Foto./ Yasset Llerena.
Foto./ Yasset Llerena.

“Ayudar es mi pasión”

Dulce María pensaba que había llegado a la enfermería por casualidad, no por vocación, pero poco a poco comprendió que la profesión estaba dormida dentro de ella, y la descubrió en el contacto con los pacientes, a quienes, constantemente, brinda su apoyo profesional, psíquico y emocional


Tiene la nobleza innata de quien asume su trabajo como un sacerdocio, condición indispensable para desempeñarse eficazmente en el sector de la Salud y en cualquier otro. La licenciada en Enfermería Dulce María Sanz Guzmán labora en el Servicio de Reproducción Asistida de Alta Tecnología en el Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras.

“Es una enfermera excepcional –asegura el doctor José Alberto Almaguer Almaguer, Jefe del Servicio Reproducción Asistida de Alta Tecnología,  con quien trabaja hace más de tres años- y me ha demostrado que eligió adecuadamente esa profesión que llevaba por dentro, sin saberlo, y es de las personas que brindan tanto amor a las pacientes, con su apoyo profesional, psíquico y emocional, que hasta hoy ninguna ha manifestado insatisfacción con la atención recibida de parte de Dulce”.

Ella se emociona con las muestras de gratitud, y piensa cuál hubiera sido su destino si hubiera logrado entrar al curso de técnicas de nutrición, al cual aspiraba, pero llegó tarde; ya habían cubierto todas las plazas.

“Yo no sabía qué hacer y un compañero de trabajo de mi papá en la Dirección Provincial de Salud de Ciudad de La Habana me sugirió matricular en un curso experimental de Enfermería para graduados de duodécimo grado, al cual estaban convocando. Tendría una duración de dos años y nivel de técnico medio”.

En 1983, del curso seleccionaron a ocho alumnos para pasar la etapa preprofesional en el Hermanos Ameijeiras y el 6 de septiembre de 1984 comenzó allí mismo como enfermera. Por tantos años de permanencia, desde su etapa estudiantil, mereció la condición de fundadora de esa importante institución de la salud.

“Desde mi etapa estudiantil –explica- me vinculé a los servicios de Nefrología, donde me adiestré y comencé mi vida laboral. Estuve en la sala, en diálisis peritoneal, hemodiálisis y trasplantes renales, en vínculo muy estrecho con los pacientes, porque, si bien la enfermería es mi vocación, ayudar es mi pasión. En general, esta es un área de una gran intensidad en el trabajo, y en la que se evidencia con mayor claridad el valor humano del todo el personal que presta servicio”.

Logró titularse como licenciada en Enfermería en 1991,  un hecho trascendental que se sumaba a los logros que ya obtenía por el desempeño de su trabajo, en el cual se destacaba; en las tareas de la Unión de Jóvenes Comunistas y en la aplicación de la ciencia y la técnica, demostrada a través de la ANIR: sobresalía como joven integral.

Querer a Cuba un poquito más

En 1997 partió hacia la República Popular de Angola. “Fui asignada al Hospital Provincial Militar ubicado en Luanda. La experiencia fue tremenda. Por ejemplo, nunca había trabajado en Terapia Intensiva y allí lo hice; igual que en Neonatología y en Pediatría, además de mi servicio de Hemodiálisis.

“Permanecí allí casi cuatro años, durante los cuales enriquecí mis conocimientos enfrentando casos muy complejos. Fui testigo de situaciones que en mi país nunca había visto. Te voy a citar solo dos ejemplos: en esos momentos en el hospital había solo dos riñones artificiales. Llegó una muchacha, madre de dos niños, y necesitaba atención urgente, pero era seropositivo al VIH-Sida. No se pudo atender y luego supe que había fallecido. Me entristeció mucho saber que los hijos habían quedado huérfanos.

“Otro caso fue el de un muchacho de 25 años que no tenía dinero para pagar el tratamiento, y también murió. Yo le había dicho que aquí no cobraban nada. Con estas vivencias, mi amor por Cuba creció, porque ni en aquellos momentos, ni hoy, que enfrentamos una compleja situación económica, hemos dejado de atender a los pacientes con problemas renales crónicos”.

Un gran valor humano

 Hace tres años, por problemas de salud, que ya no le permitían enfrentar la intensidad laboral de las hemodiálisis, esta destacada enfermera pasó a trabajar en los Servicios de Reproducción asistida del Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras. Confiesa que sentía mucho temor, por no haberse desempeñado antes en Ginecología. Pero tuve el apoyo de todos, a quienes agradece mucho, en especial a la seño –ya jubilada- Silvia María Bravo Garbey.

Dulce María –al centro- junto al doctor José Alberto Almaguer Almaguer, y a Rosa María Flores Sánchez, especialista principal del Laboratorio de Reproducción Asistida del Hermanos Ameijeiras. / Yasset Llerena.

Destaca el valor humano, sensible del Programa de Reproducción Asistida, donde el vínculo médico-paciente es muy especial, debido a lo prolongado de los tratamientos las precisiones que demanda cada paso. “Constantemente nos estamos colocando en el lugar de esa pareja que quiere procrear. Un momento muy especial es cuando se comprueba que el tratamiento dio resultado, y con la misma emoción de la familia vemos al –o los- bebé creciendo en el vientre de la madre. Eso provoca una alegría infinita, porque con ellos hemos compartido ansiedades. ¡Y ni hablar de cuando nacen! Al final del proceso mantenemos vínculos muy cercanos con padres e hijos”.

En su vida laboral, que ha transcurrido toda en el Hermanos Ameijeiras, Dulce ha acumulado méritos de los cuales no habla. Prefiere referirse a la satisfacción de los pacientes. Por ello no es casual la siguiente opinión del doctor Almaguer:

“Se distingue por su modestia; por ejemplo, es Máster; tiene la categoría científica ideal para trabajar en cualquiera de los servicios de este centro asistencial. Y ni lo menciona. Me gusta mucho trabajar con ella y somos muy íntimos en este sentido, porque su amplia experiencia le permite hacer sugerencias o dar consejos, que siempre son muy bien recibidos. Es, sencillamente, incansable. Yo siempre le digo que lamento no haberla conocido antes, porque es de esos profesionales indispensables en cualquier equipo, por haberse entregado en cuerpo y alma a la enfermería desde que era estudiante, y ya han pasado 42 años”.

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4 comentarios

  1. La enfermera dulce es un ser especial con. Sus semejantes a todos dentro de área de acción trata de ayudar y con su dulzura y su amor a todos trata por igual por eso desde mi punto de vista le deseo a ella y a todo el personal de salud u as felicitaciones en el día de la medicina felicidades bien grande

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