen conspirar en el momento de lograr el pensamiento ideado tras horas de investigaciones, intercambios y gestiones en beneficio del audiovisual soñado.

Tampoco existe un método único para hacer televisión en el siglo XXI. Somos audiencias, internautas, lectores ávidos de comprendernos mejor y conquistar ese “algo” nuevo que quiero y necesito decir, pero ¿cómo decirlo?

En esencia, la búsqueda de visualidades renovadas es un propósito sostenido, inquietante. Incluso, forma parte de la proyección estratégica para el trabajo de la TV y de la radio cubanas en el período 2022-2026. Esta abarca los procesos de gestión editorial, creación, producción, socialización de contenidos, evaluación y mejora continua que soportan el cumplimiento de la misión, los mecanismos de regulación y las interrelaciones entre sus sistemas comunicativos.

¿Podría pensarse que el perfil de una emisión determina las concepciones de la puesta en pantalla?

Por ejemplo, el arte de hacer reír es un gran desafío.

Foto. / Leyva Benítez

Consideramos oportuno traer a colación la imagen y las reflexiones del primer actor Osvaldo Doimeadiós: “El humor es la vía idónea para que cualquier tipo de mensaje llegue a cualquier tipo de público, eso tiene que ver mucho con el carácter de los cubanos y las cubanas.

“La característica identitaria de nosotros no es para nada hiperseria y nuestros medios continuamente tratan de serlo. El humor está fuera de eso y exige su propia visualidad en inteligencias, sensibilidades e ideas, en tanto instrumentos de reflexiones individuales y colectivas”.

Otro asunto al que volvemos por su importancia tiene un nexo indisoluble con el ver de la cámara. Ese ver depende del director o la directora de fotografía, implica decisivamente a quien dirige la puesta en pantalla y al colectivo participante en el proyecto.

De igual modo, la foto fija tiene exigencias propias. Nunca olvidemos los aportes de Ernesto Fernández, fotorreportero y Premio Nacional de Artes Plásticas. Para él, las preocupaciones no solamente radican en el uso de la luz, el contraste de las formas o la fuerza dramática del objetivo, lo suyo es algo más sensible y difícil: convertir lo común por cotidiano en bello para ser verdad; transformar ese acto en su verdad fotográfica significa traducir el resultado en calidad artística.

Por eso, es fundamental, desde la TV tradicional, establecer y mantener en la práctica jerarquías en la estrategia comunicativa. Los artistas, técnicos y decisores deben ser conscientes de que la TV, el cine, la radio, las redes, son o pueden ser una realidad productora de cultura, instauran modelos e influyen en la preferencia y la sensibilidad de los públicos.

Escritores, directores, actores, actrices, fotógrafos, coinciden al destacar: cuando una narración en cualquier género no responde a los principios de verosimilitud, es falsa.

Siempre defendemos una de las mayores virtudes del arte: urge el estímulo de las desazones que produce escuchar la voz del otro para revisar nuestras actitudes, meditaciones, conductas, aspiraciones, sueños y añoranzas.

Evitar el didactismo a ultranza, el compendio sociológico edificante, impulsa ese sentido de llevar adelante bienes preciados: honestidad, valores axiológicos, estéticos, seducir a las mayorías sin distinciones de sexos o edades.

Lo perfecto limita los caminos de las búsquedas, hay tanto por descubrir. Allí, donde apenas vemos o sentimos una lágrima, sonrisas espontáneas o lo oculto en la intimidad de las personas más cercanas o distantes. Pensemos en lenguajes que movilizan las emociones, sí, de esto se trata, de emocionar, aspiración máxima de quienes añoramos comunicarnos sin distancias, lejanías, obstáculos o silencios.

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