La solidaridad con la mayor de las Antillas puede decirse que comenzó desde la propia fragua de la nacionalidad cubana, incluso pudiéramos darle esa apreciación cuando los llegados de otras tierras vinieron a buscar fortuna, no por medio de la explotación despiadada de la espada y el látigo, sino desde el sagrado templo del trabajo honesto. También aquellos traídos a la fuerza comprendieron un día que, si se alzaban en armas contra la Corona Española, del bando de sus antiguos amos criollos, luchaban por la extensión de sus derechos, en lo que debía ser una Cuba libre.

Cuando José Martí confirma que andar cuesta arriba el lomerío “hermana hombres” habían trascurrido siglos de transculturación, de mescolanzas de sangre entre lo de “aquí” y lo de “allá”, o en el amigable sentimiento de traspasar fronteras morales entre “amo” y “siervo”. Sin desdorar un ápice la explotación capitalista en Cuba, ni restarle importancia al papel de subordinación en el que vivía el despojado clasista por los efectos de acumulación del capital, en Cuba, a diferencia de otros lares, se comprendió bien que ese productor directo de ganancias era el nivel primario de explotación y había que romper ese nefasto lazo: ¡Digno y gallardo entones Carlos Manuel de Céspedes al darle la libertad a sus esclavos”! Hermoso gesto humano y solidario per se.

Paradigma del presente y del futuro

José Martí debió aprender de su madre canaria similar sensibilidad, experimentada en la cercanía vecinal del natal barrio de La Habana Vieja, a partir de compartir, o recibir, los pocos bienes poseídos que transmutan en “oro” las horas de cada día: un balde de agua, un pedazo de pan o una pizca de sal. No son fortuitos estos dos últimos elementos como sinterización de la vida. Algunas culturas eslavas al recibir a un visitante de alta jerarquía regalan como símbolo amistoso sal y pan.

Martí niño tembló de dolor al ver el castigo corporal sufrido por un negro esclavo, germinaba así su temprana conciencia política en juramento redentor. Al evocar su condena a trabajos forzados en las canteras de San Lázaro, no relata el infortunio personal porque se dedica a denunciar vejaciones ajenas. Muchos años después se descubre respetuosamente ante la estatua de Simón Bolívar al llegar a Caracas, en reconocimiento a un hombre grande. A las niñas y niños legó ese recuerdo en la revista La Edad de Oro.

Fue precisamente Martí quién sembró, allende nuestras fronteras, admiración por las luchas independentistas cubanas y quién unió a la emigración cubana. Ensalzó también a los valientes extranjeros que decidieron dejar su zona de confort para, como él, echar la suerte con los pobres de esta Tierra.

Con pleno conocimiento de causa, José Martí llevó adelante la guerra, llamándola necesaria, para impedir asimismo que la desgracia del neocolonialismo yanqui se apoderara de la América nuestra. De modo que la solidaridad es un bien preciado de la patria. Lo mismo entre nosotros, desde nosotros y para con nosotros. Como dice una sabia sentencia: “el amor lo merecemos dándolo”.

Un sentimiento que no cesa

Al triunfar la Revolución, en 1959, Fidel Castro venía arropado de la hospitalidad mexicana. Martiano visceral, comprendió que acá, en una Cuba socialista, no nos tendríamos solo para sí: el internacionalismo y la solidaridad han tomado cuerpo miles de veces en acciones al sabernos “la misma humanidad”. El Comandante en Jefe, al igual que Martí, entendió que representamos un desafío absoluto contra los afanes hegemónicos de los gobiernos estadounidenses, y que somos mal ejemplo frente a su calculada y fría explotación laboral y racismo interno. El pueblo norteamericano también lo sabe, no por gusto el líder cubano fue acogido por la comunidad afroamericana de Harlem, cuando los hoteles de lujo, en Nueva York, no lo quisieron albergar.

Una vez decretado el bloqueo económico, financiero y comercial yanqui contra nosotros, ese respaldo militante se potenció en los mismísimos Estados Unidos. Similar actitud ha irradiado en todas partes. Desde hace 63 años, para nosotros la solidaridad tiene muchos nombres. Estos 2 y 3 de abril lleva el santo y seña de Europa por Cuba. Ya Bohemia los había contactado en abril de 2021. Este año nuevamente nos acercamos a propósito de su actual convocatoria a un “maratón mediático”.

Poco más de una semana antes de arrancar, la agencia noticiosa Prensa Latina había confirmado que se sumarían a esa iniciativa cadenas televisivas como Telesur, Hispantv, Al Mayadeen y Cubavisión Internacional; también, las agencias de noticias Prensa Latina y Sputnik, y las emisoras Radio del Sur, Radio Patagonia, Radio Rebelde y Radio Habana Cuba. Asimismo lo harían organizaciones como la Federación Sindical Mundial, la Red Latinoamericana de Solidaridad con Cuba y asociaciones de apoyo a nuestro país, de cubanos residentes y partidos comunistas de Argentina, Bolivia, España, Francia, Honduras, Israel, Italia, México, Rusia y otras naciones.

Europa por Cuba, desde su canal de Youtube, expresa su simpatía hacia la mayor de las Antillas sintetizando elevados valores humanos: por ejemplo, desde la Asociación de Cubanos en Andalucía Tocororo, la cual estrecha nexos con amigos en el resto de la región europea. Esta vez ha recabado el apoyo de los medios de comunicación –en especial aquellos con decoro o de izquierdas– en denuncia reiterada sobre del cerco yanqui, calificado eufemísticamente de embargo por el imperio.

El andaluz José Antonio Toledo es líder del canal y uno de los principales artífices de fidelidad para con Cuba. La revista obtuvo de él, en exclusiva, las siguientes declaraciones: “La idea surge de la necesidad de realizar acciones concretas y unir todas las fuerzas a nivel mundial para reclamar el levantamiento del brutal y genocida bloqueo, así como crear conciencia de los daños de este en el día a día del pueblo cubano. Cuba es un ejemplo de resistencia para los pueblos”.

Aseguró, además, que mientras sigamos bloqueados no puede haber descanso en el mundo. “Este canal mantendrá las acciones para defender a Cuba y a su revolución”. En un balance, les recuerda a los lectores de Bohemia que en el pasado “hemos organizado caravanas y movilizaciones, o lanzado declaraciones para su firma. Ahora confiamos en que este maratón mediático sea una tribuna mundial contra el bloqueo”. Según José Antonio, se previeron “transmisiones durante 24 horas ininterrumpidas, a través de las redes sociales, la radio, la televisión y la prensa escrita, con el aporte de medios de comunicación de diversos continentes, incluyendo los alternativos; tendremos entrevistas, vídeos y personalidades que informarán sobre esa política criminal aplicada por Washington durante más de 60 años”.

Se busca visibilizar las afectaciones al pueblo, en todos los sectores de la sociedad. “Nuestros objetivos de la acción del 2 y el 3 de abril son contribuir al conocimiento sobre el bloqueo estadounidense y su impacto, y dar un paso hacia la unidad de acción de las fuerzas y las personas que lo condenan en el planeta. Demostrar también, con una gran participación, que Cuba no está sola».

Nunca lo hemos estado y en reciprocidad hemos actuado. Vea la historia y desande el lomerío con José Martí, o siga con Fidel la solidaridad en sus muchas ramificaciones mar afuera.