Foto./ picture-alliance.com
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Coronas para la coronación

Sorteadas las adversidades, fueron dados a conocer los ganadores del más preciado reconocimiento a las ciencias, los cuales serán entregados en noviembre


¿Cuánto dinero quedará, contante y sonante, de la herencia original de Alfred Nobel? En su testamento, el emprendedor e inventor sueco de la dinamita destinó su patrimonio a premiar, cada año, a los científicos más encumbrados. Probablemente nada quede del cheque inicial dentro de la bóveda bancaria acorazada con concreto armado y acero, y sus decenas de pernos.

Desde luego, a tiempo fueron diseñados mecanismos para rebombear los capitales. El solo hecho de ofrecer en cada invierno boreal un espectáculo de entrega y los patrocinios asociados, parecen garantizar la subsistencia de un legado surgido para compensar la conciencia por tanta muerte causada por las minas.

Así que, en su otoño, el año 2023 nos ha envuelto en la tensión por saber quiénes serían los agraciados y, de paso, los eternos ninguneados. Entonces, con los Nobel, se echa a andar la reflexión sobre qué es ciencia y quiénes son los que reparten las cartas.

Las medallas, que prácticamente se distribuyen todas entre unas cuantas universidades y laboratorios de apenas un puñado de países desarrollados (las naciones con desventaja económica generalmente son elogiadas por medio de sus creadores literarios y activistas por la paz), representan un ascenso en la valoración de su pedigrí. Y vale la pena, pues este hecho se traduce en mayores contribuciones y, consecuentemente, la atracción para contratar a los más brillantes científicos del orbe, no pocos procedentes de países emergentes.

Dicho en otras palabras, si pensaba que empezamos mal este texto, el tema pecuniario no es insignificante, al menos si se quiere hacer tomar por bueno al proverbio callejero que dice: dinero llama a dinero.

¿Y por qué sería malo, si muchos galardonados destinan o reinvierten la plata obtenida en la continuación de sus propios proyectos de innovación? Altruismo aparte, es también una bocanada de aire fresco para el conocimiento, sobre todo si el fin de ciertas investigaciones no puede fácilmente vincularse con alguna forma de comercialización.

Hoy muchos se preguntan por qué es igual la dotación para cada categoría de premio. Es más, los agasajados por investigaciones de ciencias puras y duras –Física, Química y Fisiología– suelen ser elegidos por éxitos que comúnmente responden a investigaciones colectivas (a veces, procedentes de instituciones en diversos países), mientras los Nobel de Literatura, Economía y Paz casi siempre recaen en individualidades.

Súmese a esto que, si bien los premios frecuentemente dejan ver un cierto sesgo político que privilegia a unos investigadores sobre otros, los lauros “no científicos” suelen depender de consideraciones más subjetivas, muchas veces visiblemente eurocentristas y no siempre con trascendencia histórica, utilidad práctica o justicia social. Estos, mírese bien la ecuación, habitualmente sacan mayor provecho monetario y en ocasiones dejan más un saborcillo a divismo que a erudición. Pero bien, si Dios se lo dio…

Los organizadores, por su parte, apenas pueden esconder los esfuerzos que realizan para mantener apuntalada la última voluntad de Alfred Nobel. Más ahora, con todos los vaivenes que tienen tartamudeando a la economía mundial y los batacazos que particularmente llega a sufrir la moneda sueca.

Al alza y a la baja

Los ganadores de los Premios Nobel de este año recibirán un millón de coronas más, con lo que la recompensa económica total ascenderá a 11 millones de coronas suecas (unos 986 000 dólares), según anunció el 15 de septiembre la fundación que administra los galardones.

La alegre noticia, no obstante, habrá dejado con caras largas a no pocos contadores y financistas en Estocolmo. Digamos que la dotación económica del premio se ha ajustado al alza y a la baja en los últimos años y los galardonadores dijeron que aumentaba la cantidad este año para reflejar la posición financiera más sólida de la Fundación Nobel.

En 2012, en busca de apuntalar sus finanzas, la Fundación redujo el dinero de las recompensas de 10 millones de coronas a 8 millones. El importe del premio aumentó a 9 millones en 2017 y a 10 millones en 2020, lo mismo que antes de 2012.

Pero la corona sueca ha perdido alrededor de 30 por ciento de su valor frente al euro en la última década, lo cual quiere decir que ese último aumento no hará que los agraciados que viven fuera de Suecia se sientan mucho más ricos.

La recompensa económica total de 11 millones de monedas suecas servirá, eso sí, para mantener vigente la fiesta, aunque se vaya desvaneciendo cada año la alegría por los presuntos trucos ideológicos que ya se denuncian o el tráfico de influencias que ha puesto en jaque alguna vez a los académicos encargados de decidir quiénes son merecedores del premio más significativo que ha ostentado el conocimiento durante más de un siglo.

¿Puede servir todavía un galardón que pierde robustez en su retribución económica y ve cuestionarse su moral competitiva? La respuesta, de momento, sigue siendo afirmativa.

Ningún otro sistema de clasificación honorífica para las ciencias ha logrado alcanzar el grado de dignificación que el Nobel aún confiere. Sin embargo, algunos, creados para ciertas ramas del saber, empiezan a pavonearse y no en poca cuantía.

Pongamos como ejemplo el premio Turing, que otorga anualmente la Asociación para la Maquinaria Computacional a los genios de las ciencias de la computación. Tan respetado es que suele ser coloquialmente citado como el Nobel de Informática.

Al Turing –en realidad, a nadie– parece no interesarle ser parte de la familia de premios Nobel, quizás porque el de Estocolmo tiene más pinta de propiedad privada que de arbitrio de una sociedad profesional internacional.

Alguien pudiera argumentar que el Turing y otros no deberían ser incluidos en ese paquete tradicional, ya que no fueron concebidos por el filántropo de la dinamita. Razón no le faltará, pero tampoco el mal llamado Nobel de Economía no fue previsto en el testamento más célebre de la historia, descontados los antiguos y nuevos que compila la Biblia.

De hecho, es un error llamar premio Nobel de Economía a ese que realmente se nombra premio de Ciencias Económicas del Banco de Suecia en Memoria de Alfred Nobel, establecido en 1968 por una donación del Banco de Suecia. Y aun así el reconocimiento para esta especialidad se anuncia y entrega en la misma ceremonia de los Nobel de raza.

A manera de ejercicio intelectual, pues improbable parece, se puede afirmar que de contar con igual privilegio que el de Economía, las distinciones, que elevan a los exploradores de otras ciencias, podrían ver beneficiadas sus materias con semejante aureola y robarían la atención de muchas instituciones y personalidades.

El City Hall de Estocolmo recibe anualmente la ceremonia de entrega de los premios Nobel. (Foto: lavanguardia.com)

A riesgo de embarrancarnos, mejor retomemos el camino del preciado homenaje multisectorial, ese que, correspondiente a 2023, fue anunciado a principios de octubre por las academias de Suecia y Noruega, y que será entregado en galas en Estocolmo en diciembre.

Y antes de denostarlos, expresemos que, sobre todo los de tesis científicas, siguen mostrando la excepcionalidad de la investigación, para orgullo de la especie humana.

Si en ocasiones no son todo lo justos que deberían ser, como muchos sostienen, al menos –en eso no se han equivocado los guardianes del legado– nos muestran las tendencias vanguardistas del pensamiento científico, aunque no haya suficientes coronas para coronarlas.

Ganadores del premio Nobel 2023

Medicina o Fisiología:

Los bioquímicos Katalin Karikó (68 años, Hungría) y el Drew Weissman (64, Estados Unidos), quienes trabajan juntos en la estadounidense Universidad de Pennsylvania, fueron los elegidos para recibir el Nobel de Medicina 2023 por el desarrollo de la tecnología de ARN mensajero.

Drew Weissman y Katalín Karikó, Nobel de Medicina 2023./ picture-alliance.com

Sus descubrimientos decisivos se remontan a 2005 y las primeras vacunas de ARN mensajero contra la covid-19 fueron fabricadas posteriormente por Pfizer/BioNTech y Moderna.

Física

El francés Pierre Agostini, el austriaco-húngaro Ferenc Krausz y la franco-sueca Anne L’Huillier ganaron el premio Nobel de Física por la creación de herramientas útiles estudiar el desplazamiento ultrarrápido de los electrones dentro de átomos y moléculas.

Ferenc Krausz, Anne LHuillier y Pierre Agostini (de izquierda a derecha), Nobel de Física 2023. (daily-bangladesh.com)

Los físicos atómicos fueron distinguidos “por métodos experimentales que generan pulsos de luz de attosegundos (la trillonésima parte de un segundo) para el estudio de las dinámicas del electrón en la materia”, explicó el jurado.

El jurado elogió a los ganadores por “crear pulsos extremadamente cortos de luz que pueden ser usados en la medición de  los procesos rápidos en los que los electrones se desplazan o cambian de energía”.

Estos hallazgos “abren la puerta al mundo de los electrones”, esas partículas elementales muy ligeras con carga eléctrica negativa que gravitan alrededor del núcleo atómico.

Química

En una edición marcada por la filtración de sus nombres antes del anuncio oficial, los científicos Moungi Bawendi, Louis Brus y Alexei Ekimov fueron galardonados con el premio Nobel de Química por sus investigaciones sobre las nanopartículas, y “el descubrimiento y la síntesis de puntos cuánticos”.

Moungi Bawendi, Louis Brus y Alexei Ekimov (de izquierda a derecha), Nobel de Química./ nexdot.fr

Estos diminutos componentes nanotecnológicos difunden la luz de los televisores y de las lámparas LED, y también pueden guiar a los cirujanos cuando retiran tejidos tumorales, indicó la Academia.

Los puntos cuánticos son nanocristales de semiconductores de entre 2 y 10 nanómetros de diámetro. Un nanómetro es una milmillonésima parte de un metro.

Literatura

El dramaturgo noruego Jon Fosse (64 años) obtuvo el premio Nobel de Literatura 2023 concedido por la Academia Sueca “por sus innovadoras obras de teatro y prosa, que dan voz a lo indecible”, representadas en escenarios de todo el mundo.

Jon Fosse, Nobel de Literatura 2023./ dailystar.co.uk

Comparada a menudo con Samuel Beckett, la obra de Fosse es minimalista, basada en un lenguaje sencillo que transmite su mensaje a través del ritmo, la melodía y el silencio.

Paz

El premio Nobel de la Paz fue otorgado a la encarcelada activista iraní Narges Mohammadi por su combate contra la opresión de las mujeres, las que desafían al poder quitándose el velo en los espacios públicos.

Narges Mohammadi, Nobel de la Paz 2023./ nationalgeographic.com

Economía

La estadounidense Claudia Goldin fue galardonada con el premio Nobel de Economía por sus estudios, los que han ayudado a entender la evolución del rol de las mujeres en el mercado laboral. Esta profesora de Harvard, de 77 años, es la tercera mujer en lograr este premio.

Claudia Goldin, Nobel de Economía 2023./ elindependiente.com

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