En la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, expertos, estudiantes y públicos destacaron el aprendizaje continuo, que suscita la obra inmensa de nuestro Poeta Nacional
Fotos./ Leyva Benítez.
¿Cómo mantener la curiosidad y apropiarnos de valores sedimentados en figuras esenciales de la cultura cubana? ¿Es posible una visión integradora desde las perspectivas del rigor intelectual y de la capacidad comunicativa en los acercamientos a huellas de ese acervo?
Estas, entre otras indagaciones, emergieron en la sala Villena, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, donde sesionó el XIV Coloquio y Festival Nicolás Guillén, el sensible gesto al aprehender la grandeza de quienes merecen ser estudiadas con pasión y sistematicidad.
Fue emocionante escuchar voces de expertos, estudiantes y públicos sobre el imperecedero legado de páginas memorables protagonizadas por el maestro Guillén. Los 60 años de Poesía de amor y del poemario Tengo, el aniversario 90 de West Indies Ltd, el centenario de su columna Pistos Manchegos. Y no faltó el homenaje a Nancy Morejón, por sus ocho décadas de vida y la consagración al estudio de la obra del Poeta Nacional de Cuba.
El programa académico estructurado con inteligencia, buen gusto, y un alto nivel científico abrió cauces mediante indagaciones indispensables suscitadas al pensar esencias, lo poco conocido o apenas revelado, detalles de hallazgos luminosos en el carácter transculturado de la mayor de las Antillas.
El son, como reconoció Fernando Ortiz, es un engendro mestizo, es decir; música mulata. Su apropiación por Guillén no constituye solo una conquista formal, sino, en tanto símbolo, una conquista socioétnica que en el ámbito musical representa esa identidad, al tener en la génesis tanto de Europa como de África, y que el poeta lleva, con el mismo carácter, a la poesía escrita.
Ideas primordiales expresadas en diferentes sesiones colocan en la mirada una urgencia trascendente en el ser y el quehacer del pueblo. Debemos ser conscientes de quiénes somos. La idea del mestizaje que en Motivos de son se adivina debido a la forma composicional elegida, se hace centro explícito en el subtítulo y el prólogo escrito por el maestro. Él mismo explicó: “Lo diré, finalmente, estos son unos versos mulatos. Participan acaso de los mismos elementos que entran en la composición étnica de Cuba, donde todos somos un poco nísperos”.
Hubo coincidencias en varios auditorios entusiasmados por la trascendencia de disfrutar reunidos el espíritu de la letra del intelectual sagaz, preclaro. Es indiscutible el interés de Guillén por incursionar en la cuestión racial dentro del discurso nacional. Lo testimonian su obra poética y los artículos periodísticos dedicados al tema. El propósito del plural sujeto lírico es afirmar el componente negro de nuestra identidad étnica y cultural, su visibilidad digna, orgullos.
Por su parte, el poeta y ensayista Víctor Fowler reveló la riqueza imaginativa del humorista llamado Nicolás Guillén. Desplegó en la columna Pistos Manchegos publicada por el periódico El Camagüeyano su pensamiento en perenne alerta sobre la intervención estadounidense, los peligros de la corrupción de la lengua española por el uso del inglés. Además, situó causas, hechos y contextos en defensa del color cubano.
Anécdotas, valoraciones, nexos perdurables, documentos, animaron las pasiones compartidas. Lo destacó el doctor Nicolás Hernández Guillén, presidente de la Fundación Nicolás Guillén. Cálido, recreó juicios sobre los condicionamientos socio-históricos de la creación artística de su abuelo.
Emotiva, la doctora Bethania Guerra de Lemos habló sobre potentes resistencias: la construcción de una poética guilleneana de la esperanza desde la negritud en España, poema en cuatro a angustias y una esperanza (1937). Otro aspecto relevante, entre los más destacados del IV Coloquio y Festival, aportó la doctora Marta Lesmes al destacar el legado de Ángel Augier como estudioso mayor de la obra y la vida de Guillé dentro de la diversidad y la riqueza de la tradición cubana de crítica sobre poesía.
Ciertamente, el candil eterno del fundador de la Uneac, y su presidente hasta la muerte, en 1989, será escoltado por los dos abuelos en tiempos presentes y futuros. El orfebre de pluma y espada, nuestro Nicolás Guillén, incentiva vívidos legados imperecederos sin límites de épocas y fronteras.