Azúcar en Cuba con juvenil mirada

Es una fortaleza que el país disponga de una escuela para formar la nueva reserva que demanda su industria azucarera


Estratégica para el enorme reto que hoy tiene la industria azucarera cubana (gradual y descendentemente deteriorada en los últimos años), la Escuela Nacional de Capacitación con que cuenta el país emerge como espacio que, bien aprovechado, puede dar trigo; o sea: azúcar, para decirlo en términos más afines al asunto.

Agradable ambiente distingue a la labor docente.

En reciente visita a ese centro, ubicado en territorio de la central provincia de Ciego de Ávila, BOHEMIA pudo comprobar no solo la cultura del detalle en todos los espacios de la instalación, sino también preocupación por organizar y concretar bien las actividades de un proceso docente que, en calidad de profesores, trae y atrae a especialistas y expertos de distintas partes de la nación, en dependencia de las características del curso que allí se desarrolle.

Muchachos por todas partes

Uno de los elementos que salta a primera vista es la predominante presencia de jóvenes.

“Ellos constituyen el objetivo fundamental de nuestra escuela –explica Tamara Brito Figueredo, directora–, pues, como se sabe, la industria azucarera cubana necesita preparar y contar con una buena reserva, en la cual los jóvenes tienen un rol determinante.

De conformidad con tal punto de vista, el centro recibe alumnos seleccionados por empresas azucareras de todo el archipiélago y los capacita para que, una vez egresados, puedan asumir responsabilidades de dirección a esa instancia, en centrales azucareros o en otras estructuras importantes del sector.

Muchachas demuestran estar aptas también para administrar o dirigir dentro de la legendaria industria.

El pasado año, por ejemplo, la escuela aseguró 17 cursos, con favorable saldo en opinión de directivos, claustro docente y alumnos.

El nexo con la universidad, en el terreno científico y metodológico, así como con el central Ciro Redondo (el más moderno de Cuba, vinculado además a la fábrica de bioelectricidad aledaña a él, con fines de generación eléctrica aprovechando el bagazo), constituyen fortalezas muy a tono con los tiempos actuales.

No por casualidad muchos ven la escuela como un punto referencial en el ámbito de la capacitación, de acuerdo con el empeño por elevar las competencias técnicas gerenciales del capital humano dentro de la legendaria industria.

Avanzar en esa dirección es tan necesario como que, del otro lado, en las áreas agrícolas, haya la suficiente materia prima para que los centrales llamados a ser administrados o dirigidos por esos mismos “muchachos” no tengan que parar constantemente por falta de caña o por otras razones que en algunos casos dependen de recursos materiales, es cierto, pero que muchas veces tienen que ver también con asuntos de índole subjetiva, organizativa.

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