Los principales dramas del mundo pueden hallarse periódica y espléndidamente documentados en BOHEMIA
Revolución Mexicana, hundimiento del Titanic, Primera Guerra Mundial, Revolución de Octubre, descubrimiento de la penicilina, gran depresión económica, Guerra Civil Española, Segunda Guerra Mundial, bombardeos atómicos, Guerra de Corea, Guerra Fría, Revolución China, alunizaje del Apolo 11, lucha contra el apartheid, caída del Muro de Berlín, Guerra del Golfo, internet, globalización, Torres Gemelas, invasiones a Afganistán e Irak… a saltos continentales son los más memorables episodios que obnubilaron a la humanidad en los últimos 115 años. Los mismos de BOHEMIA.
Pendiente de despachos cablegráficos o agenciándose la letra fresca de corresponsales en el epicentro, con mayor o menor atención, la revista cubrió las principales noticias del contexto internacional, pugilatos geopolíticos y tragedias en lejanos confines; y con plomo los grabó en sus planas. Una relación novedosa y llamativa, voraz y fiel que cruzó insospechadas fronteras espaciales y temáticas para llevar la luz de la información a sus lectores, en medio de las adversidades y competencia mediática de cada época.
La obsesión de guardar la historia. Línea del tiempo. BOHEMIA, cual piedra de Rosetta, facilitó claves para descifrar el mundo contemporáneo; fenómenos elegidos con singular catalejo no solo por su interés noticioso, sino como objetos de estudio, que pudieran describirse sus entrañas y curvas evolutivas, constatar ciertas analogías y disonancias, explicar su conexión con el ámbito nacional. Así iba el mundo.
Pendientes de un hilo
Quizás uno de esos eventos que marcó “la mayoría de edad” de la publicación en el seguimiento a sucesos traídos por los cables telegráficos fue la Guerra Civil Española. Enmarcada del 17 de julio de 1936 al 1o de abril de 1939; esta se inscribió como pasarela para la consolidación del fascismo en Europa y preludio de la Segunda Guerra Mundial.
Aquel genocidio conmovió a la opinión pública y, en especial, a la intelectualidad hispanoamericana. BOHEMIA –si bien había nacido con el cosmético de farándula, mutó– no se quedó atrás, y en paralelo al agravamiento de la situación, fue afianzando su protagonismo en el debate sociopolítico de la Isla, a través de publicaciones con perfil crítico, sagaz; claramente alineadas con corrientes ideológicas de moda como el antifascismo, el antimperialismo y el anticomunismo. De ningún país de América llegaron tantos voluntarios a suelo ibérico como de Cuba, quién puede negar la influencia de nuestro semanario en la formación de esa conciencia colectiva.
“Los trágicos momentos que vive España están controlando la máxima atención cubana, a tal punto, que pudiera decirse que la dolorosa guerra fratricida nos ha hecho relegar a un segundo plano nuestros propios, graves y difíciles problemas. Seguimos paso a paso cada movimiento de uno y otro bando; nos queman los incendios que reducen a cenizas sus grandes monumentos históricos de siglos; nos duele, como si saliese de nuestro propio corazón, la sangre que está tiñendo los campos ibéricos, el espíritu nos vuela de frente, ansioso de que triunfe uno de los dos, el que sea, no porque haya vencedores ni vencidos, no porque muerdan el polvo los derrotados y disfruten de la gloria los victoriosos, sino porque termine de algún modo, cuanto antes, la espantosa lucha que ha llevado a armarse a todos los brazos”.
Así comenzaba el editorial en la edición del 2 de agosto de 1936. A menos de un mes del estallido bélico, BOHEMIA “lo decía todo” y desde entonces sus páginas –a lo largo de 22 meses, 130 números y cientos de trabajos– fueron destino de reporteros de distinto relieve y fervorosos textos que defendían la “verdad” de cada bando.
En secciones como Actualidad Española, Gráficas de la Revolución Española, Resumen Semanal de la Guerra en España, o en variables ubicaciones y extensiones del paginado, la publicación ofreció un panorama completo basado en tipología discursiva y géneros periodísticos diversos: grandes reportajes, entrevistas, cartas testimoniales, crónicas, ensayos, poemas, fotorreportajes, humor gráfico.
Vale significar el uso de las últimas tecnologías de la época, como las fotos “enviadas por radio”, especiales para la revista, por Internews, Hearst, Metrotone y otras agencias acreditadas. O la encuesta nacional que duró varias semanas de 1937. Los lectores debían votar en la llamada “Urna de la Simpatía”, por Leales o Rebeldes, y fundamentar con comentario. El resultado superó las expectativas y desbordó a los editores, por la calidad y cantidad de respuestas que luego salieron en sucesivas tiradas, llegando a ocupar hasta ocho páginas.
La talla de las firmas es también notable: José Quílez, Miguel Coyula, Rafael Suárez Solís, Raúl Roa, Herminio Portel Vilá, Eduardo Chibás, Luis Amado Blanco, Félix Pita Rodríguez, Teté Casuso, Guillermo Martínez Márquez, Diego Martínez Barrio, Rafael Marquina, Manuel Chávez Nogales, Cornelius Vanderbilt Jr., Karl Henry von Wiegand (de origen alemán, se decía el mejor corresponsal norteamericano), Edwin L. James, Herbert L. Matthews, Hubert R. Knickerbocker, Ernest M. Hemingway… entre muchos. A Pablo de la Torriente Brau, caído en los primeros compases, le publicaron póstumamente tres trabajos.
La denuncia de los horrores de la guerra, el sufrimiento de las víctimas, la exhortación a la ayuda material al pueblo español, la descripción de la dramática situación, fueron los hilos de dichos autores. Unos meditaron desde la distancia insular, y los otros fueron contratados por la revista en el afán de obtener de primera mano las novedades del frente.
Definitivamente, páginas que ilustran la inequívoca pasión por la Guerra Civil Española y el papel de BOHEMIA como una de las publicaciones cubanas más progresistas e influyentes de todos los tiempos.
CRÉDITOS
Fotocopias. / Archivo Bohemia
