Foto. / Leyva Benítez
Foto. / Leyva Benítez

Con modestia proverbial

A propósito de la edición 34 del Festival de Música Contemporánea de La Habana volvemos sobre ideas, obras, aportes de maestros destacados que en diferentes escenarios han validado la importancia de los procesos culturales y su trascendencia en la formación de los más jóvenes


¿Qué fuentes nutren el acervo cultural de compositores e intérpretes consagrados? ¿Son difundidas sus obras? Ambas interrogantes lideran al pensar si existe el conocimiento público, la difusión del lenguaje estético de este tipo de música avalado por renombrados autores.

Al escucharla descubrimos sólidas raigambres, renovaciones enriquecedoras de la memoria, del presente. Demuestran una coherente interrelación entre la teoría y la práctica que en gran medida favorece el intelecto, el desarrollo creativo, la suma de experiencias, las maneras de hacer conquistadas sin olvidar la tradición.

Urge disfrutarlas más frecuentemente, no solo en los repertorios presentados en la edición 34 del Festival de Música Contemporánea de La Habana al rendir homenajes a los 80 años de la fundación del Grupo de Renovación Musical, los seis decenios de la Escuela Nacional de Arte y las huellas poderosas aportadas por inolvidables figuras: Enrique González Mantici, Gisela Hernández, Manuel Duchesne Cuzán, Federico Smith.

Una cálida pasión despliega frente a su Orquesta de Cámara Música Eterna el maestro Guido López Gavilán, presidente del evento. Revela esa misma actitud al destacar la alta calidad de jóvenes egresados del sistema de enseñanza artística. Entre ellos Jorge Amado, Aldo López Gavilán, Ilmar López Gavilán, Wilma Alba Cal, Alejandro Falcón.

Según reconoció a BOHEMIA: “Existen fuertes nexos entre quienes antecedieron a los más jóvenes y el seguimiento dado por ellos al recrear los valores autóctonos. Para lograr la interpretación de ideas musicales es preciso combinar lo intuitivo, el dominio técnico, la filosofía que tenemos de la pieza”.

Él mismo despliega en disímiles ejecuciones la compleja formación de universos conceptuales, el valor de la disciplina formativa, las informaciones sedimentadas, este proceso da paso a la llamada inspiración, a la fantasía más abierta sin abandonar el rigor científico.

Son exquisitas sus obras Camerata en guaguancó, A modo de adivinanza, Victoria de esperanza para orquesta sinfónica, coro, solistas, actores, danza, cine.

De ningún modo se puede limitar a cortos períodos de tiempo y al límite de un festival la preparación que requieren los enfoques holísticos del quehacer autoral. Este desde la cultura requiere recordar lo dicho y afianzar lo actual.

Recordemos en tal sentido la sapiencia del maestro Jesús Ortega, expresada en conferencias, aulas universitarias, al frente de la Orquesta Sonantas Habaneras.

La sapiencia del maestro Jesús Ortega siempre enriquece el pensamiento. / Leyva Benítez

En opinión del notable compositor y guitarrista: “Es muy importante saber de dónde venimos para construir un camino propio. Hay que investigar, conocer en profundidad, descubrir esencias de lo propio, del ámbito internacional”.

Cuando preparó la música incidental del filme Una pelea cubana contra los demonios, dirigida por Tomás Gutiérrez Alea, acudió a datos historiográficos sobre lo que podían tocar los grupos trashumantes del siglo XVII cubano. Además, realizó versiones de obras del vihuelista español Gaspar Sanz para un grupo integrado por laúd, vihuela, flauta recorder y tres tambores.

Unas, otras vivencias, influyen en el aprendizaje de varias generaciones. También de esto da fe el maestro Roberto Valera, otro ilustre participante en el Festival. Compositor y director de orquesta, es una especie de “iluminado”, acude a lo popular, a lo culto, sin proponerse una cosa o la otra, logra una música rica, artísticamente válida. Ese ímpetu vibra con gran esplendor al tomar la batuta ante grandes y pequeños formatos.

Carismático, culto y popular, el maestro Roberto Valera entrega su cubanía. / Leyva Benítez

Le gusta reconocer: “El cubano por su formación cultural mestiza está acostumbrado a asimilar elementos provenientes de culturas distintas, porque es un pueblo que ha desarrollado una personalidad muy clara, definida, y tiene un talento especial para asimilar elementos, devolverlos de un modo distinto”.

Justamente la savia de nuestra identidad está presente en sabores de cubanía implícitos en sus piezas Una cucaracha y La lenta noche en sus ojos.

Con proverbial modestia, reconocidos maestros han compartido ideas, vivencias, obras que devienen clases magistrales para noveles y públicos interesados en re-conocernos sin estancos ni olvidos.

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