Foto./ blog.spalopia.com
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Como nalgas de bebé

Mientras gana popularidad la nueva especialidad, prometiendo detener el envejecimiento, contrapesa su funambulismo con ciencia y marketing en cada extremo de la percha


Ante un fondo universal negro como la pez, se hamaca, solemne, la nutricosmética, con sus manos asidas a los cuernos de la Luna, símbolo de la belleza. Mas, el astro tiene problemas con su piel, suerte de acné avivada por perdigonazos de los meteoritos.

Aun así, seduce altiva y frívola a poetas y hombres lobo tras un velo de nubes, y quema pestañas de astrónomos y meteorólogos que indagan dentro de sus cráteres. Si la deslumbrante beldad provoca mareos, la maja Luna influye hasta en las mareas.

Los nutricosméticos, en tanto, parecen estar convencidos de poder sanarle el cutis hasta a la mismísima Selene, diosa y personificación de la Luna. Seamos justos: su afán no es conseguir la lozanía mediante cualquier método.

No buscan, digamos, competir con la cirugía estética o reconstructiva, ni pretenden hacerles sombra a cosmetólogos de tradicionales cremas, sérums y mascarillas, y de sofisticados servicios con lápices hialurónicos, exfoliadores ultrasónicos, nanopunciones o microdermoabrasores.

Ni siquiera se plantea parchar la “fealdad” imponiendo nuevos cánones de hermosura. Recordemos –porque realmente funciona en las mentes– que, como terapia de placebo, el actor Bruce Willis construyó un nuevo prototipo de masculinidad, tierna y a la vez rompemandíbulas, apenas se rapó el cráneo cuando detectó ante el espejo una incipiente alopecia androgénica.

El espejo, ese es el culpable de todo. Malditos pulidores de obsidiana, bruñidores de metales, plateadores y cristaleros con azogue. Quién fuera vampiro para no reflejar el cuerpo, sin alma, sí, pero sin defectos visibles. Porque muchos prefieren esclavizarse al dictado del reflejo, antes que negociar una paz relativa con el deterioro por causas químicamente explicables.

A salvarnos, pues, acude la nutricosmética, al intentar rimar la alimentación y el cuidado personal, y evita matar a la hijastra debido a la sinceridad de cualquier espejo mágico. Somos lo que comemos, suele repetirse. Hay bastante conciencia sobre eso. La escasez de algunos nutrientes puede provocar un envejecimiento prematuro, mas es importante conocer cuáles actúan para lograr una piel saludable.

Vitaminas, proteínas y minerales son elementos básicos que se deben incluir en la dieta diaria para mantener un buen estado de salud y cuidar la imagen y la piel, órgano humano cual más signos de sofá desvencijado puede delatar el cuerpo.

Por eso, más personas prefieren no ser pescados por cualquier carnada. Unos están atentos a la dieta; otros apuestan por los complementos nutricionales.

¿La belleza se lleva por dentro?

En honor a la verdad, la nutricosmética es bastante desconocida para la mayoría de los mortales. Ni siquiera tiene una entrada en la ecuménica Wikipedia. Universidades y otros centros apenas han estudiado en profundidad sus virtudes: una responsabilidad que, por supuesto, sí ha asumido la industria beneficiaria. Así, no se sabe cuán científica puede ser en verdad la llamada “nutricosmética”.

Lo cierto es que, según cifras confirmadas, la composición de la piel tiene 75 por ciento de colágeno, una proteína estructural como un andamio, importante en los tejidos de la dermis, el cabello, las uñas, los tendones, los cartílagos y los huesos.

Esta proteína trabaja con otras sustancias, como el ácido hialurónico y la elastina, para mantener la elasticidad, el volumen y la humedad dérmica. También ayuda a formar proteínas como la queratina, creada por la piel, el cabello y las uñas. Se afirma que el cuerpo produce colágeno de forma natural, utilizando los aminoácidos de alimentos ricos en proteínas o colágeno, como son el caldo de huesos, la carne y el pescado. Sin embargo, el envejecimiento natural, el daño solar, el tabaquismo y el consumo de alcohol disminuyen esa producción.

Se afirma que las células humanas son capaces de captar y ensamblar los aminoácidos y péptidos del colágeno hidrolizado, y “tejer” con ellos las fibras de colágeno que formarán la estructura de los tejidos. / colpropurdcollagen.com

Ya a los 25-30 años empieza a decrecer 1 por ciento anual; asusta saber que a los 55 o 60 se ha perdido el 25 por ciento de su capacidad para generarla. Fantasmean entonces las arrugas, la pérdida de tono, la flacidez… y la vergüenza ante el espejo.

Los nutricosmésticos son, esencialmente, complementos alimenticios de origen natural cuyos principios activos actúan directamente sobre los órganos antes mencionados, mejorando su salud y aspecto. No tienen un efecto milagroso, aclaran sus defensores; sin embargo combinados con una dieta equilibrada y la práctica de ejercicio son muy eficaces.

Como fármaco, suelen presentarse en pastillas, píldoras, cápsulas, ampollas, etcétera, y entre las sustancias que más se utilizan predominan el ácido hialurónico, colágeno (algunos de los 21 tipos existentes), coenzima Q10, minerales, antioxidantes, proteínas y ácidos grasos omega 3.

Se afirma que, a diferencia de las externas cremas antiarrugas o mascarillas, estos productos actúan desde el interior del organismo. Administrado en cremas, el colágeno no consigue restaurar los daños de la piel, pues se encuentra en una estructura molecular demasiado grande. En tal estado, la sustancia no penetra en las capas profundas de la dermis y queda, por tanto, en la superficie.

Los nutricosméticos, en cambio, son reducidos a fragmentos más pequeños para que sean muy solubles, digestibles y eficaces. Biocollagenix Beauty Drink, por ejemplo, está diseñado para disfrutar de todas las ventajas del colágeno marino para beber, ofrecido en prácticas dosis de 30 mililitros que se pueden tomar fácilmente y en cualquier momento del día. Al menos eso se publicita sobre este “colágeno” hidrolizado. Entonces, por vía sanguínea, aflora al exterior desde las células más profundas de la epidermis, a fin de perfeccionar a quien quiera ser una luna de papel, con piel lisa como nalgas de bebé, blindado contra suspicaces chismorreos sobre la edad.

Es decir, ya no es suficiente llevar, como reza un espiritual dicho, la belleza por dentro.

El boom de la nutricosmética

Si preocupa la estética del cabello (no solo que no se pierda y también luzca sano y abundante), los expertos en nutricosmética recomiendan nutrir el bulbo piloso desde el interior, mediante cápsulas con queratina, para reforzar el tallo capilar; quinina, para estimular la microcirculación; vitaminas B, para inducir la síntesis de queratina; zinc y selenio, como antioxidantes. Y carotenoides, para almacenar sus reservas, antes de broncearse (con la menor radiación posible, claro).

Se sabe que al exponerse al sol, el nivel cutáneo de este antioxidante baja 50 por ciento, permitiendo más alergias solares, un envejecimiento prematuro de la piel y posibles lesiones a largo plazo. Quizás la más demandada nutricosmética sea para perder peso. No faltaba más. Se ofrecen aptas para absorber parte de la grasa aportada por la alimentación gracias a su efecto fibra, quemagrasas contra la celulitis, eliminadores de líquidos que ayudan a perder volumen y otros prodigios.

Jennifer Aniston, actriz y empresaria de Vital Proteins, la marca de colágeno más vendida de Estados Unidos, propulsó este suplemento diluido en agua o leches vegetales. / instagram.com/jenniferaniston/

Lo anterior explica que artistas como Jennifer Aniston, Cara Delenvigne, Eva Longoria, Cameron Díaz o Madonna, además de ser ricas y famosas, tengan en común la disciplina de tomar colágeno para mantener, sin Photoshop, una piel joven.

De hecho, Aniston, la supermodelo Miranda Kerr, la socialité y presentadora de televisión Khloé Kardashian y la cantante Cheryl se han convertido en exitosas empresarias de este nicho de mercado. Aceptémoslo: se vive una verdadera fiebre consumista de estos suplementos. Según el observatorio de Luxmetique, marca hispana de nutricosmética avanzada, más de 40 por ciento de los españoles hoy la utiliza.

Las beauty drinks son tendencia y la “chupitoterapia”, que se bebe en monodosis diarias, al fin logró eliminar el sabor a medicina. Es moda en muchos lugares consumir infusiones con polvos de colágeno, aguas vitaminadas, zumos con ácido hialurónico, betacarotenos y aloe vera. Desde México hasta Madrid se abren establecimientos donde ofertan batidos con colágeno. ¿Cuánto de ciencia hay detrás?

Una revisión y análisis de 19 estudios realizados con 1 125 participantes, publicados en el International Journal of Dermatology, mostró que quienes usaron suplementos de colágeno vieron una mejora en la firmeza, flexibilidad y contenido de humedad de la piel, y las arrugas parecieron menos notorias. Pero no está claro si los progresos se debieron a esta proteína: la investigación se hizo con suplementos disponibles comercialmente y estos contienen más ingredientes.

Hasta el momento, ningún estudio en humanos ha demostrado claramente que el colágeno, al tomarlo por vía oral terminará en la piel, el cabello o las uñas. Incluso, para la dietista-nutricionista española Beatriz Robles, “el colágeno es una proteína de mala calidad, porque los aminoácidos contenidos en él (glicina y prolina) no son esenciales” y el cuerpo ya los produce.

“Tampoco es una proteína completa, pues no contiene los nueve aminoácidos esenciales”, afirmó la experta al diario La Vanguardia, de Cataluña, y añadió que en el huevo, la carne y algunas legumbres sí hay proteína completa.

“Con el colágeno que obtenemos a través de los alimentos es suficiente”, explicó al canal Comer la doctora Judit Sánchez Raya, jefa de Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona.

“El colágeno ni siquiera se detecta en sangre y en los análisis no suele examinarse”, concluyó Sánchez Raya, demarcando que el éxito de los suplementos –como mismo el glamur de la luna– se debe, antes que a la ciencia, al marketing.

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