Con el futuro en brazos

Con el futuro en brazos.
Un hombre así no puede estar, en modo alguno, ajeno a lo que para su familia plasma el Código. / Pastor Batista Valdés.

Una imagen de esas que orbitan por el espacio, me ha develado recuerdos profesionales, familiares y ha hecho inclinarme, inevitablemente, sobre el teclado.

Fue tomada por algún lente en una de las apacibles aulas de la Universidad de Holguín. Muestra a un profesor, frente a los alumnos, con un bebito en brazos, al parecer dormido o por lo menos placenteramente acomodado en el regazo.

¡Eso es un padre! –me dije de inmediato, con “tronco de orgullo” hacia el desconocido. Leyendo el breve texto supe, sin embargo, que el niño era hijo de una de las alumnas que a la sazón se examinaba allí.

Con el futuro en brazos.
El “profe” holguinero con el bebito de una alumna en brazos. / uho.edu.cu

Y al instante, por esa capacidad que tenemos los seres humanos de recordar, asociar, concatenar ideas, sucesos, imágenes, acudió a mi memoria la foto que años atrás tomé a un joven tunero, de pie en medio de una reunión, con su pequeño cargado, el cual “exprimía” el último sorbo de leche con el biberón bien asido entre las manos.

¿Qué padre no lo ha hecho o no lo hace hoy?

No tengo que calentarme el cerebro para encontrar ejemplos. Ni siquiera tengo que salir del edificio multifamiliar donde resido, porque ahí, en mi propio paso de escalera, cuarto piso, está Vanier Reyes (entre los mejores basquetbolistas cubanos) más apegado a su Alexa durante las 24 horas del día que una hiedra a la pared.

Mientras en la segunda planta, la pequeña Ada Mary no quiere saber de cuna, ni de silla, ni de balcón ni de juguetes en pleno piso… nada de eso, porque ella solo entiende de los brazos, el pecho, el calorcito y el olor de Papá Orelvis, a quien no cambia por nada en este mundo.

Con el futuro en brazos.
-¿Alguien puede dudar acerca de la pasión y responsabilidad de padres así? / Pastor Batista Valdés.

Por cierto, nadie se confunda porque las madres de ambas niñas: ¡Orondas! no albergan ni ápice de celo dentro de ellas, como tampoco desentendimiento en torno a la responsabilidad e irradian igual ternura hacia sus retoños.

¿Acaso no es eso también código de familia?

Que un novedosísimo, avanzado, abarcador y mucho más inclusivo proyecto de Código contenga lo que a todo padre, madre, abuelo o familiar le atañe en la atención, educación y formación de niñas y niños, no significa que hasta ahora la familia cubana haya vivido ajena a ese asunto, indiferente o huérfana de sentimientos y de acción.

Mire dentro de su propio hogar o alrededor de él, ponga en breve vuelo al pasado su pensamiento y hallará cientos de confirmaciones.

No obstante, no deje de leer el Código al margen de lo que escuche o proponga en una de las 79 193 consultas planificadas en toda Cuba acerca de ese documento.

Con el futuro en brazos.
Orelvis con su niña en brazos y una vecinita al lado. / Pastor Batista Valdés.

Saque su tiempito y ojéelo. Muy probablemente le suceda lo mismo que a mí, descubriendo en frases, líneas y artículos lo mismo que, por pasión, amor y placer, hice con mi hijo desde que la vida, convertida en dicha suprema, me lo puso entre las manos; lo que “más chocho” aún sigo haciendo con mis dos nietas o lo que no dejaré de hacer con mis padres, hasta el último minuto.

Por eso miro al modesto “profe” holguinero con ese bebito en brazos, frente al aula; al muchacho tunero con el niño en plena reunión, a mi vecino con su niña, al bombero con la hija cargada… no tengo la menor duda de que –como miles de padres más–alcanzarán lo que, por herencia familiar en el plano personal siempre razoné:

Con el futuro en brazos.
No sé qué edad tendrá ahora este niño tunero, pero dudo que el cariño de sus padres hacia él haya mermado. /Pastor Batista Valdés.

Muy triste debe ser que un niño sienta miedo de sus padres. Si un día mi hijo llega a sentir miedo de mí, seré el hombre más desafortunado de esta tierra. Solo me gustaría –y de mí depende– que él siempre se pregunte si lo que se propone hacer le agradará o le dolerá a Papá (eso es bien distinto, entraña sentimiento); que deposite en mí toda su confianza y que jamás dude en expresarme lo que piensa, lo que desea, incluso lo que considere incorrecto de mi parte.

Si usted, amigo lector o amiga lectora, logra ese grado de ternura, de pasión, de amor, de comunicación y de confianza, entonces a nadie le asombrará ver su imagen frente al aula con un niño en brazos, contándole una linda historia en casa, indicándole cómo hacer mejor la tarea escolar o tomando de la mano a ese anciano, que quizás ve por vez primera, para ayudarlo a atravesar la calle.

Con el futuro en brazos.
Y esta simpática ocurrencia… ¿la puede impedir o limitar algún artículo? ¡Hum!… no lo creo. / Pastor Batista Valdés.

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