Chile, ¿de la noche al día?

Gabriel Boric debe ser el presidente del cambio en Chile. (RT)
Gabriel Boric debe ser el presidente del cambio en Chile. (RT)

Con 55 por ciento de las boletas de los más de ocho millones de chilenos (más de la mitad de los habilitados) que acudieron a la segunda vuelta electoral, de este diciembre, el líder estudiantil de 35 años de edad Gabriel Boric se convirtió en el nuevo presidente y el  de mayor votación en la historia nacional.

Su designación no fue precisamente el paso sobre una alfombra de pétalos de rosa. En la primera vuelta el derechista y pinochetista nostálgico José Antonio Kast había logrado la primacía, con una diferencia de dos por ciento a su favor, en un escenario donde evidentemente las dudas, contradicciones y un masivo barraje mediático desfavorable a la izquierda hicieron mella en la asistencia a las urnas.

Los nostálgicos del escenario pinochetista perdieron…  pero siguen estando. (Al Mayadeen)
Los nostálgicos del escenario pinochetista perdieron… pero siguen estando. (Al Mayadeen)

No obstante, Boric y sus seguidores resultaron lo suficientemente activos y convincentes en sus giras políticas para sumar tendencias afines y apaciguar inquietudes, amén de que la segunda ronda, por el cariz de los dos aspirantes, adquirió el claro dilema de  promover el cambio o prolongar el pasado adscrito al asimétrico y violento programa de la dictadura militar impuesta en la nación desde el 11 de septiembre de 1973 sobre los restos gallardos de Salvador Allende y la Unidad Popular.

El reto era entonces cambio o perpetuación y sin dudas la gente supo aquilatar el camino a asumir.

De los trances

Gabriel Boric, quien ha dejado claro que será presidente de “todos los chilenos y chilenas” o, lo que es lo mismo, buscará los equilibrios posibles para no causar heridas profundas e innecesariamente lacerantes en el tejido social, no tiene tarea fácil por delante.

La derecha ya ha movido algunos hilos para empezar a crear dilemas, como la consabida baja en la bolsa financiera, muy usada en otras partes de América Latina enfrentadas a semejantes lances políticos, de manera de sembrar pánico en los medios económicos y colocar las primeras semillas de la desestabilización.

Como arma, además, remite a sus receptores a los pronunciamientos del presidente electo en el sentido de lograr una mayor justicia social y la urgencia de recursos para ello, y su aseveración de que si Chile fue en la década del setenta del pasado siglo “la cuna del neoliberalismo regional, hoy será su tumba”, con la añadidura de las  pretendidas similitudes imaginarias ya estatuidas en la parafernalia mediática reaccionaria en relación con  las “dictaduras comunistas” del hemisferio.

No obstante, Boric resultó lo suficientemente práctico como para proyectar claramente las metas estratégicas e intentar hacerse de una base lo más amplia posible, ajena a los sectarismos y dislates internos que no pocas veces contribuyeron a que la izquierda nacional consumiera fuerzas en careos, debates y enojos desgastantes, y perdiera el foco de lo realmente nocivo y lo verdaderamente trascendente y prioritario para el país y su transformación positiva… al menos en las urnas logró que funcionase.

Se dice que con esta designación de Gabriel Boric “el miedo perdió la pelea en Chile”, es decir, cedió trecho el temor insuflado por los enemigos a lo que pueda venir en los próximos días, meses y años en materia de real participación popular en los destinos de la nación. Y para ello agitar la posibilidad del pretendido “extremismo, caos y vandalismo”, que se atribuyeron a las persistentes protestas populares previas a las elecciones, seguirá siendo tarea de los que únicamente se sienten como peces en el agua cuando viven y huelgan en escenarios de “orden, rectitud, y mano dura”.

Por lo pronto, y hasta el momento en que se escriben estas líneas, el presidente electo ya se ha reunido con el mandatario saliente, el nada inocente Sebastián Piñera, para dialogar sobre la entrega del gobierno, y ha acudido a un intercambio con la comisión nacional elegida para la redacción de la nueva Carta Magna, que derogará a la pinochetista.

Allí Boric manifestó su respeto y el de su futuro gobierno por el desempeño libre de los encargados del documento, que posteriormente irá a referendo, y su respuesta positiva a toda ayuda que se requiera para llevar a feliz término tan histórica misión.

Por demás, se espera que su gabinete resulte muestra de la diversidad de fuerzas populares que le apoyan y que el espíritu de concertación deje atrás cualquier resquicio de sectarismo que afecte las tareas estratégicas de su administración y brinde pretextos a una oposición no despreciable para imponerle trabas y dificultades.

Vale recordar que Boric deberá gobernar con minoría parlamentaria, por tanto tendrá que hilar fino para revertir semejante escollo en favor de la aprobación e instrumentación de sus proyectos de ley y otras decisiones ejecutivas.

Del horizonte regional

La victoria de un joven presidente de izquierda en Chile resulta un importante indicativo de que los sectores progresistas latinoamericanos vuelven a ser un peso político importante en una región que en los últimos tiempos fue escenario de la erosión forzada de varios gobiernos de izquierda a partir de la urgencia del hegemonismo made in USA por reforzar el control sobre su pretendido “traspatio hemisférico” ante sus retrocesos globales frente a Rusia y China.

De manera que lo ocurrido en los comicios generales chilenos corrobora que el reflujo reaccionario, que marcó a no pocas de nuestras naciones con golpes de Estado a escala institucional o bajo formas brutales como en Bolivia, con el triunfo de personajes ultraconservadores como Jair Bolsonaro en Brasil o deserciones perniciosas como la de Lenín Moreno en Ecuador, van siendo cosa del pasado reciente en el devenir hemisférico.

Como afirmó por estos días el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa, a partir de esos antecedentes, los pueblos latinoamericanos tienen a estas alturas elementos más claros de comparación entre lo que significan realmente las administraciones progresistas, o el prestar oídos a los cantos de sirena y las campañas mediáticas de oligarcas y hegemonistas. Y es evidente que van tomando decisiones claras y acertadas, y promoviendo un nuevo escenario regional que hoy se refuerza con la elección de Gabriel Boric.

De manera que la opción entre amanecer y penumbras favoreció a los amigos del Sol. Queda entonces esperar que sus rayos nunca sean opacados otra vez, ni por la violencia opositora, ni por no actuar consecuentemente para hacerlos brillar todo el tiempo.

 

 

 

 

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