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Terrorismo contra Rusia: De hechos y dichos

El asesinato de decenas de civiles en un ataque a un teatro de Moscú huele a operación encubierta


Cerca de un centenar y medio de personas inocentes acribilladas o calcinadas, cuantiosos heridos y la destrucción de local es el saldo, hasta que se escriben estas líneas, del ataque terrorista de este marzo en la gran sala de conciertos Crocus City Hall, de la provincia de Moscú.

Un pretendido “comando” que algunos se apresuraron a calificar de miembros del extremista Estado Islámico (EI), creado mucho tiempo atrás a instancias de la entonces secretaria norteamericana de Estado Hillary Clinton y bajo el gobierno de Barack Obama (ver revelaciones de WikiLeaks), irrumpió en el lugar, ametralló con armas automáticas y a mansalva a los asistentes, y prendió fuego a la instalación con material altamente inflamable, en un brutal episodio que tiene trazas muy, pero muy sospechosas.

Los inéditos yihadistas

En apenas unas horas, algo con lo que tal vez no contaron los promotores del genocidio, los cuatro asesinos directos fueron apresados, en la occidental provincia de Briansk…camino a Ucrania, según confesaron de inmediato, y a los que se suman otros nueve implicados ya tras las rejas.

La rareza de los pretendidos yihadistas, que Washington se esforzó con llamativa premura en calificar de miembros del EI, a la vez que descartaba toda pista ucraniana, es que no estaban inclinados a “inmolarse por Alá”, como es su rito, para gozar de los prometidos placeres eternos en el cielo.

Resulta que, aunque son no rusos islamistas, dijeron que cobraron la mitad del pago monetario ofrecido por un reclutador “desconocido” a través de las redes sociales (el resto lo tendrían a mano concluido “el encargo”), y procuraron contar con todas las vías de escape posibles luego del crimen, incluido el  recambio de vehículos y ropas para escapar al oeste a través de la “ventana” abierta de antemano por su contratista del lado ucraniano de la frontera.

De manera que, si “sui generis” son estos titulados “guerreros fanáticos”, emulan además en lo extraño con el hecho de que no intentaran refugiarse en un país periférico con células activas del EI, aunque algunos analistas no tardaron en recordar que entre los “legionarios” foráneos que luchan junto a las tropas de Kiev contra Rusia están no pocos milicianos y jefes intolerantes islámicos veteranos de las agresiones hegemonistas a Siria e Irak.

De manera que la trama no es tan simple, y todavía menos cuando desde antes del ataque al Crocus City Hall la embajada estadounidense en Moscú, y tras ella las de varios países eurooccidentales, advirtieron a sus respectivos ciudadanos en la capital rusa de que se abstuviesen de asistir a espectáculos públicos o concentraciones masivas de personas…y a buen entendedor…

 Ello presupone que algo tal vez conocieran estas sedes y sus respectivos gobiernos, y que prefirieron callar. No importa que semanas antes de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York, en septiembre de 2001, Vladímir Putin le hubiese comunicado a la Casa Blanca que los servicios secretos rusos avizoraban una inminente incursión terrorista en territorio norteamericano, alerta a la que Washington hizo caso omiso.

Lo cierto es que estamos ante un ataque que no es el que destruyó el gasoducto Nord Stream 2, lejos de Rusia y en medio de un gélido océano y de la conjura del silencio de, incluso, una Alemania que perdió de golpe y porrazo una de sus fuentes claves de suministro energético. Ahora el crimen fue en suelo ruso, los culpables están en manos rusas, y la posibilidad de desentrañar la verdad es casi segura, y luego que cada quien asuma sus responsabilidades y las consecuencias de sus acciones brutales.

¡Ah! y no olvidar que para Occidente la culpa siempre la tiene el Kremlin.

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Un comentario

  1. y para colmo Europa toda descubrenen menos de 48 horas que fueron terroristas islamicos y no ha podido dar con el culpable del sabotaje al Nord Stream 2

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